Ecofeminismo: una invitación a revertir la violencia contra las mujeres y la naturaleza

POR Luciana Mazzini Puga para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Sus referentas plantean que el sistema actual ejerce dominación contra las personas y proponen recuperar la sensibilidad y respeto por el ambiente.

En los últimos años, el ambientalismo y el feminismo han cobrado fuerza en las calles y en las agendas políticas y mediáticas. Sin embargo, lejos de ser dos espacios distintos, encuentran un punto en común: el ecofeminismo. Se trata de una teoría y un movimiento social que plantea la necesidad de un diálogo entre estas dos corrientes al entender que el sistema patriarcal y capitalista ejerce prácticas de violencia y dominación que colocan en un nivel de subordinación a las mujeres y la naturaleza. Desde este punto de vista, sostiene que el ser humano debe pensarse como un ser que es parte del entorno y no su centro, cuestionando así la mirada antropocéntrica. 

El “ecofeminismo” surge en la década de los 70’ y aparece mencionado por primera vez en la obra “Feminismo o muerte” de la francesa Françoise d’Eaubonne, que reclamaba el cuerpo femenino como propiedad de una misma. A raíz de esa mirada, muchas mujeres comenzaron a tomar conciencia sobre los riesgos que suponían los derivados del uso de pesticidas y fertilizantes en su salud.

El “ecofeminismo” como tal es nombrado por primera vez en la obra “Feminismo o muerte” de Françoise d’Eaubonne. Créditos: Henri Rousseau, «El sueño», Museo de Arte Moderno de Nueva York

En este sentido, la docente e investigadora de la Universidad de Río Negro y especialista en ecofeminismo, Paula Núñez, explica a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ que esta corriente “busca unir dos grandes líneas de reflexión políticas que revisan las contradicciones que ha generado la modernidad y el desarrollo. Por un lado, el feminismo con su denuncia de las mujeres que han quedado afuera y ocupan un lugar de subalternidad y de desigualdad, y por el otro, el ambientalismo que dice que nos estamos llevando por delante el planeta”. 

La científica de Bariloche continúa: “Se juntan para preguntar qué es lo que queda afuera del sistema actual: los árboles, los insectos, los animales, las mujeres, los pobres y los enfermos. El ecofeminismo plantea que hay una lógica de dominio que silencia estas voces”.

Ellos envenenan la tierra

Cuando leímos de qué se trataba el ecofeminismo nos dimos cuenta que eran procesos que a nosotras nos pasaban en la práctica desde hacía años”, cuenta Rosalía Pellegrini, dirigente de la asociación Mujeres Trabajadoras de la Tierra. La referenta rural explica que las violencias ejercidas contra las mujeres en el campo es similar a la que es sometida la naturaleza.

En esa dirección, desgloza: “Nos dimos cuenta que el tomate que producíamos no se lo dábamos a nuestros hijos, sino que lo vendíamos para pagar el alquiler de la tierra, para llegar a fin de mes y sobrevivir. Vimos que este modelo envenena la tierra, genera suelos muertos, sin microorganismos, lo que hace que se vuelvan débiles y se agarren enfermedades y plagas. Esto mismo es lo que muchas veces pasa con nuestros cuerpos”, plantea Pellegrini.

Rosalía Pellegrini es dirigente de la asociación Mujeres Trabajadoras de la Tierra. Créditos: Prensa / UTT

Y amplía: “Esa violencia del sistema que mercantiliza la vida y los alimentos, es la misma violencia que nos pasa a nosotras en los territorios. Allí nuestra vida no vale y lo que tenemos para decir de la producción no importa. Generalmente, los que deciden cómo producir son varones, los dueños de las grandes empresas y multinacionales son varones y los que deciden que esos venenos estén habilitados son varones”.

Frente a este sistema, desde Mujeres Trabajadoras de la Tierra buscan empoderar a las trabajadoras rurales a la vez que impulsan la agroecología. “No es más que construir lo que el sistema industrial fue degradando, entonces, se revaloriza todo porque se entiende que es una lógica de relación entre los ecosistemas. El cuidado de la biodiversidad es una de las claves para los controles biológicos y el equilibrio y reproducción de los ecosistemas. Y no solo esto, lo que reproducimos a partir de la agroecología es lo que da de comer a nuestras familias”. Además, en pos de brindar herramientas a las mujeres rurales, la organización ofrece cursos de manejo para obtener el registro y manejar sus propios vehículos, capacitaciones sobre las distintas violencias y sobre leyes. 

Volver a sentir

Núñez explica que esta corriente parte de que no se puede pensar a la sociedad separada de la naturaleza. Desde un punto de vista histórico, una de las preguntas más importantes que se ha hecho el ecofeminismo es cuándo se separan estas dos partes. La respuesta se halla en el siglo XVII con el proceso de la modernidad: “Se piensa que puede haber una apropiación del entorno que permite escindir la experiencia humana de la social tanto del entorno como con otras personas”. 

Aparece así la figura del individuo, y el ecofeminismo discute que hay miradas, en su mayoría femeninas, que fueron silenciadas y que advertían que la sociedad se encaminaba hacia un lugar de desvinculación de afectos.

Manifestación en Quito, Ecuador, abril de 2014. Créditos: Miriam Gartor / Ecología Política

Asimismo, Núñez aporta que el ecofeminismo se escribe en minúscula y debe ser dicho en plural, puesto que esta corriente no pretende ser una teoría explicativa global, sino que posee una mirada local: “Se trata de una teoría que se construye a partir de los vínculos de las sociedades con sus entornosBusca generar sensibilidad y brindar herramientas para que la persona entienda su relación con el ambiente y la naturaleza”. 

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ 

Big Bang: Argentina intentará revelar qué sucedió hace 14 mil millones de años

POR Nicolás Retamar para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

En Salta, a casi cinco mil metros del nivel del mar, el ministro Daniel Filmus inauguró el telescopio QUBIC de cosmología experimental.

El miércoles 23 de noviembre, a las 11 de la mañana, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, inauguró el telescopio QUBIC en Altos Chorrillos, provincia de Salta, a 4900 metros sobre el nivel del mar. QUBIC es un proyecto internacional de cosmología experimental que busca dar respuesta a una pregunta clave en el mundo de la ciencia: ¿Qué pasó en esas primeras fracciones de segundo después del Big Bang? En términos técnicos, el telescopio será capaz de medir la polarización de la radiación de fondo cósmico de microondas, es decir, mensurar la oscilación de la luz en busca de vestigios de las ondas gravitacionales primordiales, que ocurrieron hace 13.800 millones de años.

QUBIC está conformado por instituciones y universidades de Argentina, Francia, Italia, Reino Unido, Irlanda y Estados Unidos, que incluye a más de 130 investigadores e investigadoras. Si bien existen otros desarrollos similares, la particularidad de este telescopio es que se trata de un interferómetro-bolométrico, cuya característica principal es la gran sensibilidad y el alto nivel de control de los errores sistemáticos instrumentales que se logra con la combinación de estas dos técnicas. Estas referencias lo transforman en el mejor equipo construido para dar certezas a las hipótesis existentes.

A la derecha el telescopio y a la izquierda el lugar donde fue instalado para su funcionamiento. Créditos: Beatriz García / qubic.org.ar

Sin embargo, el concepto de aguante no se mantiene estático. Nuevas olas y nuevos tiempos intentan moldearlo con continuidades y rupturas. “Por un lado, se mantiene una estructura basada en entender a ciertos rivales como enemigos, a concebir la disputa entre hinchadas como una disputa de honor y de masculinidad donde aguantar es soportar todas las condiciones desfavorables que van desde el clima hasta una emboscada de una barra. Seguimos teniendo un fútbol profundamente machista, racista y xenófobo”, señala Nicolás Cabrera, sociólogo e investigador del Instituto de Antropología de Córdoba, especialista en temas vinculados a violencia y deporte.

Al mismo tiempo, Cabrera advierte que cambia la sociedad y esa cultura del aguante también se va modificando. “La irrupción de los feminismos ha sido una onda más que interesante para disputar estos sentidos que están lejos de modificarse sustancialmente pero se pueden ver cosas que empiezan a cambiar como la presencia de mujeres en la tribuna y la legitimación del fútbol femenino”.

Develar el misterio

El primer telescopio de QUBIC tiene características únicas y por ello carga consigo una gran responsabilidad: descifrar qué ocurrió en los primeros instantes del universo. De acuerdo a la comunidad científica, en ese momento ocurrió lo que se denomina inflación, que debe haber dejado sus huellas en la radiación de fondo cósmico en microondas (CMB, por sus siglas en inglés).

El equipo podría detectar pequeñas perturbaciones en el campo eléctrico de dicha radiación y otorgar pruebas concretas a esa pregunta que se hace la ciencia.

El instrumento

El telescopio está encerrado en una carcasa cilíndrica o criostato de 1,8m de alto y 1,6m de diámetro, que lo protege y mantiene a -269°C. Está abierto al cielo por una ventana de 45 centímetros de diámetro de polietileno rígido de alta densidad, transparente a la radiación de microondas que el experimento procura medir. El instrumento examina el espacio de forma detallada en dos frecuencias: 150 y 220GHz.

Además, registra dicha radiación con una novedosa técnica, híbrida entre dos métodos utilizadas en estudios de CMB, llamadas interferometría y bolometría, a través de un conjunto de 1024 fotodetectores, cuyas señales permiten analizar las características de la radiación en estudio. A su vez, QUBIC cuenta con sistema de refrigeración complejo porque los sensores bolométricos deben trabajar a temperaturas mucho más bajas (~300 mK) de la que tiene el propio telescopio.

El desarrollo de QUBIC comenzó en 2008 y su construcción se realizó en 2018. Créditos: Beatriz García / qubic.org.ar

Una de las cuestiones interesantes es que todos los países que forman parte del proyecto pusieron su parte para el desarrollo de QUBIC: en Francia se trabajó el diseño, la mecánica, la electrónica y la programación; en Italia, se elaboraron distintos componentes; en Irlanda se realizaron simulaciones ópticas; en Inglaterra se diseñaron otros componentes; y en Argentina se realizó la adecuación del sitio, la infraestructura y el diseño mecánico de la montura.

Ninguna casualidad

El primer instrumento del proyecto QUBIC estará ubicado a casi cinco mil metros sobre el nivel del mar en Altos Chorrillos, provincia de Salta. La elección del lugar no es casualidad: allí ya se encuentra el radiotelescopio denominado Large Latin American Millimetre Array (LLAMA), producto de la cooperación científica argentino-brasileña. Además de la accesibilidad y las comunicaciones desarrolladas para LLAMA, desde la perspectiva geográfica, la claridad del cielo, la temperatura, la velocidad del viento y la humedad relativa del aire en Altos Chorrillos es ideal para este tipo de investigaciones.

Allí funcionará QUBIC, en Altos Chorrillos, a casi 5000 metros sobre el nivel del mar. Créditos: Beatriz García / qubic.org.ar

Con la instalación del telescopio, el noroeste argentino se posiciona a la vanguardia de la investigación científica y se establece como un nuevo polo de investigación científica a nivel local, regional y global.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ 

Homo Deus, Harari y la religión

El escritor israelí Yuval Noah Harari reflexiona sobre el futuro de la humanidad en su libro “Homo Deus” tras el éxito de “Sapiens”.

El profesor de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Yuval Noah Harari, sorprendió al mundo literario con la publicación de “Homo Deus: Breve historia del mañana”, en la que se plantea dos cuestiones fundamentales: ¿qué es un humano? y ¿qué es la religión? En base a estas inquietudes, Harari reflexiona sobre lo que puede ocurrir de ahora en adelante. ¿Se puede decir algo nuevo sobre la historia de la humanidad? ¿Se puede decir algo sobre su futuro que la prospectiva científica o la ciencia-ficción no haya explorado ya? En su primer libro, “Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad” despliega una gran narrativa de lo que ha ocurrido hasta ahora. En este escrito intenta abordar la cuestión a futuro, lo que vendrá.

Cuadro de Jan van Eyck. Foto: Emmanuel Dunand

 

El escritor y profesor español, Jorge Wagensberg, analiza y profundiza las palabras de Harari al introducirnos en sus planteos existenciales. Un humano, describe, como cualquier animal, vive en un mundo de objetos físicos y de emociones. Un humano, como cualquier animal, tiene un lenguaje para comunicarse con su entorno. Sin embargo, el lenguaje humano es único en una cosa: sirve para crear ficciones, cosas que no están en los objetos ni de las emociones, como el dinero, los mitos, los dioses. ¿Y para qué sirven las ficciones? Pues nada menos que para cohesionar elásticamente un colectivo numeroso de individuos. Los leones, los chimpancés o los neandertales solo forman colectivos de pocos individuos porque el líder necesita invertir mucho tiempo y energía para actualizar su autoridad. Los insectos sociales sí pueden reunirse en colectivos homogéneos de millones de individuos, pero de una manera desesperadamente rígida. En cambio, un humano solo tiene que montar una buena ficción (un dios, una bandera o unos colores deportivos) para conseguir, cómodamente, una fuerte unidad colectiva, afirma Wagensberg. Por su mayor corpulencia y por su mayor cerebro, un neandertal superaba con creces a un sapiens en el combate uno a uno, pero este último lograba mantener unidos colectivos más numerosos gracias distintas habilidades. Según esta original teoría alternativa, el neandertal no desapareció por el cambio climático, sino por su incapacidad para contar mentiras.

De aquí, prosigue Wagensberg sobre el libro de Harari, surge una brillante definición de religión: todo conjunto de normas para la conducta humana garantizado por una autoridad suprahumana, lo cual a su vez puede lograrse de dos modos: por vía sobrenatural (una divinidad) o por vía natural (una ley de la naturaleza). La física cuántica no es una religión porque, aunque se basa en leyes naturales, de ella no se derivan juicios morales o reglas de convivencia. Y el ajedrez tampoco es una religión porque, aunque dicta reglas que regulan el comportamiento, estas son humanas y las podemos cambiar si hace falta. El gran mérito de esta definición extendida es que sirve para releer la historia de la humanidad de punta a punta: religión es el paganismo griego, religiones son los monoteísmos tradicionales, religión es el budismo (aunque no hable de dios), el estalinismo, el nazismo o el humanismo liberal. Los faraones dominaron el mundo con sus ficciones durante tres milenios, los papas con las suyas durante más de un milenio y el humanismo con las suyas durante dos o tres siglos. Las religiones teístas ofrecen un paquete compacto y completo de certezas para garantizar la cohesión colectiva y para calmar el ansia de inmortalidad individual. El mayor descubrimiento de la ciencia ha sido la ignorancia. Pero ha tolerado la emergencia de otros mitos. El crecimiento indefinido por ejemplo es una ficción de cualquier economía moderna que contradice descaradamente el segundo principio de la termodinámica.

La inmortalidad en el más aquí es el mito para una nueva religión. Un organismo vivo es un algoritmo y nada impide que este persista indefinidamente. Ni siquiera hace falta ya comprender la realidad. Todo son datos. Un buen sistema de información me conoce mejor desde fuera que yo a mí mismo desde dentro. El humanismo ha muerto, viva el dataísmo. Los datos predicen tormentas, recomiendan tratamientos médicos, la música que quiero escuchar, etcétera. Sobre la pregunta trascendental de Harari, Wagensberg la retoma: ¿se puede vivir sin religión? Quizá no, por definición de humano, por definición de religión, porque un colectivo humano sin ficciones quedaría inerme frente a cualquier otro que se invente un dogma con el que sus creyentes puedan reconocerse y cohesionarse.

Fuente: Diario El País