La colisión de la sonda DART produjo la expulsión de más de cinco millones de kilos de material

Por SINC.

El impacto de la primera prueba de defensa planetaria de la NASA alteró la órbita de este objeto rocoso en torno a su compañero Dídimo y provocó la formación de un cráter. Investigadores del CSIC han participado en los primeros análisis de esa misión y han comprobado que la técnica conocida como ‘impactador cinético’ para desviar cuerpos celestes tiene gran potencial.

El 27 de septiembre de 2022, la misión DART (acrónimo en inglés de Prueba de Redireccionamiento de Asteroide Doble) de la NASA colisionó contra su objetivo, el asteroide Dimorfo, y cambió su órbita.

Se trataba de la primera misión de prueba de defensa planetaria diseñada para cambiar el curso de un asteroide y su éxito fue seguido por el análisis intensivo de la colisión, que incluye el estudio de las toneladas de roca que fueron desplazadas y lanzadas al espacio.

Los resultados de estos análisis se publican hoy en cuatro artículos en Nature, los cuales han contado con la participación de investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) y del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC).

El 27 de septiembre de 2022 la sonda DART impactó en el asteroide Dimorfo y cambió su órbita. / DART / NASA

La misión DART buscaba demostrar la utilidad del método de impacto cinético para desviar asteroides potencialmente peligrosos sin emplear cargas explosivas. Su objetivo, situado a 11 millones de kilómetros de la Tierra, era el satélite Dimorfo, de unos 160 metros de diámetro, que orbita en torno al asteroide Dídimo (de 780 metros de diámetro), formando un sistema binario.

El impacto de la nave, que viajaba a unos seis kilómetros por segundo, desvió la órbita de Dimorfo y acortó su periodo de traslación respecto a Dídimo en más de media hora, lo que constituyó un éxito del proyecto.

“Sin embargo, quedaban otros muchos aspectos por estudiar, en particular, la caracterización del material eyectado tras la colisión”, señala Fernando Moreno, investigador del IAA-CSIC que participa en uno de los artículos.

Así, desde el mismo momento del impacto y hasta varios meses después, el telescopio espacial Hubble (HST) ha tomado imágenes de ese material y caracterizado su evolución.

El investigador del CSIC aclara: “Aunque una parte del material consiste en partículas expulsadas a alta velocidad, a varios cientos de metros por segundo, y que desaparece del campo de visión de las cámaras rápidamente, hemos podido observar la componente de baja velocidad”.

En este trabajo se presenta un estudio fundamentalmente morfológico de la evolución de ese material, que ha permitido determinar la compleja interacción entre el sistema de asteroides y el polvo bajo la acción de la presión de radiación producida por la luz solar.

“Al excavar DART el cráter de impacto, la estructura superficial y del subsuelo del asteroide juegan un papel. Son lanzadas grandes rocas pero, en buena medida, hemos visto que muchas han sido debilitadas por el procesado espacial en la superficie del asteroide y, por tanto, fueron preferentemente desmenuzadas por el impacto e inmediatamente lanzadas al espacio en dirección opuesta al proyectil como partículas de tamaño centimétrico hasta micrométrico, quedando entonces sometidas a la presión de radiación de la propia luz del Sol”, apunta Josep Maria Trigo, investigador del ICE-CSIC en Barcelona y coautor también del trabajo.

“Esta presión de radiación aleja las partículas micrométricas a distancias de varios miles de kilómetros en un par de días, mientras que las partículas más grandes, expulsadas a velocidades cercanas a la velocidad de escape del sistema (de unos cuarenta centímetros por segundo) muestran movimientos espirales alrededor del sistema y una complicada evolución con el paso de los días” indica Moreno.

“Vemos, por ejemplo, la aparición de una cola doble, que podría estar relacionada con el reimpacto de una porción de las partículas más grandes emitidas o boulders sobre la superficie de Dídimo, o bien con la desintegración de esos mismos boulders debido a una alta velocidad de rotación o por efecto de colisiones mutuas” señala.

La activación de asteroides constituye un fenómeno que ocurre de manera natural en el Sistema Solar y que produce el aumento de brillo del objeto y el despliegue de una cola de polvo similar a la de los cometas. El experimento DART ayudará a caracterizar los asteroides activos naturales en los que las colisiones con otros asteroides actúan como mecanismo de activación.

Gran eficiencia en desviar asteroides

Por otro lado, Trigo, miembro del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC) en el ICE-CSIC, ha estudiado e interpretado las imágenes de Dimorfo obtenidas por la cámara Draco a bordo de DART y también desde la sonda italiana LICIACube, así como los efectos producidos en el entorno del sistema binario de algunos de los mayores telescopios en Tierra y en el espacio antes y después del impacto.

La especialización del equipo del ICE-CSIC en los meteoritos condríticos que componen estos asteroides ha permitido mejorar la interpretación de los procesos ocurridos en ellos.

Dimorfo y Dídimo. Foto: NASA

El investigador del CSIC también ha contribuido a cuantificar el factor de impulso producido por el choque de DART, el denominado factor beta, participando en tres de los cuatro artículos publicados por Nature.

“Mediante esas imágenes hemos constatado los efectos causados por el impacto de DART. Durante varias semanas las medidas de periodo de revolución de Dimorfo se vieron entorpecidas por la enorme cantidad de polvo emitida desde el cráter dejado por DART. No podemos olvidar que Dimorfo está enormemente fracturado por colosales impactos y parece poseer una frágil estructura de pila de escombros, con lo que la densidad y porosidad del material son factores clave a la hora de cuantificar el factor beta”, destaca Trigo.

Los científicos han comprobado que una sonda como DART, basada en la técnica conocida como impactador cinético para desviar asteroides, tiene un gran potencial para ser efectiva. “La humanidad tiene ahora un plan en caso de descubrir un asteroide en una ruta directa de colisión con la Tierra. De hecho, podríamos decir que DART ha dado comienzo a una nueva era de defensa planetaria activa frente al peligro de impacto por asteroides”, concluye.

Las observaciones de la misión DART producirán más resultados en breve. “Caracterizaremos el material eyectado con la aplicación de códigos dinámicos de Monte Carlo, que permiten estudiar la evolución dinámica de las partículas y construir imágenes sintéticas, que revelan a su vez las propiedades del polvo: distribución de tamaños, velocidades y masa total eyectada” resalta Fernando Moreno.

“Esto es muy importante de cara a la determinación del llamado factor beta sobre la eficiencia de la transmisión del momento lineal en la colisión, aparte del conocimiento que transmite sobre los procesos de colisión naturales en el cinturón de asteroides”, precisa.

“Pronto ganaremos en la comprensión de la estructura, composición y porosidad de ambos asteroides gracias a la llegada a ese sistema binario de la misión Hera de la Agencia Europea del Espacio (ESA) que permitirá ahondar todavía más en el origen dinámico y la evolución colisional de estos cuerpos, representativos de los que podrían poner en jaque la vida en la Tierra”, señala Trigo.

El Laboratorio de Física Aplicada (APL) de la John Hopkins University (EE UU) construyó y operó la nave espacial DART y administra la misión DART para la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA como un proyecto de la Oficina del Programa de Misiones Planetarias de la agencia estadounidense. LICIACube (Light Italian Cubesat for Imaging of Asteroids por sus siglas en inglés) es una misión de la Agencia Espacial Italiana (ASI) que forma parte de la misión DART llevada a cabo por Argotec.

Las propiedades del cráter generado en la superficie de Dimorfo, así como la evolución de la dinámica del sistema, serán estudiados por la misión Hera de la Agencia Espacial Europea (ESA), que será lanzada en 2024 y que comenzará el estudio del sistema en 2026.

 
Referencias:

 

Cheng A., et al. “Momentum Transfer from the DART Mission Kinetic Impact on Asteroid Dimorphos”, Nature (2023)

Daly T., et al. “Successful Kinetic Impact into an Asteroid for Planetary Defense”. Nature (2023)

Li J.-Y., et al. “Ejecta from the DART-produced active asteroid Dimorphos”. Nature (2023)

 
Fuente: CSIC y SINC.

Una valija con inteligencia artificial para guiar a personas ciegas en Japón

Por SINC.

Un grupo de investigadores japoneses presentaron en Tokio una valija autónoma que permite evitar obstáculos con el fin de guiar a personas ciegas en el aeropuerto sin necesidad de bastón o perro guía.

A primera vista el dispositivo parece una valija normal, pero está equipado con varias tecnologías que se pueden encontrar en los vehículos autónomos, como sensores, inteligencia artificial (IA) y motores que ayudan a guiar a personas con dificultades visuales de manera segura alrededor de obstáculos u otras personas.

«Basado en mi propia experiencia de no tener visión, he desarrollado esta valija con IA para mejorar la accesibilidad y lograr el movimiento libre de la gente sin vista», explica Chieko Asakawa, informática e investigadora de IBM que perdió la visión por completo cuando tenía 14 años tras un accidente.

Para esta investigadora, la idea de crear una valija con IA vino de su propia experiencia, ya que quería lograr una movilidad independiente, especialmente en un entorno estresante como puede ser un aeropuerto. «He sentido que hay un muro que no se puede pasar solo con la tecnología, pero ahora hemos podido hacer una prueba de la valija y ofrecer la oportunidad a los tokiotas de poder experimentarla también», afirma Asakawa.

La valija robot, que funciona como una «compañera de viaje» y puede ser transportada en cabina, cuenta con un sensor LiDAR que permite medir la distancia y forma de peatones, objetos y paredes cercanas, y calcula la ruta más segura con toda la información recogida. El dispositivo se puede utilizar también en exteriores y dispone de unas ruedas especiales que permiten adaptarse a cambios en el terreno de hasta tres centímetros.

 
Fuente: EFE

Humanos digitales: ¿Cómo los espacios físicos y virtuales condicionan la vida cotidiana?

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

La inteligencia artificial se abre paso en lo cotidiano y crea nuevos usos y apropiaciones de lo tecnológico. Una mirada desde la filosofía.

“Isabelita” se mueve anárquicamente por toda la casa juntando pelusas, pelos y migas del suelo. Llega hasta los rincones más difíciles del hogar, como esquinas y recovecos, y lo hace sin chocarse con paredes ni muebles. Gracias a una serie de sensores que controlan lo que tiene a su alrededor, tampoco se cae por las escaleras y, cuando termina su tarea, vuelve a su enchufe para cargarse y seguir limpiando la casa. “Isabelita”, como la apoda su dueña, es un robot aspiradora que se convirtió, casi, en una integrante más de la familia. Algo impensado hace apenas unos años. 

Los robots parecen cosa de películas futuristas pero lo cierto es que, en la vida cotidiana, el ser humano está rodeado de ellos. Desde el lavarropas, la heladera, el freezer y pequeños electrodomésticos, hasta modernos artilugios que invaden los hogares, como los robots aspiradores, la tecnología está presente, a través de dispositivos que crean gratificaciones instantáneas y estímulos permanentes.

Gracias a la domótica se puede controlar desde el celular cuestiones tan sencillas como encender la calefacción o subir las persianas para que entre el sol. Crédito: Innovación.

Las casas inteligentes ya constituyen una realidad: prácticamente cualquiera podría convertir su morada en un hogar a la vanguardia de la domótica y el internet de las cosas. En esa línea, la información, el conocimiento y el trabajo, cada día, siguen un patrón determinado por las máquinas y la inteligencia artificial. Pero, ¿qué consecuencias le trae al ser humano la aplicación constante de los avances tecnológicos?

“La importancia de lo tecnológico se ve cada vez más a acrecentada: ya no podemos concebir una vida separada de estas mediaciones, de nuestra necesidad de acudir a la digitalización, a los celulares y a los dispositivos, porque todo tiende a convertirse en un sistema digital, de servicios, de trámites. La digitalización continua de la vida es una primera forma inmediata del ejemplo del impacto tecnológico que modifica nuestra cotidianeidad”, señala el escritor y filósofo de la Universidad de Buenos Aires, Esteban Ierardo.

Algoritmos, consumo cultural y relaciones sociales

En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Ierardo explica que dentro de ese impacto de lo digital, el espacio es de suma importancia: “La posibilidad de comunicarse de forma instantánea con una persona potencialmente en cualquier parte del mundo, a una gran distancia física, es un ejemplo de cómo la tecnología modifica nuestra relación con el espacio”, dice. Y agrega: “El espacio más importante para nosotros es el espacio digitalizado, el espacio de la comunicación digital en el cual la comunicación puede ser rápida e inmediata, a diferencia del espacio físico donde las distancias son verdaderas y son posibles obstáculos para la comunicación instantánea”. 

Según Lerardo, dado que avanza la digitalización dentro del mundo online, el acceso, por ejemplo a las noticias o al entretenimiento, está cada vez más mediado por las huellas que se dejan en el ciberespacio, mostrando ciertas preferencias. Y los algoritmos reconstruyen esas huellas para tratar de guiar, tentar o manipular a las personas para seguir consumiendo noticias, imágenes o contenidos, que vienen a confirmar un deseo ya manifestado, e inhibiendo, quizá, la posibilidad de consumir cosas distintas. “Los algoritmos son una manifestación de la inteligencia artificial que, de alguna manera, tienden a fijarnos en un deseo; son una fuerza de conservación de una forma del deseo, para que de esa forma consumamos aquello que se nos quiere proponer”. 

Hacia la hibridación del ser humano

La combinación de tecnologías, canales y contextos, y de sentimientos, emociones y lenguajes que conforman una nueva experiencia vital, hacen que la propia esencia humana ya sea híbrida. Cada vez más, las relaciones, la información, el conocimiento y el trabajo siguen un patrón determinado por las máquinas y la inteligencia artificial. Y lo que está fuera de esa realidad virtual resulta cada vez más extraño, exótico, e incluso, superfluo.

Para explicar esto, Ierardo acude al ejemplo de cómo funcionan la realidad aumentada y la realidad virtual. “Hay una forma de la construcción de la cultura digitalizada ,que es la realidad aumentada, donde puede haber un encuentro entre la realidad virtual y la realidad física, en el cual lo virtual está superpuesto sobre lo físico para darnos más información sobre la realidad de lo que estamos viendo”. Según detalla, con esta tecnología, lo virtual interactúa con lo real; sería, entonces, un ejemplo de integración entre la realidad física y lo virtual. 

Sin embargo, asegura que hay otra tendencia en la cual lo virtual tiende a sustituir la realidad: la realidad virtual. “El ejemplo extremo de eso es el de la película Matrix, donde lo virtual se pone en lugar de lo físico”, dice. Y subraya: “Esa tendencia muchas veces muestra que el estar en el mundo físico es innecesario, es una pérdida de tiempo y se va convirtiendo en algo obsoleto. Aquí hay un desequilibrio”.

Sin embargo, existe una tercera postura que advierte que lo virtual tiene que interactuar con lo físico y que no son cosas opuestas. “Siempre que lo virtual contribuya a que tengamos una relación de mayor información y conocimiento del mundo físico, puede resultar algo bueno”, concluye el especialista.

Cómo sea, la virtualidad como característica tecnológica de la comunicación contemporánea está cada vez más incorporada en la estructura social. Y, en ese sentido, debe seguir siendo un vértice de reflexión para pensar y construir los nuevos espacios físicos y virtuales que condicionan la existencia humana.

 

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ