Amor, sexo y tubos de ensayo: los matrimonios más famosos de la ciencia

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

La vida de personas unidas por la pasión y la historia, pero consagradas por el conocimiento. ¿Cuáles fueron las parejas que protagonizaron revoluciones científicas?

Dicen que la experiencia del amor es un patrimonio compartido por todos los seres humanos. La historia del pensamiento científico no es ajena a esta afirmación. Son varias las páginas románticas entre reconocidos protagonistas de la ciencia que ejercieron una influencia, un enriquecimiento y una motivación mutua, no solo en el plano personal sino también intelectual. Sus trabajos, realizados en equipo, resultan pilares fundamentales para la ciencia moderna.

En esta nota, desde la Agencia de noticias científicas de la UNQ, realizamos un repaso por la vida y la obra de los Curie, los Lavoisier, los Cori y los Moser: protagonistas de estas curiosas historias de amor, donde la investigación minuciosa y la documentación precisa se unen a la alcoba. Y, casi todos, con un premio nobel entre las sábanas.

El primer gran dúo surgió en pleno siglo XVIII. Fue el de Marie-Anne Pierrette y su marido Antoine Lavoisier, conocidos como los padres de la química moderna. Se casaron en 1771 y aprovecharon la dote de la muchacha, que entonces tenía 13 años, para establecer un laboratorio bien equipado donde comenzar sus estudios. Entre otras cosas, Marie-Anne trabajaba junto a su marido, anotando las observaciones y dibujando diagramas de sus diseños experimentales, algo que fue de gran utilidad para entender los métodos y resultados de Antoine.

En pleno siglo XVIII, Marie-Anne Pierrette y su marido Antoine Lavoisier rehicieron el campo de la química, que hasta ese momento estaba dominado por la idea del flogisto, proveniente de la alquimia. Crédito: Wikipedia.

Así, ambos descubrieron el papel clave del oxígeno en la combustión y en la respiración de animales y plantas. Además, con sus experimentos probaron la Ley de Conservación de la materia —según la cual la cantidad de materia siempre es la misma al final y al comienzo de una reacción— y descubrieron que el agua está compuesta de oxígeno e hidrógeno. Si en ese entonces hubiera existido el Premio Nobel, posiblemente se lo habrían ganado.   

Pierre y Marie Curie: un amor radiactivo

La pasión que unió a Pierre Curie y a la estudiante Marie Skłodowska fue la más radiactiva de la historia. Pocas veces se encuentran dos vidas tan profundamente identificadas como las de este matrimonio. La historia de los Curie lo tuvo todo: romanticismo, idealismo, sacrificio y tragedia. Cuando Marie conoció a Pierre, ya llevaba tres años viviendo en París y estudiando en la Sorbona. En 1894, cuando el investigador le pidió matrimonio, hacía más de un año que trabajaban juntos en su laboratorio de París. Se casaron en 1895 y continuaron su investigación en un cobertizo, mal ventilado, sin ser conscientes de los efectos nocivos que tendría para ellos la exposición continuada y sin protección a la radiación.

Pioneros en el campo de la radioactividad, en 1898 el matrimonio anunció el descubrimiento de dos nuevos elementos: el polonio y el radio. Credito: wikipedia.

En 1898, el matrimonio anunció el hallazgo de dos nuevos elementos radiactivos: el polonio y el radio, aunque aún tuvieron que pasar cuatro años trabajando en condiciones precarias para demostrar su existencia. Finalmente, en 1903 ganaron el Nobel de Física junto a Antoine Henri Becquerel, y Marie se convirtió en la primera mujer con este galardón.

Gerty y Carl Ferdinand Cori, unidos por el metabolismo

Ciencia, amor, sabiduría y una enorme curiosidad por el metabolismo de los carbohidratos fue lo que los unió. Gerty Theresa Radnitz y Carl Ferdinand Cori se conocieron en la Facultad de Medicina de la Universidad de Praga y se casaron 1920, cuando ella terminó sus estudios. Dos años después, se animaron a salir de una Europa destrozada por la Primera Guerra Mundial y llegaron al Roswell Park Cancer Institute, en Buffalo, Nueva York, donde pudieron especializarse en la investigación del metabolismo de los carbohidratos.

La pareja de checos estaba particularmente interesada en estudiar cómo se metaboliza la glucosa en el cuerpo humano y en las hormonas que regulan este proceso. Crédito: Wikimedia.

Esta pareja de checos estaba particularmente interesada en estudiar cómo se metaboliza la glucosa en el cuerpo humano y en las hormonas que regulan este proceso. En 1929, propusieron el ciclo de Cori con el que más tarde, en 1947, ganaron el Nobel de Medicina. Este ciclo describe el mecanismo por el cual el glucógeno —un derivado de la glucosa— se convierte en fuente de energía en el tejido muscular para luego ser resintetizado y almacenado en el cuerpo. Se trataba de un mecanismo clave para entender cómo gestiona la energía del organismo.

May-Britt y Edvard Moser: en el mismo camino

El matrimonio de noruegos May-Britt y Edvard Moser descubrieron, junto a John O’ Keefe, el “GPS interno del cerebro“ que posibilita la orientación en el espacio. Ese descubrimiento les valió para ganar, en 2014 el Nobel de Medicina. Gracias a su trabajo se puede entender el sistema por el cual el cerebro permite saber dónde se está y se dirige el ser humano, además de conocer de qué manera se almacena la información para poder recordar el mismo camino en el futuro.

La pareja descubrió el “GPS interno del cerebro“ que posibilita la orientación en el espacio. Crédito: Sinc.

Los Moser, que se conocieron cuando ambos estudiaban psicología en la Universidad de Oslo y se casaron en 1985, retomaron la investigación que O’Keefe había realizado en 1971. El neoyorkino había descubierto los primeros componentes de ese sistema de posicionamiento interno: unas células del hipocampo que permitían la memoria espacial y la orientación. Treinta años después, la pareja descubrió otro componente clave: unas células nerviosas que generaban un sistema coordinado y que permitían de forma precisa situarse en el espacio. Después de ser premiados por la Academia Sueca, ambos científicos (que tuvieron dos hijas y se divorciaron en 2016) siguieron con sus carreras por separado.

 

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ

Los vikingos llegaron a América cinco siglos antes que Cristóbal Colón

Un evento de rayos cósmicos global y la madera encontrada en un asentamiento en Terranova, Canadá, ayudó a los investigadores a identificar cuándo llegaron los nórdicos por primera vez al continente americano.

Los vikingos de Groenlandia, los primeros europeos en llegar a América, vivieron hace 1.000 años en una aldea en Canadá, según una investigación publicada en Nature. Los científicos saben desde hace muchos años que los nórdicos construyeron una aldea en L’Anse aux Meadows (La Ensenada de las Medusas) en Terranova alrededor del cambio de milenio. Pero un reciente estudio es el primero en señalar con precisión la fecha de la ocupación y establecimiento de la población.

Gracias a una tormenta solar que quedó grabada en árboles y objetos de madera milenarios de todo el planeta, se ha podido determinar la fecha con exactitud de cuándo se establecieron los vikingos. Los investigadores estudiaron los anillos de la madera de varios objetos que muestran que los nórdicos se habían asentado en lo que hoy es el norte de Canadá en 1021.

Una casa comunal nórdica reconstruida junto al sitio arqueológico en L’Anse aux Meadows en Terranova, Canadá. El nuevo estudio señala que los nórdicos estuvieron allí en el año 1021 d.C. Fotografía aérea de Russ Heinl / Shutterstock

Los arqueólogos han confiado durante mucho tiempo en la datación por radiocarbono para encontrar una fecha aproximada para los materiales orgánicos como la madera, los huesos y el carbón, pero el último estudio utiliza una técnica basada en un evento de rayos cósmicos global, probablemente causado por erupciones solares masivas, para determinar una fecha exacta. Estudios previos han establecido que hubo tal evento de rayos cósmicos en el año 993 que durante unos meses causó niveles mayores de lo habitual de carbono-14 radiactivo en el dióxido de carbono de la atmósfera.

Los árboles «respiran» dióxido de carbono a medida que crecen, por lo que los investigadores utilizaron esa firma de carbono radiactivo para determinar cuál de los anillos de crecimiento anual que se ven en las secciones transversales de la madera era de 993. Luego usaron un microscopio para contar los anillos de crecimiento posteriores hasta la corteza de la madera, lo que les dio el año exacto en que el árbol dejó de crecer, en otras palabras, cuando fue talado por los nórdicos.

La palabra del equipo de investigación

Los exploradores vikingos, que pudieron ser hasta 100 personas, tanto mujeres como hombres, talaron árboles para construir una aldea y reparar sus barcos. El estudio publicado en Nature fija una fecha en la que estuvieron allí al mostrar que talaron al menos tres árboles en el año 1021, 470 años antes de que Cristóbal Colón llegara a las Bahamas en 1492. “Esta es la primera vez que se establece científicamente la fecha”, dijo la arqueóloga Margot Kuitems, investigadora de la Universidad de Groningen en los Países Bajos y autora principal del estudio. “Anteriormente, la fecha se basaba solo en sagas, historias orales que solo se escribieron en el siglo XIII, al menos 200 años después de que ocurrieran los eventos que describieron”, dijo.

Los edificios nórdicos reconstruidos en L’Anse aux Meadows se basan en excavaciones en el sitio arqueológico. Este edificio pudo haber sido una iglesia; muchos nórdicos eran cristianos en ese momento, pero quizás no exclusivamente. Fotografía de Glenn Nagel / Shutterstock

Los primeros colonos nórdicos en Groenlandia eran de Islandia y Escandinavia, y la llegada de los exploradores a Terranova marca la primera vez que la humanidad dio la vuelta al mundo entero. Pero su estancia no duró mucho. La investigación sugiere que los nórdicos vivieron en L’Anse aux Meadows durante tres a 13 años antes de abandonar el pueblo y regresar a Groenlandia. Los restos arqueológicos ahora están protegidos como un hito histórico y Parks Canada ha construido un centro de interpretación cercano. Está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La aldea fue excavada en los años sesenta y allí se encontraron pruebas de que aquellas casas habían sido levantadas por los vikingos. Una de ellas es el corte angular y preciso en las maderas, algo que solo se podría haber hecho con hachas u otras herramientas metálicas. Y los habitantes originales de la región desconocían la metalurgia.

La clave científica para la fecha exacta en que los nórdicos estuvieron allí es un pico en una forma naturalmente radiactiva de carbono detectada en antiguas piezas de madera del sitio: algunos palos desechados, parte del tronco de un árbol y lo que parece ser una pieza de un tablón. Los indígenas ocuparon L’Anse aux Meadows tanto antes como después de los nórdicos, por lo que los investigadores se aseguraron de que cada pieza tuviera marcas distintivas que mostraran que se había cortado con herramientas de metal, algo que los indígenas no tenían.

Muestra de las maderas del yacimiento vikingo analizadas en las que se aprecian tanto el corte metálico como los anillos del árbol. Crédito: M. KUITEMS/UNIVERSIDAD DE GRONINGA

Para su sorpresa, cada una de las tres piezas de madera que probaron era de un árbol talado en 1021, aunque eran de tres árboles diferentes: dos abetos y probablemente un enebro. Los investigadores no pueden decir si la fecha de 1021 fue cerca del comienzo o el final de la ocupación nórdica, pero esperan que una mayor investigación sobre otra madera del sitio amplíe el rango de fechas.

Aunque los vikingos llegaron a América casi 500 años antes que Colón, su presencia allí no fue mucho más allá de La Ensenada de las Medusas, ni siquiera en el tiempo. Lo resume el investigador holandés, Michael Dee: “Científicamente no podemos decir mucho más sobre el tiempo que estuvieron allí. Pudieron pasar un año o varias veces en estancias cortas. O quizá permanecieron algo más, puede que una década. Todas las pruebas arqueológicas sugieren que su estancia fue relativamente breve”.

Fuente: NBC News (www.nbcnews.com) y Diario El País (www.elpais.com)

La primera frase escrita de uno de los más antiguos alfabetos aparece en un peine para piojos

Por Agencia EFE para SINC

Arqueólogos de Israel han desenterrado un diminuto peine de marfil de hace 3700 años con un mensaje grabado en lengua cananea: “Que este colmillo acabe con los piojos del cabello y la barba”. Según sus descubridores, “se trata de un hito en la historia de la capacidad humana de escribir”.

Los cananeos, habitantes de la región y civilización de Canaán (localizada entre el mar Mediterráneo y el río Jordán), inventaron uno de los primeros alfabetos que se conocen hacia el 1800 a. C., pero hasta ahora no se habían descubierto inscripciones muy significativas.

El pasado noviembre, sin embargo, un grupo de arqueólogos israelíes informa en el Jerusalem Journal of Archaeology del hallazgo de un pequeño peine de marfil del 1700 a. C. donde aparece escrita la primera frase completa conocida en cananeo. Su texto hace referencia a la función del objeto: “Que este colmillo acabe con los piojos del cabello y la barba”.

Aunque este peine fue encontrado en 2017 en el yacimiento de Tel Lachish (Israel), las letras grabadas se han identificado durante un procesamiento posterior realizado este mismo año, según detalla el estudio. 

El descubrimiento lo hizo un equipo liderado desde la Universidad Hebrea de Jerusalén (HU) y el texto lo descifró el epigrafista semítico Daniel Vainstub de la Universidad Ben Gurion.

Imagen del peine de marfil con la inscripción en cananeo: “Que este colmillo acabe con los piojos del cabello y la barba”. / EFE/Dafna Gazit, Israel Antiquities Authority

La inscripción es una prueba directa del uso del alfabeto en las actividades cotidianas hace unos 3700 años y «se trata de un hito en la historia de la capacidad humana de escribir», señala otro de los firmantes, Yosef Garfinkel, de la HU.

El peine mide unos 3,5 por 2,5 centímetros y las bases de las púas son visibles en ambos extremos, pero estas se rompieron en la antigüedad. La parte central está algo erosionada, posiblemente por la presión de los dedos al sujetarlo durante el cuidado del cabello o la eliminación de los piojos de la cabeza o la barba.

17 letras y siete palabras

En este utensilio de marfil hay 17 letras cananeas, que forman siete palabras que hoy se pueden traducir con la frase «Que este colmillo acabe con los piojos del pelo y de la barba», grabadas de forma superficial y escritas en forma arcaica, de la primera etapa de la invención de la escritura alfabética.

Dibujo de la inscripción en el peine para piojos. / Daniel Vainstub et al./Jerusalem Journal of Archaeology

La habilidad del grabador para ejecutar con éxito unas letras tan diminutas (de 1 a 3 milímetros de ancho) es un hecho que, a partir de ahora, debería tenerse en cuenta en cualquier intento de resumir y sacar conclusiones sobre la alfabetización en Canaán en la Edad del Bronce, destacan los autores.

La inscripción tiene características “muy especiales, algunas de las cuales son únicas y llenan vacíos y lagunas en nuestro conocimiento de muchos aspectos de la cultura cananea”, apuntan los investigadores, y destacan que, por primera vez, se dispone de una frase verbal completa escrita en el dialecto que hablaban los habitantes cananeos de la antigua ciudad de Lachish.

Peine de 14 y 6 puas

El peine tenía en uno de sus lados seis púas gruesas para desenredar los nudos del cabello y por el otro catorce finas, que se utilizaban para eliminar piojos y liendres.

Respecto al marfil, era un material muy caro, por lo que probablemente fue un objeto de lujo importado, quizás desde el cercano Egipto, lo que indica que incluso la gente de alto nivel social sufría de piojos.

La inscripción arroja luz sobre algunos aspectos de la vida cotidiana de la época, hasta ahora poco atestiguados, y es el primer descubrimiento en la región de una inscripción que hace referencia a la finalidad del objeto en el que fue escrita, a diferencia de otras grabaciones escritas de dedicación o propiedad en los objetos.

Los investigadores también analizaron el peine para detectar la presencia de piojos y encontraron restos de 0,5 a 0,6 milímetros. Las condiciones climáticas de Lachish no permitieron conservar los insectos enteros, sino solo la membrana externa de la fase de liendre.

Yacimiento de Tel Lachish (Israel). / Oren Rozen

Fuente: SINC.