El funeral, un ritual muy humano

Velorio, entierro, exequias, sepelio, servicio funerario, inhumación, velatorio, honras fúnebres, sepultura, son algunos de los términos con los que nos referimos a uno de los ritos más importantes, y el más significativo, para los seres humanos de todas las culturas.

Aunque las teorías evolutivas demuestran que compartimos ancestros con otras especies animales, hay ciertos rasgos y prácticas que nos hacen especiales, separándonos del resto de los seres vivos. Hay animales que se ven afectados ante la muerte de algún integrante de su manada. Por ejemplo, los elefantes parecen adoptar comportamientos de “duelo y consuelo” e incluso parecen darse cuenta de que lo sucedido es irreversible. Sin embargo, ninguna especie honra a sus muertos como lo hacemos los seres humanos, a través de rituales de diferente complejidad según las culturas y las diferentes prácticas heredadas de nuestros ancestros. 

Establecer desde cuándo los seres humanos comenzamos a realizar estos rituales puede ser todo un desafío. En un yacimiento llamado “La Sima de los Huesos de Atapuerca” descubierto en Burgos, España, se encontraron huesos de 28 individuos diferentes de la especie Homo heidelbergensis, una especie anterior a los neandertales que habitó la zona hace aproximadamente 400.000 años. Investigadores involucrados en los hallazgos afirmaban que se trataba de “el primer santuario de la humanidad” y de “la prueba más antigua de un comportamiento funerario y de una acumulación colectiva” de restos fósiles humanos. El descubrimiento junto a los restos óseos de un hacha de mano realizada con materiales que no estaban disponibles en la zona, reforzó estas hipótesis al ser interpretado simbólicamente como un tipo de tributo hacia esos muertos.

Reconstrucción del enterramiento neandertal de La Chapelle-aux-Saints, Francia, el primero que se atribuyó a una especie distinta de los sapiens. Créditos: V. MOURRE

Otro yacimiento sorprendente fue descubierto en 2013 a unos 50 kilómetros de la ciudad sudafricana de Johannesburgo. Se trata de la cueva Rising Star, donde se encontraron restos de 15 individuos de distintas edades y de ambos sexos de la especie Homo naledi, datados de hace unos 300.000 años. La complejidad para llegar hasta la cámara donde fueron encontrados los huesos implicaba un intrincado recorrido de 80 metros, trepar paredes y descender por una angosta grieta hasta llegar a 30 metros de profundidad. En este caso, sin embargo, la ausencia de otros objetos simbólicos -como figuras talladas- o comportamientos -como pinturas rupestres- ponen en duda sobre si se trató de rito funerario o simplemente una acumulación de huesos realizada para ocultar los cuerpos en descomposición de los fallecidos a fines de no atraer animales carroñeros que pudieran poner en peligro a la comunidad.     

Para intentar confirmar si la formación de ambos yacimientos respondían a prácticas funerarias  o simplemente a una acumulación de huesos, un grupo de científicos realizó un estudio a partir de simulaciones informáticas de varios yacimientos de este tipo. Como conclusión los resultados fueron concluyentes respecto a que ambos casos podrían tratarse de acumulaciones de hueso casuales y, aunque se pueda afirmar con cierta confianza que fueron humanos los que arrojaron a sus congéneres a aquellos pozos, sigue siendo difícil asegurar que lo hicieron como parte de un ritual para facilitar su paso a otros mundos o para aliviar a sus deudos.

Finalmente, los indicios de una sepultura con intenciones rituales fueron descriptos en 1908 por dos curas católicos -los hermanos Jean y Amédée Bouyssonie- quienes descubrieron en la cueva de La Chapelle-aux-Saints, Francia, los restos de un neandertal de hace 50.000 años. Según ellos, la posición fetal en la que estaba el cuerpo y las herramientas que lo acompañaban apuntaban a un entierro intencionado. A principios del siglo XX los neandertales eran considerados primitivos. Sin embargo, la gran cantidad de hallazgos arqueológicos posteriores revelaron a los neandertales como una especie muy cercana al homo sapiens por lo cual se infiere que podrían haber incurrido en prácticas funerarias impulsadas por el simbolismo y producto de una capacidad de abstracción y previsión suficiente para asumir su propia mortalidad, la de sus congéneres y para actuar con la solemnidad que demanda ese conocimiento.

Fuente: El País

¿Fue el sexo con humanos la causa de la extinción de los neanterdales?

Por SINC

Un nuevo estudio de investigadores del Museo de Historia Natural de Londres apoya la hipótesis de que la mezcla con nuestros antepasados pudo haber sido una de las causas de la desaparición de los neandertales.

Investigadores del Museo de Historia Natural de Londres ahondan en un nuevo artículo en la idea de que que el Homo sapiens podría haber sido responsable de la extinción de los neandertales no por la violencia, sino por el sexo. El trabajo, publicado en la revista PalaeoAnthropology, plantea la posibilidad de que el mestizaje con nuestros antepasados podría haber reducido el número de neandertales que se reproducían entre sí, lo que habría provocado su eventual extinción.

Aunque hasta la fecha solo se han secuenciado 32 genomas de neandertales, por lo que es posible que la ausencia de ADN de Homo sapiens en su genoma sea en realidad una peculiaridad del muestreo, los autores esperan que los avances en la tecnología de secuenciación del ADN puedan resolver esta hipótesis al disponer de más genomas.

Cráneo de neandertal (a la izquierda) y de Homo sapiens (a la derecha). / © The Trustees of the Natural History Museum

Chris Stringer, jefe de investigación de evolución humana en el museo británico, es el autor del nuevo artículo junto con su colega Lucile Crété. Stringer señala que «nuestro conocimiento de la interacción entre Homo sapiens y neandertales se ha hecho más complejo en los últimos años. Sin embargo, todavía es raro ver una discusión científica sobre cómo ocurrió realmente el mestizaje entre los grupos«, subraya.

«Nuestro planteamiento es que una absorción continua de individuos neandertales en grupos de Homo sapiens podría haber sido uno de los factores que condujeron a la su desaparición», señala Stringer.

La hipótesis de los investigadores se basa principalmente en el hecho de que, aunque el 2 % del genoma humano procede de los neandertales, no hay pruebas de que los humanos hayan influido en el acervo genético neandertal.

Los investigadores destacan que «si los neandertales fértiles eran absorbidos regularmente por los grupos de Homo sapiens, también eran eliminados de las reservas genéticas de los neandertales, y una fuga tan constante de individuos jóvenes no es algo que pudiera mantenerse durante mucho tiempo en pequeños grupos de cazadores-recolectores».

El debate continúa abierto

«No sabemos si el aparente flujo genético unidireccional se debe a que simplemente no ocurría, a que la reproducción tenía lugar pero no tenía éxito, o a que los genomas neandertales que tenemos no son representativos», señala Stringer, ya que, recuerda, solo se han secuenciado completamente 32 genomas neandertales.

«A medida que se secuencien más genomas neandertales, deberíamos ser capaces de ver si algún ADN nuclear del Homo sapiens pasó a los neandertales y demostrar si esta idea es correcta o no», señalan los autores.

En el futuro, la investigación también podría analizar cuestiones similares relacionadas con otra especie de homínidos conocida como los denisovanos, lo que nos daría una idea más clara de cómo interactuaba nuestra especie con sus parientes más cercanos, concluyen los autores.

Referencia:
Chris Stringer et al. «Mapping Interactions of H. neanderthalensis and Homo sapiens from the Fossil and Genetic Records», PaleoAnthropology (2022). 

Fuente: SINC.

Revelan la existencia de un nuevo dinosaurio que vivió en la Patagonia hace 70 millones de años

POR CONICET

Así lo determinó un estudio sobre colecciones de huesos que hasta ahora no habían sido identificadas con ninguna especie.

Un nuevo estudio de científicos del CONICET sobre diferentes colecciones de huesos halladas en la localidad de Salitral Moreno, ubicada al sur de la ciudad de General Roca (Provincia de Río Negro), reveló la existencia de un nuevo dinosaurio que habitó la Patagonia argentina a fines del período Cretácico, hace unos 70 millones de años. La nueva especie, un anquilosaurio de tamaño pequeño, fue bautizada como Patagopelta cristata. La investigación fue publicada en la revista Journal of Systematic Palaeontology.

Reconstrucción digitalizada de Patagopelta a orillas de un río. Los anquilosaurios de la familia nodosauridae, como Patagopelta, se estima que vivían en humedales. Créditos: Gabriel Díaz Yantén. Fuente: CONICET.

“El estudio adquiere relevancia dado que Patagopelta es la primera especie de anquilosaurio descripta para el territorio continental de la Argentina, lo que llena el vacío existente para este grupo y  suma un nuevo tireóforo a los escasísimos restos incompletos e indeterminados conocidos para nuestro país de este tipo de dinosaurios ornitisquios”, señala Facundo Riguetti,  primer autor del trabajo y becario doctoral del CONICET en el Centro de Estudios Biomédicos, Ambientales y Diagnóstico (CEBBAD, Universidad Maimónides) y la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.

Aunque en este caso, el equipo que estudió los restos fósiles encontrados en Salitral Moreno no fue responsable del descubrimiento de los huesos, el trabajo permite terminar de poner en valor los hallazgos realizados por diferentes grupos de investigación desde los años ’80 en adelante. Aunque los huesos no permiten reconstruir a un animal completo, ni proceden de un mismo individuo, fueron suficientes para que los especialistas pudieran comprender que se encontraban frente a una nueva y única especie.

Restos óseos de Patagopelta cristata. Muchos de estos ya eran conocidos, pero no fue hasta ahora que con nuevos materiales se pudo diagnosticar la nueva especie. Foto: gentileza investigadores. Fuente: CONICET.

Los anquilosaurios son un grupo de dinosaurios cuadrúpedos herbívoros, protegidos por corazas en la cabeza y todo el lomo y cola del animal, que cuentan con un amplio registro fósil para el Cretácico del hemisferio norte, pero muy escaso en el hemisferio sur, donde solo se han hallado unas pocas especies en Australia, Chile, Antártida y Marruecos.

Patagopelta es un nodosáurido, una de las dos grandes familias, junto con la de los anquilosáuridos, en las que se dividen tradicionalmente los anquilosaurios. Los nodosáuridos se caracterizan por llevar grandes espinas en la zona del cuello y hombros, así como por carecer de las mazas o garrotes caudales presentes en el grupo de los anquilosáuridos.

El elemento mejor conservado de Patagopelta es el fémur, que está completo y muestra todas las características propias de los nodosáuridos, y uno los restos más importantes y distintivos es una porción de la armadura del cuello, la cual tiene espinas y crestas particulares de este ejemplar. Este es el motivo por el cual se lo bautizó Patagopelta cristata, que significa coraza crestada de Patagonia.

Diversidad de escudos y otros elementos de Patagopelta cristata descriptos por primera vez. Foto: gentileza investigadores. Fuente: CONICET.

Por otro lado, uno de los elementos más abundantes colectados en Salitral Moreno corresponde a las piezas individuales que componen la extensa armadura protectora, llamados osteodermos -escudos de hueso formados bajo la piel- similares a los escudos que hoy en día se pueden ver en el lomo de los cocodrilos y yacarés. Estos elementos, dispuestos en hileras paralelas a lo largo del dorso y cola del animal, le conferían protección al anquilosaurio mientras vivió.

Un animal de tamaño pequeño

“Para tratarse de un dinosaurio acorazado, Patagopelta tiene un tamaño extremadamente pequeño. Por el tamaño del fémur, de solo 25 centímetros de largo, estimamos que el animal debió medir entre dos y tres metros de largo, mientras, en general, los anquilosaurios son animales de tamaño mediano o grande, con una longitud promedio de entre cuatro y cinco metros”, señala Sebastián Apesteguía, coautor del estudio e investigador del CONICET en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.

Los nodosáuridos son un grupo de anquilosaurios que evolucionó en el hemisferio norte, pero hacia finales del cretácico, un puente continental se estableció entre Sudamérica y Norteamérica, lo que permitió el intercambio biológico entre hemisferios. Mientras hacia el norte emigraron dinosaurios de cuello largo como los titanosaurios, del norte hacia el sur ingresaron dinosaurios de pico de pato y anquilosaurios nodosáuridos, además de lagartos y mamíferos como las comadrejas o zarigüeyas. “Es por eso en Sudamérica que tan solo esperamos hallar animales como Patagopelta en rocas de fines del Cretácico, justo antes de que tuviera lugar la extinción global de los dinosaurios”, afirma Apesteguía.

Reconstrucción digitalizada de Patagopelta. Los anquilosaurios de la familia nodosauridae, como Patagopelta, se estima que vivían en humedales. Créditos: Gabriel Díaz Yantén. Fuente: CONICET.

De acuerdo con el diagnóstico de los especialistas es posible que el pequeño tamaño de Patagopelta esté vinculado con algún evento de enanismo. “Una hipótesis es que se deba al evento biológico conocido como ‘regla de la isla’ o enanismo insular, que implica debido a la escasez de recursos sólo los ejemplares más pequeños tienen posibilidades de sobrevivir en las islas, dado que demandan menos manutención al ambiente. Y efectivamente, a finales del Cretácico, el norte de la Patagonia se vio invadido por un brazo del océano Atlántico conocido como Mar de Kawas, que restringió el paso a muchas especies, varias de las cuales se adaptaron a la vida en las islas del norte de la Patagonia. Es probable que esto se relacione con el enanismo en anquilosaurios y también en los titanosaurios saltasaurinos de esa época”, explica Riguetti.

El becario doctoral del CONICET Facundo Riguetti es el primer autor del trabajo. Foto: gentileza investigadores. Fuente: CONICET.

De hecho, algunos años atrás, el mismo equipo de investigación describió huellas de anquilosaurios enanos, posiblemente afectados por causas similares, caminando por el fondo de un brazo de mar cretácico poco profundo en Bolivia. En este sentido, esta nueva especie de anquilosaurio enano amplía la discusión sobre la masa corporal y los aspectos paleobiológicos de los anquilosaurios.

Fuente: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).