¿Quiénes fueron? y ¿Qué hicieron en pos del desarrollo de las ciencias, las tecnologías, las humanidades, las artes y el conocimiento? Esta es la continuación de un repaso cronológico de los perfiles de algunas personalidades de la historia que sobrepasan el estándar de profesionales de las ciencias. Además, al final de esta nota te proponemos dos desafíos.
En la primera parte de esta nota llegamos hasta el siglo I d.C. Continuemos entonces desde ahí y viajemos mentalmente hasta los siglos II y III, cuando los inexactos registros de la época ubican a María la judía (alias María la hebrea o Miriam la profetisa). María la judía vivió en Alejandría y es considerada la fundadora de la alquimia y una pionera en la experimentación y el desarrollo de esta práctica. Fue autora de los primeros tratados en los que describió la leucosis y la xantosis, las operaciones que después se tomarían como la base de esta disciplina. Asimismo se le atribuye la invención de dispositivos como el Tribikos -un artefacto para la destilación de elementos químicos- y el Kerotakis, un aparato de reflujo utilizado para calentar sustancias y recoger sus vapores. Este fue su invento más importante y reconocido. A su vez, otro de sus aportes más curiosos fue el “baño María”, el proceso utilizado aún hoy en la industria y los quehaceres domésticos para calentar sustancias de manera indirecta y uniforme a través de un primer recipiente que contiene agua en su punto de ebullición.
En otra parte del globo, precisamente en el reino de Wei, actual territorio chino, vivió Liu Hui (225-295). Liu Hui fue un matemático que editó -con la inclusión de comentarios de gran relevancia- el libro “Jiuzhang Suanshu” (Los nueve capítulos del arte matemático), una obra considerada en la historia China como la más importante sobre la disciplina y en la que trabajaron infinidades de generaciones tanto anteriores como posteriores a Hui. Dentro de sus capítulos consta el postulado de Liu Hui -con una estimación aún más precisa que la de Claudio Ptolomeo- sobre el valor numérico de Pi (𝜋=3,14159).
Entre el 355 y el 416, los registros históricos hacen mención a Hipatia de Alejandría como una filósofa, escritora, inventora, maestra de la escuela neoplatónica y una de las primeras matemáticas de la historia. Dentro de esta disciplina contribuyó en gran medida a la geometría, el álgebra y la astronomía. Además de diseñar mejoras para instrumentos como el astrolabio, se le atribuye la invención del hidrómetro -un instrumento para medir el peso de los líquidos- y el hidroscopio -un dispositivo para medir el nivel del agua-. Dentro de su prolífica obra se destaca la mejora de los modelos de las ecuaciones algebráicas y la elaboración de tablas astronómicas. Hipatia fue asesinada en su ciudad natal (Alejandría) de manera atroz por una turba de cristianos fanáticos instigados por una creciente tensión con el resto de las religiones y contra el paganismo que ella profesaba. Sin dudas Hipatia fue una mártir de la ciencia y un símbolo del declive del pensamiento clásico ante el avance del cristianismo.
Durante un extenso período en el que el mundo occidental transitó épocas de retroceso y oscurantismo, la ciencia encontró refugio en otras culturas, latitudes y longitudes donde polímatas de aquellos tiempos conservaron los conocimientos desarrollados y continuaron profundizándolos a partir de sus propias investigaciones e invenciones. Tal es así que entre el 810 y el 887 la historia registra la figura del musulmán Abu l-Qāsim Abbās ibn Firnās (o Abbás Ibn Firnás) quién se desempeñaba como físico, químico, astrónomo, médico, ingeniero, inventor, filósofo, músico y poeta. A Abbás Ibn Firnás se lo conoce como la primera persona en intentar un vuelo (con lo que fue el predecesor del paracaídas) y el precursor de la aeronáutica -ya que construyó el primer planeador de la historia con el que logró un vuelo breve pero exitoso-. Este hito resulta aún más trascendental, teniendo en cuenta que lo concretó en 875, más de 600 años antes que Da Vinci hiciera sus famosos modelos de máquinas voladoras y poco más de 900 años antes que Pilatre de Rozier y François Laurent consiguieran realizar el primer vuelo de la era moderna (completado en un globo aerostático sobre la ciudad de París). Tamaña contribución a la ciencia fue alcanzada por Abbás Ibn Firnás gracias a un estudio minucioso sobre el vuelo de las aves a quienes emuló a través de la confección de unas alas de madera recubiertas de tela de seda. Sin embargo estos no fueron todos sus aportes. Desarrolló además una técnica para cortar cuarzo (llamado cristal de roca en aquella época), una esfera armilar y construyó un planetario. Abbás Ibn Firnás murió en 887 en la ciudad de Córdoba, Al-Ándalus (actual territorio español).
Más adelante en el tiempo, en la ciudad de Basora, actual Irak, nació en 965 (año 354 del calendario musulmán) Abū Alī al-Hasan ibn al-Hasan ibn al-Háytham -popularmente conocido en occidente como Alhacén o Alhazen-. Alhacén fue un físico árabe musulmán, experto en astronomía y creador del método científico a partir de la realización de aportes en el campo de la experimentación. Además se lo puede considerar como el precursor de la óptica por sus trabajos y experimentos con lentes, espejos, reflexión y refracción, en los que demostró que toda la luz natural proviene del sol, viaja en línea recta y posibilita ver la imagen con nuestros ojos. Además, a partir de un completo estudio del ojo humano y de cómo funciona la visión a través de la retina y el cristalino fue capaz de inventar la primera cámara estenopeica. En el campo de la geometría formuló los primeros postulados sobre geometría elíptica y geometría hiperbólica. Alhacén murió en 1040 en El Cairo, actual capital de Egipto.
En 980 nacido en la ciudad de Bujará, actual Uzbekistán, los escritos destacan a Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sĩnã conocido para el mundo occidental como Ibn Sina o Avicena, a quién apodaron como “el príncipe de los sabios”, “el más grande de los médicos” y “el maestro por excelencia”. El desarrollo de conocimiento conseguido por Avicena incluyó las más variadas disciplinas entre ellas la filosofía, la lógica, el Kalam (ciencia religiosa islámica), la poesía, la teología, las ciencias de la Tierra, la filosofía de la ciencia, la física, la psicología, la astronomía, la química, la geología y la mecánica. Sin embargo sus contribuciones más importantes fueron en el campo de la medicina a partir de la escritura de cerca de 300 libros sobre la temática, siendo los más importantes “El libro de la curación” -seis volúmenes en los que mezcla conocimientos de lógica, física, metafísica, botánica, zoología, matemáticas, música y psicología– y “El canon de medicina”, una enciclopedia puramente médica de 14 volúmenes basada en la combinación de su propia experiencia en dicha práctica, en los escritos de Galeno -uno de los más completos investigadores médicos de la edad antigua-, en los textos de Sushruta y Charaka -los padres de la medicina india y ayurvédica, respectivamente- y en libros de medicina persa y árabe. Como consecuencia de todo esto se considera a Avicena como uno de los más grandes médicos de todos los tiempos y el precursor de la medicina moderna.
Volviendo a Europa, alrededor del 1050, se destaca en su ciudad natal (actual Italia) la figura de Trota de Salerno (alias Trótula) quien fue una reconocida médica especialista en ginecología, catedrática y autora de numerosos tratados de anatomía y fisiología femeninas y otros libros que se convirtieron en referencia para el estudio de la materia en los siglos posteriores. Una de sus contribuciones más importantes fue su obra “De Passionibus Mulierum Curandorum” (Las dolencias de las mujeres) donde explicó en detalle el funcionamiento del cuerpo femenino desde el inicio de la menstruación, pasando por el control de la natalidad y la concepción, el embarazo, el parto y el puerperio, y hasta las afecciones urinarias más comunes y otras enfermedades del útero. Otro de sus aportes fue el “De ornatu mulierum” un tratado sobre cosmética, dermatología y enfermedades de la piel en el que describió por primera vez las llagas y sarpullidos producto de la manifestación cutánea de la sífilis. Trota tuvo una destacada posición como catedrática en la Escuela Médica Salernitana -el centro de conocimiento médico más importante del medioevo- donde llegó a formar grupos de destacadas mujeres médicas. Trota comprendía y recomendaba la importancia del aseo personal, de tener una dieta equilibrada y de la práctica de actividad física como costumbres a adoptar para vivir una vida sana y como conceptos básicos de medicina preventiva. Trota estudió y difundió la conveniencia de realizar cirugías en entornos sanitizados para evitar lo más posible las infecciones en pacientes.
En tierras del Sacro Imperio Romano Germánico, entre el 1098 y el 1179 los textos mencionan a Hildegard von Bingen (Hildegarda de Bingen) como una monja y abadesa benedictina, activa compositora musical y prominente médica, naturalista, escritora, poeta y filósofa. Hildegarda de Bingen es considerada la precursora de la historia natural. Además de sus cuantiosas obras literarias sobre religión y teodicea fue autora de textos sobre cosmología y antropología. Sus contribuciones de carácter científico más importantes fueron: el “Liber simplicis medicinae”-nueve tomos sobre las propiedades curativas de plantas, animales y otros elementos como los metales- y el “Liber composite medicinae” en el que describió varias enfermedades y sus tratamientos. Respecto a sus obras musicales Hildegarda compuso 43 antífonas, 18 responsorios, 7 secuencias, 4 himnos, 2 sinfonías, 1 aleluya, 1 kyrie, 1 oratorio y 1 pieza libre. Asimismo fue la autora de un auto sacramental musicalizado. Reconocida como una de las personalidades más influyentes y una de las escritoras más prolíficas de su tiempo, Hildegarda murió a los 81 años. En 1227 el papa Gregorio IX abrió su proceso de canonización que finalizó 785 años después (en 2012) cuando finalmente el papa Benedicto XVI procedió a su canonización extraordinaria y la nombró “doctora para la Iglesia Universal”.
Otro de los exponentes principales de la Edad de Oro del islam –nacido en 1136 en la ciudad de Cizre- fue Badi az-Zaman Abū al-‘Iz Ibn Ismā’īl ibn al-Razāz al-Jazarī, conocido en occidente como Al Jazarí. Además de ser artesano, artista y escritor, sus campos de acción incluían la matemática, la astronomía, la ingeniería y la ingeniería mecánica específicamente. En estas últimas disciplinas Al Jazarí provocó una revolución a partir del diseño y la invención de dispositivos mecánicos y autómatas, por lo que se lo conoce como el padre de la robótica. Su principal obra fue “El libro del conocimiento de ingeniosos dispositivos mecánicos” en el que describe y brinda precisas instrucciones para la construcción de cerca de 100 artefactos entre los que se encuentran relojes, bombas de agua, fuentes, árboles de levas, bielas y cigüeñales -además de sus famosos autómatas que utilizaban la hidráulica como principal tecnología motriz-. Al Jazarí falleció en la actual Turquía en 1206.
Llegando al final de este repaso nos centraremos en la figura de Leonardo da Vinci. Leonardo di ser Piero da Vinci (así era su apelativo completo) nació en 1452 en Anchiano, un pueblo del municipio de Vinci (cercano a la ciudad italiana de Florencia) y es reconocido como el más grande exponente del Renacimiento italiano y tal vez el más consagrado de todos los científicos y polímatas. Leonardo fue artista -pintor, escultor y músico-, escritor -poeta y filósofo-, arquitecto y urbanista, ingeniero, inventor, astrónomo, anatomista, matemático, botánico y paleontólogo. Su conocimiento en estas múltiples disciplinas y su capacidad inventiva eran tan formidables que incluso algunos de sus diseños que no pudieron ser construidos en la época por insuficiencias tecnológicas, pudieron ser validados años y hasta siglos después. Leonardo realizó múltiples contribuciones en todas las disciplinas que desempeñó. Su práctica científica se basaba fundamentalmente en la observación de la naturaleza, como sus estudios sobre el vuelo de las aves o el movimiento del agua. En el campo de la matemática concibió un instrumento con el que solucionó de manera mecánica (no algebráica) el Problema de Alhacén y, aplicada a la arquitectura, investigó sobre el estrés, la tensión y la elasticidad de los materiales de construcción. Por otra parte, en física realizó aportes al estudio de la luz, la óptica y la hidrología. Asimismo, se formó en anatomía humana diseccionando cadáveres para realizar dibujos de huesos, órganos internos, músculos, tendones y hasta del sistema vascular. También incursionó en anatomía animal para hacer comparaciones con la de hombres y mujeres. En ingeniería se destacó por diseños conceptuales como la máquina voladora, el helicóptero, el ala delta o el barco de palas, y por inventos prácticos como el submarino, el carro de combate (precursor del tanque de guerra), el carro autopropulsado (antecesor del automóvil), el casco doble (para barcos), la escafandra, el rulemán; y otros artefactos como la calculadora, bombas hidráulicas y mecanismos de engranajes, bielas y manivelas. Además, aplicando sus conocimientos de ingeniería en la arquitectura y el urbanismo Leonardo fue sobresaliente en el diseño de puentes. Dentro de sus más conocidos se encuentran el puente autoportante, el puente giratorio, el puente de dos plantas, el puente giratorio de barcas, el puente canal y el puente del Cuerno de Oro, cuya historia es particularmente asombrosa. Resulta que en 1502 -ante la necesidad de unir las ciudades de Estambul y Galata- el por entonces sultán del Imperio otomano Bayezid II, al no encontrar quien pudiese construir un puente sobre un estuario del estrecho del Bósforo conocido como Cuerno de Oro, recurrió a Leonardo para materializar el proyecto. Leonardo le envió al sultán una carta con un innovador diseño de un puente de arco aplanado a partir de la utilización de bloques de piedra que perfectamente encastrados mantendrían su estructura gracias a la fuerza de gravedad. El puente hubiera medido alrededor de 240 metros de largo -diez veces más de lo habitual en esa época- 23 metros de ancho y 40 metros de altura en su punto máximo, lo que hubiera posibilitado el paso de barcos a vela. Eventualmente, Bayezid II desestimó el proyecto, aconsejado por sus asesores quienes lo consideraron inviable. Lo más impresionante sobre el diseño de Leonardo es que se adelantaba 300 años a los principios teóricos necesarios para el cálculo de este tipo de estructuras. Por fin, más de 500 años después, utilizando el modelo y los cálculos de Leonardo, un arquitecto noruego (Vebjörn Sand) construyó en 2001 cerca de Oslo el mismo puente (a menor escala y con materiales diferentes) y, por otro lado, estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts realizaron una réplica a escala -imprimiendo en 3D lo que hubieran sido las “piezas” de piedra- y comprobaron que la idea de Leonardo no sólo hubiera sido viable sino que se hubiese convertido en el puente de arco más grande del mundo en esa época. Y hay más, su ingenio era tan grande que también inventó máquinas como la de pulir espejos -resolviendo los problemas en la obtención de superficies regulares planas y/o cóncavas-; el telar mecánico y la máquina de cardar, lo que lo transformó en un pionero en intentar mecanizar procesos de fabricación. Por si todo esto fuera poco, dentro de su vasta producción artística, las contribuciones de Leonardo también fueron revolucionarias a partir de sus aportes en técnicas pictóricas innovadoras como en el sentido de la composición y el uso sutil de los esfumados de colores; en la utilización de la luz y la perspectiva; y en la técnica y la combinación de luces y sombras.
De esta manera, conociendo un poco más sobre las contribuciones de conocimiento en los campos de las ciencias, las tecnologías, las humanidades y las artes de estas extraordinarias personalidades, terminamos este repaso histórico proponiéndote dos desafíos:
- Escondida a plena vista entre los textos de ambas notas podrás encontrar una respuesta concreta a las preguntas que formaron la hipótesis. Te invitamos a escribirnos y decirnos quién creés que fue (el primer científico o la primera científica de la historia) y por qué se le puede adjudicar el título de profesional de la ciencia.
- Además, como habrás notado, son 10 personalidades que descubrimos en cada parte por lo que faltarían dos personas más para armar dos equipos de 11… ¿Te animás a incluir una argentina o argentino para completar cada equipo y describirnos cuáles fueron sus aportes científicos por los qué considerás que tienen que formar parte de esta lista?
Vamos a publicar tus respuestas en los destacados de nuestra web con tu nombre y apellido, solo nombre, alias, usuario de Instagram u otras redes, de manera anónima o como vos quieras (solo aclararlo en tu mail). Quedarán publicadas durante todo el mes de abril en homenaje a que el 10 celebramos el Día de la Investigadora y el Investigador Científico. Esperamos tu mensaje en tec@mincyt.gob.ar junto con ambas respuestas a este desafío y el asunto: Desafío TEC.