Inventan un proceso para reducir un 90% los residuos hospitalarios

¿Sabés para qué sirve la bolsa de residuos roja? Si alguna vez fuiste a un hospital por tu salud, como visita o estuviste en una guardia, seguramente viste que separan los residuos en bolsas negras y rojas.

Pero ¿por qué se hace esto en todos los hospitales, clínicas y centros de salud del mundo? Las bolsas negras son para arrojar residuos comunes como envases de bebidas, restos de comida, etc. En cambio, las bolsas rojas son exclusivas para los desechos hospitalarios que pueden representar un riesgo para la salud humana o para el ambiente como jeringas, restos de fluidos biológicos, medicamentos y elementos de protección descartables, entre otros. Una vez puestos en esas bolsas rojas, estos residuos siguen un circuito especial dentro del hospital para tener un tratamiento que requiere de muchos cuidados en su manipulación.

La pandemia provocó un aumento en la generación y acumulación de residuos hospitalarios. Sabemos que por el COVID se utilizó y descartó mucho más material que antes, porque tuvimos que extremar las medidas para prevenir contagios. Pensá en la cantidad de barbijos que usaste vos e  imaginate las cantidades que se usaron en un hospital.

Los métodos que se utilizan para gestionar estos residuos son la esterilización por vapor o, directamente, la incineración. Te imaginarás que tampoco es muy ecológico. Y antes de esto hay que separar los desechos o recorrer largos trayectos hasta llegar a la planta de tratamiento, lo que también implica un riesgo para la salud y para el ambiente.

Ante este escenario, un grupo de investigadoras e investigadores del Centro Atómico Bariloche y la Comisión Nacional de Energía Atómica está trabajando para buscar una solución más sustentable y segura a través del desarrollo de un sistema de gasificación por plasma para tratar residuos hospitalarios. Esto significa un proceso para minimizar su volumen y manipulación y traslado. 

El sistema consiste en una cámara de gasificación donde se genera el flujo de plasma. Aparte de los estados sólido, líquido y gaseoso, existe un cuarto estado de agregación de la materia: el plasma. Un gas a altas temperaturas en el que conviven partículas cargadas y neutras, y que puede conducir electricidad. Un caso típico de formación de un plasma en la naturaleza es lo que produce un rayo generado por una tormenta eléctrica.  En la cámara de gasificación se ingresan los residuos hospitalarios sólidos a ser tratados. Las moléculas orgánicas de los residuos se desintegran a la mínima expresión, que son sus átomos. De esta manera, el residuo pasa a un estado gaseoso y se genera el gas de síntesis que puede reutilizarse como fuente de energía. Mientras que los componentes inorgánicos del residuo, como pueden ser metales o arena, se funden en un material vítreo de mucho menor volumen, que deja de ser peligroso.

Este método tiene varias ventajas. En primer lugar, no requiere separar los residuos y minimiza el contacto de las personas involucradas. Otra ventaja es la reducción del volumen. Y una tercera ventaja es que el gas sintético que se obtiene luego del proceso puede ser utilizado como fuente de energía. Por ejemplo, para mover motores de combustión o para generar compuestos como alcohol y metanol. En algunos países como Sudáfrica, que no tienen fuentes de gas natural o petróleo, utilizan procesos equivalentes al plasma para generar este tipo de combustibles.

Actualmente, el equipo de investigación trabaja con un prototipo a escala de laboratorio, que tiene capacidad para tratar alrededor de medio kilo de residuos por hora. La idea es llevarlo a una escala piloto un poco mayor, que sería la definitiva. Algo que permita tratar unos cinco kilos por hora y se pueda instalar en espacios como un contenedor.

Hasta el momento, para realizar las pruebas, los investigadores utilizaron residuos “simulados”, es decir, residuos comunes a los que les agregaron elementos metálicos o los mezclaron con un fluido biológico simulado. Los resultados obtenidos fueron muy buenos, ya que lograron una tasa de reducción de volumen del 90 al 95%, obteniendo un residuo remanente que tiene un aspecto entre cenizas y un sólido vítreo.

Fuente: Agencia TSS/UNSAM.
Foto: Telediariodigital.net