Por Karina Crivelli (1)
El agua, ¿Qué rol cumple para la existencia de las diversas formas de vida en la Tierra? ¿Por qué es necesario que la cuidemos? ¿Qué papel cumplen los Parques Nacionales y reservas naturales para su conservación?
Fundamental para todas las formas de vida sobre la Tierra, surgió en nuestro planeta hace unos 4 mil millones de años. El agua, es un recurso imprescindible para que la fauna, la flora y los seres humanos puedan vivir, evolucionar y desarrollarse. Cubre las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra; un 97% del agua del planeta es salada, mientras que gran parte del 3% restante está en forma de hielo y sólo un 0,7% del agua es dulce (en lagos, ríos, acuíferos y en forma de vapor).
En la historia de la humanidad, el agua fue venerada por los pueblos que habitaron nuestro mundo; también se usó como sustancia de purificación en diversas religiones (2); y como fuente de inspiración para la mitología (3), las leyendas, el arte, la literatura, la poesía, etc. El agua como elemento vital del planeta, fue relevante para las diferentes culturas del mundo, dado que de su existencia dependían la agricultura, la ganadería y la vida de los habitantes; por ello, gran parte de las civilizaciones y ciudades del mundo se construyeron en las cercanías de ríos, mares o lagos (4). Sin embargo, hubo civilizaciones que se instalaron en zonas áridas o semiáridas teniendo que recurrir a diversos mecanismos para su obtención: como los canales subterráneos (los qanats) que constituyeron excelentes sistemas de irrigación de tierras (5). Los árabes aprendieron estas técnicas en la Mesopotamia, Persia y Siria y luego las introdujeron en las zonas que conquistaron como el norte de África, España, etc. También, en la antigua Grecia, desde el siglo VI a.C. disponían de tecnología de captación y distribución de agua a largas distancias. Pero fueron los romanos quiénes innovaron en el desarrollo de obras hidráulicas y de saneamiento de inigualable envergadura (6). También, en el continente americano, las civilizaciones Inca, Maya y Azteca, se destacaron por sus diversos sistemas de riego que permitieron cultivos, incluso en altas laderas de zonas áridas; algunos de ellos siguen siendo efectivos aún hoy. Así, a lo largo de la historia, los seres humanos se fueron adaptando a su entorno, desarrollando mecanismos para tratar de solucionar los problemas de su vida cotidiana, para enfrentar dificultades ambientales (inundaciones o sequías que causaron y causan hambrunas, epidemias y migraciones forzadas) y el crecimiento de la población, adoptando medidas de control del recurso.
Las alteraciones climáticas afectarán cada vez más la disponibilidad, calidad y cantidad de agua esencial para las necesidades humanas, vulnerando el derecho básico al uso del agua potable y al saneamiento para miles de millones de personas. En la actualidad, vivimos en un mundo donde los recursos de agua potable son cada vez más escasos (7). La demanda de agua actual supera la capacidad mundial y su consumo se ha multiplicado por seis en el último siglo y crece a un ritmo de un 1% anual. Además, su mala gestión tiende a agravar los impactos del cambio climático, no sólo de los recursos hídricos, sino de la sociedad en su conjunto.
La región latinoamericana, se ve gravemente afectada por la variabilidad climática y los fenómenos atmosféricos extremos; se prevé que continuarán produciéndose los cambios observados en el flujo de los ríos y la disponibilidad de agua, afectando con mayor intensidad a las poblaciones de las zonas más vulnerables de nuestros países. Por lo tanto, para disminuir los riesgos del cambio climático, resulta indispensable adoptar medidas de adaptación y mitigación que beneficien la gestión sostenible de los recursos hídricos; es necesario -entonces- cuidarla para nuestra vida diaria, para la vida de las futuras generaciones y la conservación del planeta.
El agua, en tanto recurso, medio y elemento vital para la regulación del clima, el funcionamiento de los ecosistemas y el desarrollo humano, representa un desafío importante en el presente siglo. Es la fuente de muchas actividades económicas y crea ecosistemas que sostienen la biodiversidad. Dichos ecosistemas regulan la disponibilidad del agua y su calidad: si los ellos se degradan, aumenta la inseguridad del agua y la biodiversidad disminuye. Los ecosistemas que más influyen en la preservación del agua son los bosques, los humedales, las praderas y las tierras. En el contexto actual cada vez con mayor velocidad y de manera alarmante, se pierden hábitats y especies, por lo que resulta necesario defender la biodiversidad y mitigar los efectos del cambio climático.
Estas condiciones tornan fundamental el rol de las áreas protegidas, dado que ayudan a la conservación del agua, funcionan como depósitos de carbono y contribuyen a estabilizar el clima y a la preservación de los ecosistemas y la biodiversidad. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) establece que “el objetivo de los Parques Nacionales es proteger la biodiversidad natural junto con la estructura ecológica subyacente y los procesos ambientales sobre los que se apoya; a la vez que buscan promover la educación y el uso recreativo”.
Argentina cuenta con numerosos y diversos Parques Nacionales y áreas protegidas en toda su extensión y dispone de 18 eco-regiones que albergan una gran variedad de especies; ello la convierte en uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo.
Como lo señala el Sistema de Información de Biodiversidad de Argentina (8), cada país debería tener el 5% de su territorio protegido, con áreas equilibradamente distribuidas entre todas sus unidades biogeográficas. Los datos de CEPALSTAT (9), muestran que a mayo de 2021, nuestro país cuenta con: 36 parques nacionales, cuatro de los cuales se encuentran catalogados dentro del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO (10); 3 parques interjurisdiccionales con estados provinciales; 7 reservas; el área marina protegida Namuncurá-Banco Burdwood y 5 monumentos naturales de los cuales 4 son animales (la ballena franca austral, el huemul, el yaguareté y la taruca). Estos Parques y reservas ocupan casi un 4% del territorio; es decir, unos 3,8 millones de hectáreas.
Los Parques Nacionales aseguran la calidad del agua que captan y acumulan de las lluvias, nevadas y nubes en función de sus relieves y su flora nativa; funcionan como reservorios y administradores de sus cauces. No sólo protegen la diversidad de especies (animales, plantas, hongos y microorganismos), sino también las poblaciones, ecosistemas y el legado de los procesos culturales que en diferentes épocas y contextos caracterizaron la relación del ser humano con su entorno natural.
En este sentido, resulta indispensable la preservación de los Parques Nacionales y la creación y conservación de áreas naturales. Esto debe acompañarse además por modificaciones en nuestros consumos cotidianos y en la utilización de fuentes de energías renovables, entre otros. La biodiversidad constituye el sustento de la mayoría de las actividades humanas y la base de una gran variedad de bienes y servicios que contribuyen al bienestar social. Por lo tanto, conservar y utilizar sosteniblemente la biodiversidad es una forma de preservar el equilibrio de los ecosistemas y las eco-regiones de nuestro país, lo cual redundaría en un desarrollo más sostenible y equitativo para nosotros y el futuro de nuestro planeta.
Notas al pie:
(1) Agradezco a Elizabeth Tobío, Coordinadora de Producción de TEC, sus valiosos comentarios para la redacción de este texto.
(2) Para el Cristianismo, mediante el agua del bautismo se elimina el pecado original; en el Judaísmo, los ritos de purificación se realizan a través del agua (por ejemplo, el caso del mikve, previo a las principales fiestas y bodas); en el Islamismo, deben lavarse con agua antes de la oración diaria; en el Budismo, el agua es valorada como energía positiva en constante movimiento.
(3) Por ejemplo, el mar, el agua y la fuerza de las olas, dieron origen a mitos que generaron terror y veneración a los seres humanos, de donde surgieron divinidades en la mitología griega y romana como Poseidón y Neptuno.
(4) Por mencionar algunos casos, el Nilo (donde se asentó el Imperio Egipcio) o el Tigris y el Éufrates (donde creció la antigua Mesopotamia, cuna de diversas civilizaciones como los sumerios, babilonios y asirios).
(5) El qanat (del árabe «canal»), era una infraestructura hidrogeológica subterránea de irrigación para transportar agua desde un acuífero o pozo de agua a la superficie, actuando como acueductos subterráneos o galerías drenantes. Los sistemas de qanats no servían sólo para la agricultura, sino también para llevar agua a las ciudades, como sucedió en Marrakech, en Guadalajara, Cádiz, Granada o Madrid, entre otras ciudades. https://www.balansiya.com/herencia_qanat.html
(6) Sus rigurosos cálculos hidráulicos aún causan admiración. Para los romanos era importante el manejo y cuidado del agua; contaminarla, se consideraba un crimen.
(7) El estudio de UNESCO destaca que en el 2020 unos 2200 millones de personas carecen de agua potable y 4200 millones de personas, carecen de un sistema de saneamiento adecuado. https://news.un.org/es/story/2020/03/1471492
(8) https://sib.gob.ar/portada
(9) https://statistics.cepal.org/portal/cepalstat/index.html?lang=es
(10) Parque Nacional Los Glaciares (1981), Parque Nacional Iguazú (1984), Parques Naturales Ischigualasto / Talampaya (2000), Parque Nacional Los Alerces (2007).
Créditos foto principal: Itinari.com