El proceso de decisión electoral es un complejo entramado psicológico de emociones y aspectos racionales que influyen en las decisiones del sufragio.
Las elecciones despiertan un complejo proceso en los votantes, influenciado por diversos factores emocionales y aspectos psicológicos. En momentos de crisis como el que se atraviesa durante el actual calendario electoral, estas influencias se vuelven aún más pronunciadas, condicionadas por el estado emocional general y las secuelas de crisis pasadas. Comprender estos procesos puede arrojar luz sobre las cruciales decisiones que tomamos al votar.
El acto -aparentemente simple- de emitir un voto resulta de una combinación de decisiones complejas con profundas ramificaciones que está moldeado por diversos factores como las propuestas de los candidatos, su carisma, y su capacidad para conectar emocionalmente. Es fundamental reconocer entonces que las decisiones son impulsadas tanto por la razón como por la emoción y es aquí donde entra en juego nuestra comprensión de las emociones fundamentales.
Particularmente en tiempos de crisis, como los que caracterizan la situación actual, nuestras emociones asumen un papel protagónico en la toma de decisiones. Nuestro estado psicológico, producto de traumas pasados y el estrés del presente, influye de manera sutil pero determinante en nuestras elecciones. El sufragio, un proceso aparentemente basado en la razón, está enraizado en nuestra estructura emocional y psicológica. Nuestras emociones, tanto negativas como positivas, y nuestra comprensión del mundo, moldean nuestra perspectiva política.
Paul Ekman y Robert Plutchik, expertos en emociones, definen aquellas que resultan fundamentales para moldear nuestras acciones, entre ellas, el miedo, la ira, la tristeza, el asco, la sorpresa y la alegría, sumando el amor y la anticipación. En contextos de crisis, emociones negativas como el miedo, la ira y la tristeza pueden nublar el pensamiento racional, volviendo a los votantes más susceptibles a personalidades que conectan a nivel emocional.
El miedo, la emoción más poderosa, juega un papel importante en los procesos electorales. La promesa de seguridad en tiempos de violencia puede impactar fuertemente en las decisiones de voto. De manera similar, la ira generalizada en las sociedades afectadas por crisis económica puede llevar a la elección de candidatos que prometen cambios radicales, aunque su factibilidad sea incierta.
Las emociones positivas también influyen en las elecciones. La esperanza, en particular, actúa como un catalizador, movilizando a los votantes hacia candidatos que encarnan la promesa de un futuro mejor. La identificación emocional y el sentido de pertenencia son herramientas que pueden utilizar los candidatos, apelando a la necesidad humana de pertenecer a una comunidad.
Sin embargo, los aspectos racionales también desempeñan un papel clave. Los votantes evalúan las propuestas de los candidatos, su experiencia, sus antecedentes y su coherencia. No obstante, el peso de los factores emocionales (más que el de los racionales) puede llevar a decisiones impulsivas o basadas en la identificación más que en la lógica.
Los medios de comunicación, las redes sociales y las relaciones personales son medios a través de los cuales estos factores influyen en nuestras decisiones. Los asesores de imagen utilizan estrategias para despertar emociones y crear identificación con los candidatos. A pesar de la complejidad de estos elementos, entender su influencia nos permite tomar decisiones más informadas y conscientes al votar.
En conclusión, las emociones y la psicología juegan un papel significativo en nuestras decisiones de voto. Comprender cómo estas influencias impactan en momentos de crisis y cómo interactúan con aspectos racionales nos empodera como votantes. Aunque podamos sentir que nuestra elección individual es insignificante, es importante recordar que los cambios significativos comienzan con un acto individual informado y reflexivo.
Fuente: Infobae