Ciudades inteligentes, una visión de futuro a partir del análisis de datos y la implementación de tecnologías innovadoras

Para el 2050 se calcula que el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. Es por esto que los nuevos modelos de gestión deberán cimentarse en la aplicación de diversas tecnologías para lograr ciudades más inteligentes y una mejor calidad de vida para todos los ciudadanos.

El concepto de Ciudad inteligente (Smart City) comenzó a popularizarse alrededor del 2000, a partir de una tendencia implementada por gobiernos locales hacia la recolección de información y la aplicación de soluciones tecnológicas para problemas cotidianos de los habitantes. Con el correr de las décadas, dicho concepto se fue ampliando y complejizando tomando como referencia el uso que le daban las ciudades a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Sin embargo, especialistas en la temática identificaron la necesidad de proponer una visión más abarcadora para referirse a una ciudad inteligente como la que hace uso de las tecnologías de la información y la comunicación y otros medios para mejorar la calidad de vida de los habitantes, la eficiencia de los servicios urbanos y la competitividad, con el fin de responder a las necesidades de las generaciones presentes y futuras vinculadas a los aspectos económicos, sociales, ambientales y culturales.

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Los problemas que en la actualidad enfrentan las ciudades están relacionados principalmente con el crecimiento demográfico, experimentado desde comienzos del siglo pasado. En 1900 el 14% de la población mundial vivía en ciudades. Hacia 1950, ese porcentaje aumentó al 30%. Actualmente, se calcula que el 50% de la población mundial vive en ciudades y para el 2050 se prevé que ese porcentaje ascenderá al 70%. En este escenario crítico se pone de relieve como nunca antes la necesidad de contemplar la dimensión virtual en la planificación urbana y de contar con un modelo y marcos conceptuales para definir el estado de situación real de las ciudades para, a partir de allí y en coincidencia con el método científico, probar diversas hipótesis de solución de conflictos y obtener nuevos conocimientos. 

De esta manera, a partir del análisis de situaciones relevantes, datos y procesos de comparación y pruebas, se logró establecer un modelo posible -que abarca 5 dimensiones- para evaluar cuán inteligente es una ciudad y como punto de partida para la gestión eficaz de mejoras.

En tal sentido, el planeamiento urbano es una de las dimensiones del modelo en la que se analizan las infraestructuras físicas que funcionan como soporte de las actividades sociales. Una ciudad inteligente debe garantizar la eficiencia de los servicios y áreas como el transporte, la vivienda, el espacio público y las áreas verdes y de esparcimiento, entre otras.

La dimensión desarrollo humano debe fomentar la igualdad de oportunidades, asegurar la integridad física, promover la inclusión y el ejercicio de los derechos básicos para todos los ciudadanos. A partir de su análisis se puede conocer el grado de inclusión y tolerancia que una ciudad inteligente debe tener para producir mejores resultados vinculados al desarrollo y la calidad de vida de las personas.

Por su parte, el análisis del ambiente como dimensión, se enfoca en la planificación y gestión de una ciudad sustentable que proteja sus recursos naturales y reduzca el riesgo ambiental y los impactos negativos. Una ciudad inteligente se logra a través de la promoción activa de su cuidado, la concientización, el cambio cultural, la anticipación y planificación de acciones y la legislación ambiental.

Dentro de la dimensión competitividad se debe analizar la dinámica económica. Las ciudades inteligentes son aquellas que ofrecen estímulos para atraer la innovación, el emprendedurismo y promover el desarrollo de industrias creativas y nuevas actividades productivas que permitan aumentar los niveles de competitividad de forma inclusiva e integrada a las corrientes del comercio y las tendencias mundiales. 

Por último, se identificó la dimensión gobernanza como un aspecto clave de una ciudad inteligente en la que los gobiernos locales se enfoquen en anticipar las necesidades y demandas de los ciudadanos utilizando la tecnología y la innovación para optimizar la gestión, logrando mayor eficiencia, transparencia y participación.

Cada una de estas dimensiones están compuestas por diversos ejes sobre los cuales se debe trabajar para tender al desarrollo de una ciudad más inteligente. En cuanto al planeamiento urbano se consideran el espacio urbano, la movilidad -entendida como los patrones de desplazamiento de las personas en el territorio- y el transporte

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Respecto al desarrollo humano los ejes que se abordan son la educación (incluye el grado de desarrollo educativo y alfabetización tecnológica de los ciudadanos), la salud (incluye el grado de utilización de TIC en el sistema sanitario), la seguridad (entendida como la capacidad de mitigación, acción y asistencia ante hechos de criminalidad) y la sociedad, teniendo en cuenta el grado de inclusión, la diversidad social y cultural y la capacidad de la ciudad y su comunidad para generar equidad social.

Los ejes de la dimensión ambiente ponen de relieve la calidad ambiental -aire, agua, suelo, clima, ruido-, la gestión de recursos -entendida como la gestión de la energía, las materias primas, los insumos y el tratamiento de los residuos- y la ecología urbana y resiliencia, que incluye la gestión integral del sistema ambiental urbano y de las acciones de los ciudadanos para reducir los impactos negativos sobre el ambiente y para preparar a la ciudad ante eventos naturales, reducir su vulnerabilidad y agilizar la recuperación de daños.    

Dentro de la dimensión competitividad los ejes son la innovación -entendida como la promoción de la investigación científica y tecnológica, la creatividad y el emprendedurismo-, la productividad -que resulta en la capacidad local para elaborar productos y prestar servicios de manera eficiente y apuntando a una mejora continua de los procesos-, y el contexto que analiza las condiciones y relaciones con otras jurisdicciones para potenciar la apertura y el intercambio de mejores prácticas.        

En relación con la dimensión gobernanza se encuentran los ejes de infraestructura y capacidades (que incluye la calidad, alcance y seguridad de la plataforma tecnológica y la profesionalización y gestión del capital humano), la plataforma de servicios -para optimizar y mejorar los tiempos y la calidad de atención-, y el gobierno abierto que propicia la transparencia de los actos de gobierno, el acceso a la información pública y el incentivo a la participación ciudadana.        

Los trabajos de diagnóstico, modelización, planificación, seguimientos de la gestión y evaluación de impactos sobre estos ejes y dimensiones constituyen un modelo de aproximación para identificar áreas de oportunidad y desarrollar las herramientas necesarias para establecer políticas de estado tendientes a mejorar el nivel de inteligencia de las ciudades.    

Fuente:  Argentina.gob.ar