Pablo Bernasconi piensa el infinito junto a científicas y científicos

El viernes 19 y el sábado 20 de agosto, a las 17 h, se realizarán dos conversatorios con Adriana Serquis, y Guillermo Abramson y Diego Galperín, respectivamente.

Luego de la gran convocatoria que tuvo el primer mes de la exhibición “El Infinito” del artista Pablo Bernasconi -que continúa abierta hasta el 9 de octubre-, llega el ciclo de charlas “Infinitos particulares” para ir más allá y profundizar sobre las ideas que deja sobrevolando la muestra. El artista de la mano de científicas amigas y científicos amigos dialogará sobre el infinito desde la ciencia y el arte. El viernes 19 de agosto, a las 17 h, conversará con la física y presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) Adriana Serquis, y el sábado 20, en el mismo horario, con el físico y profesor del Instituto Balseiro, Guillermo Abramson y el experto en astronomía, Diego Galperin. La actividad es gratuita y requiere reserva de entrada en la web del C3.

Durante los encuentros se abordará, entre algunos temas, el límite del universo, los agujeros negros, los multiversos, los microuniversos, todas puertas de entrada para enriquecer los diálogos de manera poética, creativa y a la vez, con un enfoque riguroso. Las charlas que van a tener lugar en el C3 son desprendimientos de charlas anteriores que el artista mantuvo en el Instituto Balseiro con científicas y científicos cuando estaba ideando la muestra y buscaba “adentrarme en los conocimientos básicos para ellos, muy complejos para mí, sobre astrofísica, física y matemáticas. A partir de estas charlas es que pude realizar los artefactos metafóricos que acompañan la muestra e intentan traducir estos conceptos de forma artística. Por supuesto, todas y todos  incidieron mucho en el contenido teórico de la muestra”, detalló el artista, además de mencionar la colaboración de investigadoras e investigadores del CONICET y la Universidad del Comahue.

“La idea es que yo vaya dibujando cosas también durante la charla, como una manera de acercarnos de forma espontánea a lo que vamos diciendo. Garabatos en el aire, pero sumarían a la experiencia”, cerró Pablo fiel a su estilo.

19 de agosto | Pablo Bernasconi dialoga con Adriana Serquis

“La idea con Adriana sería abarcar los microuniversos, los dos infinitos de Pascal; el principio de incertidumbre; la división del átomo -¿puede ser infinita?; la historia de la observación de las micropartículas -Aristóteles/Xenon de Enea-; fusión y fisión nuclear; ejemplos de infinito y más”, adelantó.

Adriana Serquis es doctora en Física (UBA, Instituto Balseiro), presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica e investigadora principal del CONICET. En 2013, fue distinguida con el Diploma al Mérito en Ciencia y Tecnología de la Fundación KONEX, en el área de Nanotecnología, y,  en 2014, obtuvo el Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” por su aporte al uso racional de la energía.

20 de agosto | Pablo Bernasconi dialoga con los divulgadores Guillermo Abramson y Diego Galperín

“Con Abramson y Galperin vamos a tocar temas de la astronomía y la astrofísica como los límites observables de nuestro universo, la historia de la observación, Aristóteles y Copérnico, los agujeros negros, la gravedad infinita, el Big Crunch vs. el Big Bang, los multiversos, la teoría del caos, entropía, la espaguetización -¿o qué pasaría si caemos en un agujero negro?-, los descubrimientos arrojados por el telescopio Webb, y más”, enumeró.

Guillermo Abramson es doctor en Física, investigador principal del CONICET y profesor del Instituto Balseiro. Realizó trabajo posdoctoral en Trieste, Italia, y en Dresde, Alemania. Actualmente es miembro de la División Física Estadística e Interdisciplinaria de la CNEA en el Centro Atómico Bariloche. Sus estudios se centran en los Sistemas Complejos, y en particular el modelado matemático de sistemas ecológicos. Es también un entusiasta astrónomo y divulgador de la ciencia.

Diego Galperin es doctor en Enseñanza de las Ciencias (UNICEN) y profesor de Enseñanza Media y Superior en Física (UBA). Es profesor Adjunto de la Universidad Nacional de Río Negro y director de proyecto de investigación sobre didáctica de la Astronomía, y del programa de extensión “Miradas al cielo” de enseñanza y comunicación pública de la Astronomía. Recibió los Premios Educar – Intel (2007), Clarín – Zurich (2011 y 2018) y Ciudadano destacado de El Bolsón (2019).

Este ciclo de encuentros cuenta con el apoyo de la CNEA y la Universidad Nacional de Río Negro.

Fuente e imagen: Centro Cultural de la Ciencia.

 

La migración ambiental en América Latina

El clima extremo genera en todo el mundo el desplazamiento de 21,5 millones de personas por año, lo que significa casi 41 personas por minuto. En América Látina y el Caribe los fenómenos climáticos causaron 300.000 muertes en los últimos 20 años.

El cambio climático tiene una influencia clara en la movilidad humana en la región, en particular dentro de las fronteras de los países. Solo en 2021, el Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés) que depende de la Organización para las Naciones Unidas (ONU) registró más de 1,6 millones de nuevos desplazamientos por desastres en las Américas, una cifra que ascendió a 4,5 millones en 2020. Para el año 2050, el Banco Mundial calcula en 17 millones el número potencial de migrantes climáticos en América Latina si se cumplen los escenarios más pesimistas.

Entre 1998 y 2020, los fenómenos climáticos y geofísicos causaron 312.000 muertes y afectaron directamente a más de 277 millones de personas en América Latina y el Caribe, según el informe sobre el estado del clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Los impactos del calentamiento global no se vislumbran solo en el futuro, sino también en el presente, y además se ven multiplicados por las características de la región.

En palabras del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), esta situación se ve amplificada por la desigualdad, la pobreza, el crecimiento poblacional, la ocupación de lugares de alto riesgo y la elevada densidad, así como también, en algunos casos, la falta de una planificación sostenible de la explotación de los recursos naturales.

Los desplazamientos masivos registrados en Perú en 2017 provocados por El Niño, la movilidad de comunidades amazónicas que enfrentan incendios cada vez más devastadores, la persistente sequía en la zona central de Chile, las inundaciones que afectaron el noreste brasileño a finales de 2021 o la necesidad de reubicar poblaciones costeras afectadas por la subida del nivel del mar son algunos de los ejemplos que reflejan sociedades en movimiento en contextos de amenazas ambientales.

Los migrantes climáticos se desplazarán de áreas menos viables con poco acceso al agua y productividad de cultivos y de áreas afectadas por el aumento del nivel del mar y las marejadas ciclónicas, advierte un documento publicado por el Banco Mundial. Las zonas que recibirán el golpe más duro, añade, son las más pobres y vulnerables. Un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que depende de Naciones Unidas sitúa a Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, Salvador de Bahía y Recife como grandes ciudades vulnerables a los riesgos del cambio climático en Sudamérica.

“Muchas veces decimos que las amenazas que se relacionan con la movilidad humana son por exceso o falta de agua. Las estadísticas de desplazamientos por desastres muestran que los fenómenos de lluvias extremas e inundaciones son los que desplazan a más personas”, apunta Pablo Escribano, especialista en migración climática de la OIM. “La cuestión de la sequía es muy relevante en zonas como el Corredor Seco centroamericano, algunas zonas de México, del centro de Chile o el noreste de Brasil”, añade. El continente también se ha visto golpeado en los últimos años por intensos incendios, como los que afectaron a la Amazonia y el Pantanal en Brasil o la costa oeste de Estados Unidos, y por inundaciones en algunas zonas de la cuenca amazónica, el sureste de Brasil, Uruguay y en la cuenca del Río de la Plata.

Contar el número de migrantes climáticos es difícil, pero los países están empezando a reconocer en sus legislaciones la existencia de desplazamientos internos y externos de población como consecuencia de los embates del clima. Estados Unidos, por ejemplo, ha publicado con motivo de la Cumbre de Glasgow un informe hecho por varias oficinas gubernamentales para entender los desafíos de las migraciones climáticas. El documento clasifica a once países como “enormemente vulnerables” a los efectos del cambio climático y sin capacidad de adaptación; entre ellos incluye a Colombia, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Haití. “Es especialmente probable que haya temperaturas cada vez más calientes, incidentes climáticos extremos y perturbaciones en los patrones del océano que amenazarán su seguridad energética, alimentaria, de agua y sanitaria”, se lee en el texto, que recomienda ayudar a esas naciones a “mejorar su resiliencia”.

Además de la pérdida de cosechas por las sequías, el documento advierte de que el aumento de las lluvias y los ciclones podría incrementar la contaminación de fuentes de agua y la incidencia de enfermedades transmitidas por mosquitos como el dengue en Guatemala, Honduras y Haití. “Es probable que el cambio climático contribuya al estrés económico y social y se convierta en un factor creciente que empuje a la migración, especialmente para los agricultores pobres en Centroamérica, que componen el 30% de la población activa”, indica el informe. El análisis propone a la Casa Blanca trabajar con el Congreso para explorar programas migratorios destinados a ayudar a esa población, como el TPS, un estatus de protección temporal creado en 1990 en Washington que ofrece alivios migratorios a ciudadanos de ciertos países afectados por conflictos bélicos o desastres naturales.

Fuente, fotos e infografía: Diario El País 

Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más intensos y frecuentes

POR Nicolás Retamar para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Impulsados por el cambio climático, provocan desastres naturales que se traducen en desplazamiento de personas, muertes y pérdidas económicas.

Los fenómenos extremos son procesos naturales que se producen durante los ciclos meteorológicos. Si bien siempre hubo cambios bruscos de temperatura, lluvias, huracanes, tormentas eléctricas, inundaciones, granizadas, sequías y más, en la actualidad suceden con una intensidad y una frecuencia que provocan el desplazamiento de personas, miles de muertes y pérdidas económicas muy importantes. Según el sexto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cambio climático causado por actividades humanas ya influye en muchos fenómenos y se espera que sigan evolucionando gracias a la influencia de las personas.

Un niño de siete años regresa al lugar donde estaba su casa previo al paso del huracán lota. Créditos: UNICEF/Gema Espinoza Delgado

En diálogo con esta Agencia, Cindy Fernández, miembro del Servicio Meteorológico Nacional, sostiene que “uno de los efectos que tiene el cambio climático es hacer que los fenómenos extremos (tormentas intensas, lluvias torrenciales, sequías, huracanes y otros) se vuelvan más recurrentes y se presenten cada vez más con mayor intensidad”.

“Por ejemplo, si hace 30 o 40 años una lluvia extrema –un umbral que se alcanza en menos del cinco por ciento de los eventos de lluvias– ocurría estadísticamente una vez cada diez años, ahora se registra una cada cinco años. O si antes las lluvias extremas eran de 200 mm en 24 horas, ahora son de 300 o más”, resalta la comunicadora meteorológica. 

Algo similar ocurre con los eventos de olas de calor o sequías. Antes se registraba un evento cada varios años, ahora prácticamente todos los años ocurren estos fenómenos.

Los impactos de los fenómenos meteorológicos pueden ser muy distintos según cada sociedad. En este sentido, Fernández advierte: “Que se produzca un desastre no tiene que ver solamente con el fenómeno en sí, sino con la exposición y la vulnerabilidad de esa población. Una lluvia extrema en una zona despoblada no tiene grandes consecuencias, pero si ocurre en una zona urbanizada probablemente genere inconvenientes. La preparación de esa población también definirá el impacto del fenómeno”.

Consecuencias mundiales

Según el Reporte del Estado del Clima en América Latina y El Caribe 2020 de la OMM, se registraron las peores sequías en 50 años en el sur de la Amazonia y el récord de huracanes e inundaciones en Centroamérica. La región es una de las más afectadas por el cambio climático y los fenómenos meteorológicos que causan daños a la salud, a la vida, a la comida, al agua, a la energía y al desarrollo socioeconómico. Los eventos relacionados con el clima y sus impactos cobraron más de 312 mil vidas y afectaron a más de 277 millones de personas entre 1998 y 2020.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) afirma que, a escala global, el número de desastres se ha quintuplicado en los últimos 50 años y esto es producto de los fenómenos meteorológicos extremos impulsados por el cambio climático. En todo el mundo se registraron más de 11 mil desastres que ocasionaron más de 2 millones de muertes y más de tres billones de dólares en pérdidas. Si se tienen en cuenta los diez desastres más importantes, los peligros que provocaron la mayor cantidad de fallecimientos durante 1970-2020 fueron las sequías (650 mil muertes), las tormentas (577.232), las crecidas (58.700) y las temperaturas extremas (55.736).

Situación en Argentina

De acuerdo con las mediciones del SMN, 2021 se ubicó como el séptimo año más caliente desde 1961 y la temperatura media del país fue superior a lo normal

Lanchas y yates de un puerto sobre la arena a causa de la bajante del río. Créditos: Télam.

Además de que hubo varios episodios de calor como las cuatro olas que afectaron al centro y sur de Argentina (produciendo récords históricos de temperaturas máximas absolutas en Cipolletti, Maquinchao, El Bolsón y Paso de Indios), se registraron eventos de frío extremo que impactaron en el centro y noreste. Así, hubo temperaturas mínimas históricas en Villa María de Río Seco, Catamarca, Mercedes y Formosa.

Mientras que las precipitaciones entre enero y septiembre fueron inferiores al promedio, la falta de nevadas en la cordillera y la ausencia de lluvias en el litoral provocaron sequías extremas que agudizaron la situación que ya era crítica en 2020. Hasta el momento, 2021 es el octavo año más seco desde 1961. En este marco, el Río Paraná experimentó una bajante histórica sin precedentes desde 1944.

Para qué sirve la meteorología

Además de informar cuántos grados hace y cómo salir vestidos a la escuela o la oficina, el trabajo de los meteorólogos y meteorólogas va más allá. Con respecto a los fenómenos meteorológicos extremos, Cindy Fernández resalta que hay varios roles por ocupar: “Seguir recopilando datos, analizarlos y plantear nuevas investigaciones y estudios que nos permitan aumentar nuestro conocimiento de la atmósfera. Comprenderla y lograr entender con más detalle cómo funciona y qué le ocurre”.

“También tenemos la función de realizar los pronósticos y alertas y de transmitir esa información a la comunidad para que pueda prepararse para los fenómenos meteorológicos”, destaca. Además, los servicios meteorológicos tienen el rol de generar informes y asesorar a gobiernos para que puedan tomar decisiones basadas en el conocimiento científico.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ 
Fotos: UNICEF/Gema Espinoza Delgado y Télam.