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El lunes 11 de septiembre a las 17.30 h, estrenamos este especial, producido por Paka Paka, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y Contenidos Públicos S.E., en el que Zamba conoce a una increíble amiga del futuro: la ambientalista Yazy. Con la ayuda de su patineta voladora, exploran el mundo de la ecología. Glaciares y humedales son algunos de los paisajes que recorren Zamba y Yazy, junto a especialistas del ambiente, para aprender datos curiosos y tomar conciencia de la importancia de cuidar nuestro planeta.
Volvé a verlo en pantalla todos los lunes a las 17.30 h, los miércoles a las 9 h, los viernes a las 17.30 h y losdomingos a las 10 h por la señal 22.5 de la TDA.
Podría ser una salida para la preservación de especies en riesgo, el desarrollo de nuevas técnicas de cría y para fines deportivos.
En pleno siglo XXI, muchos de los desarrollos tecnológicos logrados en el campo de las ciencias de la vida logran ultrapasar las fantasías más osadas de la literatura de ciencia ficción. Es que la frontera de la innovación se corre, cada vez más, hacia zonas a las que no se esperaba llegar. Para muestra, la novedosa y sorprendente experiencia de científicos argentinos, publicada en la revista Plos One: por primera vez en la historia, se registró el nacimiento de un caballo genéticamente igual al ejemplar que le dio origen, pero del sexo opuesto.
“Creemos que se debió a una pérdida espontánea del cromosoma Y, exclusivo de los machos. Posiblemente, fue una situación imprevista de estrés que enfrentó el cultivo del tejido para obtener el ADN de las células del macho que se clonó. No obstante, no le quita su cualidad de clon”, explica en diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Gabriel Vichera, cofundador y director científico del laboratorio Kheiron Biotech , donde se realizó el procedimiento.
¿Cómo se clona un caballlo?
Lo primero que se necesita para hacer un clon son dos tipos de materia prima. Por un lado, el ADN del animal que se quiere replicar, que se toma de una biopsia de células del cuerpo del animal. Por el otro, se necesitan óvulos, que es lo que tiene toda la maquinaria para generar un embrión. “Pero ese óvulo tiene un ADN que a vos no te interesa. Entonces se lo saca y se le ingresa una célula con el ADN del animal que se quiere clonar”, explica.
Una vez que se reconstruye el embrión, se le hace una serie de estimulaciones químicas para iniciar el desarrollo embrionario. “Ese embrión evoluciona durante una semana en el laboratorio hasta que tiene un desarrollo que permite la implantación”. Conseguido el logro, se lleva al campo y se transfiere en una yegua receptora, que lo gesta durante 11 meses, hasta que nace un potrillo genéticamente idéntico al animal al que se le sacó esta muestra del ADN original.
Buscando el cromosoma perdido
En el caso investigado por los científicos argentinos, el procedimiento original fue el de una clonación convencional: “Queriendo clonar un caballo macho, nacieron dos clones: uno macho, como se esperaba, y el otro nació hembra”, cuenta. Por eso, lo primero que hicieron fue verificar que realmente era un clon y luego comenzaron a estudiar por qué era hembra y no macho.
“En la investigación que publicamos, contamos todo lo que analizamos para poder saber por qué no estaba presente el cromosoma Y, exclusivo de los machos”, dice Vichera. Y detalla: “Mediante técnicas, pudimos ver que el cromosoma que estaba presente era el X, y que su genotipo es X0, no XX, como tienen las hembras. Sin embargo, se manifestaba fenotípicamente como una hembra absolutamente normal”.
En ese sentido, llegaron a la conclusión de que lo que sucedió fue una pérdida en el cultivo original, en algunas células del cromosoma Y. “Por un evento fortuito hemos tomado unas células sin ese cromosoma y generamos un embrión clon”.
Hoy, la yegua tiene más de 2 años y es indistinguible de otras yeguas de su edad, salvo por el menor desarrollo de sus ovarios, que puede llegar a ser un signo de infertilidad. “Con este estudio comprobamos que podemos generar yeguas a partir de machos que tengan un fenotipo normal y que puedan desarrollarse normalmente”, asegura el investigador.
Todo esto cobra importancia, además, si se tiene en cuenta que Argentina es uno de los países que más biotecnología de alta complejidad aplica a equinos deportivos. Por ejemplo, los avances en genética y tecnología permiten clonar caballos de polo con resultados muy satisfactorios. Por eso, en este campo, donde se utilizan mayoritariamente hembras por su docilidad, “sería muy interesante poder tomar los machos para generar hembras y ver cuál es su desempeño deportivo”, concluye Vichera, que ya tiene más de 300 clones de caballos en su haber.
En esa línea, las próximas investigaciones están pensadas para generar estos clones hembras a partir de machos, pero sin inducir la pérdida del cromosoma Y, sino tratando de inhibir, mediante la técnica de edición génica que permita lograr una diferenciación a hembra a partir de los machos y, luego, generar embriones clones y transferirlos para que nazcan los individuos con el cambio del sexo.
Con todo, lo cierto es que este “poder” concentrado en los laboratorios científicos, no para de interrogar a la sociedad en general que, cada vez más, se interesa en el rol que tienen la ciencia y la tecnología en las dinámicas de las sociedades contemporáneas.
El Departamento de Aplicaciones Agropecuarias de la Comisión Nacional de Energía Atómica se encuentra trabajando en el desarrollo de la Técnica del Insecto Estéril (TIE) para hacerle frente al Aedes aegypti. El sistema ya fue usado con éxito contra la plaga de la mosca de la fruta en la región de Cuyo.
El calor y la alta circulación del virus del dengue en países limítrofes vuelven a poner el foco en la necesidad de controlar al Aedes aegypti, el vector que transmite la enfermedad. Una tarea para la que también sirve la tecnología nuclear: el Laboratorio de Control de Mosquitos del Departamento de Aplicaciones Agropecuarias de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) investiga la manera de limitar su población mediante la Técnica del Insecto Estéril (TIE). Se trata de un método ya probado y exitoso para el control de plagas, como la mosca de la fruta en la región de Cuyo.
La TIE consiste en la liberación de mosquitos machos estériles en un territorio para que compitan con los machos fértiles y de esa manera disminuir la población de mosquitos.
El Laboratorio de Control de Mosquitos se encuentra en el Centro Atómico Ezeiza. “El Departamento de Aplicaciones Agropecuarias ya había trabajado en la aplicación de la Técnica del Insecto Estéril para el control de la mosca de los frutos que provocaba daños en la región de Cuyo. A partir de esa experiencia, el Organismo Internacional de Energía Atómica convocó a la Argentina, y particularmente a nuestro departamento, a implementar esa técnica con el Aedes aegypti”, explica la bióloga Mariana Malter Terrada, la jefa del departamento.
“El objetivo es reducir las poblaciones de Aedes aegypti y de esa manera reducir también la probabilidad de que las personas se infecten de dengue, zika o chikungunya» –detalla la también bióloga Marianela García Alba, investigadora del laboratorio-. «Usamos una técnica que tiene muchas cosas a favor, porque es el mismo mosquito el que se controla a sí mismo. Así reducimos también la utilización de insecticidas, que son dañinos para el medio ambiente y para las poblaciones donde se aplican. Y sobre todo, se disminuiría la probabilidad de contraer estas tres enfermedades virales para las que no existe vacuna”.
Los virus del dengue, zika y chikungunya se propagan cuando un mosquito Aedes aegypti sano pica a una persona enferma y se infecta. Así se convierte en transmisor de la enfermedad, infectando a su vez a personas sanas. Las personas que se recontagian pueden desarrollar un cuadro de dengue grave. Durante el año pasado, murieron de esa enfermedad 2.366 personas en toda América, 929 de ellas en el Cono Sur.
La importancia de prevenir: todos los métodos son necesarios
El mosquito Aedes aegypti se reproduce en aguas estancadas, principalmente en los domicilios. Por eso la principal herramienta para evitar su proliferación es descacharrar: hay que mantener limpios o eliminar objetos donde se acumule agua, como botellas vacías, bandejas de macetas, floreros o neumáticos viejos.
La tecnología nuclear puede colaborar con esta lucha. Hace seis años que las investigadoras de la CNEA avanzan con la adaptación de la Técnica del Insecto Estéril.
“Consiste en criar mosquitos de un sitio determinado para producir insectos machos que serán esterilizados. Esos ejemplares van a ser liberados en un sitio, que puede ser un barrio o un lugar donde haya alta concentración de mosquitos. Cuando este macho estéril consiga una hembra en este campo y se produzca la cópula, los huevos producidos no van a tener descendencia. Así, mediante liberaciones continuas de mosquitos estériles uno puede reducir la población y también la posibilidad de transmisión de los virus”, cuenta la bióloga García Alba.
Los mosquitos machos son esterilizados con radiación gamma cuando se encuentran en estado de pupa madura, en la Planta de Irradiación Semi Industrial (PISI) del Centro Atómico Ezeiza. “La irradiación tiene que realizarse en un momento concreto. Para ello, es necesario ‘sincronizar’ la cría para que todos los individuos estén en el estadio necesario al momento de la irradiación. Esto depende mucho del tipo de comida y de la temperatura, aspectos que podemos regular en el laboratorio”, comenta García Alba.
Como parte de este proyecto ya hubo una primera liberación de mosquitos en el predio de Ezeiza. Los ejemplares fueron marcados con polvo fluorescente para poder identificarlos. Después fueron recapturados con trampas, que tienen como cebo una sustancia que imita el olor de la sudoración humana. Durante este experimento, después de su liberación los mosquitos vivieron una media de cuatro días y tuvieron una distancia de vuelo de alrededor de 100 metros. Esta información será utilizada para una liberación piloto en un barrio.