Nomofobia: el terror a vivir sin el celular

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Es uno de los miedos de mayor impacto en el siglo XXI. Provoca altos niveles de estrés, frustración, ansiedad y angustia. Estrategias de prevención.

La nomofobia se considera un trastorno del mundo moderno y hace referencia al miedo o la ansiedad extrema de carácter irracional que se origina cuando una persona permanece mucho tiempo sin poder usar su teléfono celular. Esto se extiende a quedarse sin batería, sin cobertura, datos o saldo y, por supuesto, a perder el dispositivo. Al igual que otras fobias, se manifiesta a través de síntomas comunes como el miedo, el nerviosismo o la angustia, pero también con otros como taquicardias, dolor de cabeza, dolor de estómago o pensamientos obsesivos.

Quienes sufren nomofobia están continuamente pendientes de su teléfono móvil, hasta el punto de abandonar otras facetas de su vida diaria, incluso las relaciones familiares, de pareja y, en general, cualquier otro aspecto de la vida que podría requerir de atención. Por ejemplo, el nomofóbico puede llegar a evitar viajar o acudir a zonas en las que la cobertura puede ser deficiente, porque eso supondría su “desconexión”. O bien, puede eludir ir a lugares en los que no disponga de una fuente de electricidad cercana en la que poder conectar su dispositivo, por miedo a quedarse sin batería. Otro efecto dañino se produce a través del insomnio. Algunos llegan al punto de alterar su sueño hasta despertarse en innumerables ocasiones durante la noche, con el fin de comprobar que siguen disponiendo de conexión y consultar actualizaciones en sus redes sociales.

¿Cuáles son las causas?

Las causas de la nomofobia suelen ser bastante evidentes. Con frecuencia, la adicción a los teléfonos móviles es su principal origen, provocando el miedo a carecer de la falsa fuente de satisfacción que produce la consulta compulsiva del teléfono. Los expertos coinciden en que existen varios factores relacionados con esta patología: la imposibilidad para comunicarse con otros, la pérdida de conexión, la incapacidad de acceder a la información y la renuncia a la comodidad. En ese sentido, quienes padecen este trastorno suelen sentir picos de ansiedad, agobio, miedo y hasta llegan a sentirse paralizados en el caso de no poder comunicarse mediante su celular.

En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Yago Franco, presidente del Colegio de Psicoanalistas, lo explica así: “La fobia -el temor- a la desconexión tiene que ver con un ideal social, que es una suerte de mandato, de estar permanentemente conectados. Abarca a todas las edades y clases sociales y se profundizó en la pandemia. En ese contexto, no tener el celular significa dejar de existir, perder a los otros, dejar de ser para ellos, ya que el celular devino en el modo privilegiado de comunicación”.

Para Franco, los largos diálogos telefónicos han sido suplantados por conexiones espasmódicas y cada vez más breves: sean escritas o mensajes de voz, o emoticones. En ese sentido, “si no estamos conectados todo el tiempo estamos solos con nosotros mismos, y el diálogo con uno mismo no es nada sencillo en esta época”, asegura. 

 ¿Cómo combatir este miedo?

Algunos especialistas coinciden en que la clave es aprender a controlarse y  desprenderse del móvil de forma gradual, y lograr separar momentos: la noche es para dormir y, por lo tanto, el teléfono debe de estar apagado; del mismo modo, que la cena es para comer y no para estar con el celular.

Sin embargo, para salir de este encierro, Franco dice que “es posible, por un lado, con una reflexión colectiva acerca de esa situación impuesta y autoimpuesta y, por otro lado, recreando modos ya conocidos de lazo con los otros, como el diálogo, sea telefónico, presencial o mediante las cartas que solían enviarse por mail”.

El poder transformador de la tecnología está fuera de toda duda. Sin embargo, entender que la “vida virtual” no es más que una faceta parcial de algo mucho más grande, que es la vida real, también puede ayudar a evitar este trastorno.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ 
Foto: bemovil.

Una startup promete revolucionar el trabajo remoto apoyada en Blockchain y Web3

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Franco Di Stefano
y Gustavo Zach son dos jóvenes emprendedores misioneros que, luego de observar el auge del empleo remoto como consecuencia de la pandemia de COVID-19, fundaron Bull Project, una
startup que ofrece servicios para agilizar los procesos de búsqueda de talentos de cualquier lugar del mundo, la gestión de sus contratos según estándares locales y el pago de sus honorarios a partir de una única factura mensual emitida por la propia compañía. El componente de innovación de este proyecto fintech es que está basado en tecnologías Web3 y Blockchain para automatizar los pagos de salarios en criptomonedas estables (stablecoins) directamente a la billetera virtual elegida por los colaboradores.

Franco Di Stefano durante la presentación de su empresa ante la aceleradora neerlandesa. (Foto: Bull Project).

Como beneficios, las empresas que adoptan sus servicios ven agilizados sus procesos de selección, contratación de talento remoto (a título propio o subcontratados por Bull Project) y la liquidación de sus salarios, de manera completamente automatizada y descentralizada gracias a la implementación de tecnologías de interfaz Web3 y Blockchain, las cuales aportan un alto nivel de seguridad y trazabilidad.

Para los colaboradores las ventajas están dadas por acceder a la posibilidad de trabajar para cualquier compañía del mundo desde cualquier país, pero con un fuerte enfoque hacia candidatos de Argentina y de América Latina, agilizando su contratación, la certificación de los servicios prestados, la emisión de una única factura y el cobro de sus honorarios en criptomonedas estables transferidas a sus billeteras virtuales y convertibles a la moneda en circulación de cada país.

Esta innovadora empresa fue recientemente seleccionada para ser incubada por Startupbootcamp, una aceleradora de empresas radicada en Países Bajos que les otorgó un primer financiamiento de 15.000 euros para continuar con los desarrollos de la arquitectura informática y la adquisición de la infraestructura necesaria para el funcionamiento óptimo de la plataforma. Paralelamente, la incubadora neerlandesa apoya el crecimiento del negocio a través de servicios de consultoría en modelos financieros, desarrollo tecnológico y de software, marketing y publicidad, entre otros, por un valor de 15.000 euros más.    

Desde TEC entrevistamos a Franco Di Stefano, quien en 2020 con apenas 28 años y viviendo en el Reino Unido, le puso nombre a su visión y fundó Bull Project. A partir de allí comenzó a liderar el desarrollo de una compañía que en el mes de junio enfrentará una rueda de presentación ante inversionistas, en la que prevé obtener financiación para continuar escalando la empresa.        

Una historia forjada desde las ganas de aprender y emprender 

Franco y Gustavo se criaron en la ciudad de Posadas, provincia de Misiones. Se llevan dos años -Franco tiene 32 y Gustavo tiene 34- y se conocieron a través de amigos en común porque “Posadas era una ciudad chica”, contó Franco rememorando su adolescencia durante la primera década del 2000. Luego de finalizar su etapa escolar, Gustavo inició sus estudios y se recibió de abogado. Franco siempre admiró “el espíritu inquieto y emprendedor de Gustavo”, quien siempre compartía con él ideas de nuevos emprendimientos en los que podrían asociarse para iniciar un negocio. 

Sin embargo, Franco se fue a vivir a Córdoba donde también inició sus estudios de abogacía aunque “no me fue bien así que volví a Posadas, donde intenté seguir un año más la carrera y tampoco me fue bien” y agregó: “El estudio no me motivaba porque aún no había descubierto mi vocación”. Fue en ese momento que decidió emprender su búsqueda. El destino lo llevó de viaje a Oceanía con visas de trabajo y vacaciones (working holiday) con las que recorrió primero Nueva Zelanda y luego Australia, donde ingresó a trabajar en una empresa del rubro de la construcción. 

Richard Branson. (Foto: Jochen Siegle/TechShowNetwork).

Allí, gracias a su entusiasmo por aprender y demostrando grandes capacidades, descubrió la administración de proyectos y equipos de trabajo (project management) y estableció un vínculo con el dueño de la empresa. “Era joven igual que yo, me tomó bajo su ala, me enseñó cómo armar un plan empresarial y me explicó la importancia de tener un mentor o asesor de negocios que pueda guiar los pasos de una compañía”, recordó Franco. En la etapa inicial de la constructora, el mentor de quien ahora era su jefe había sido nada más y nada menos que el magnate británico de los negocios Richard Branson, CEO de la corporación Virgin Group. 

Durante los años que trabajó en la empresa constructora, Franco acumuló experiencia en la administración y el desarrollo de negocios, lo que identificó como algo “aplicable a cualquier emprendimiento de bienes o servicios” y que despertó su vocación y sus ganas de continuar trabajando ligado al mundo de las startups

Con esa visión emigró en 2019 al Reino Unido, donde sabía que había un gran potencial para trabajar e incluso fundar una startup y desarrollar un negocio desde cero. A los tres meses, ingresó a trabajar como asistente de la CEO en una startup dedicada al desarrollo de sitios web. “Justo la empresa comenzaba a prepararse para una ronda de presentación ante inversores en la que lograron obtener 16 millones de libras”, precisó Franco y agregó: “Fue en ese lapso donde mamé todo, desde los procesos de escalabilidad del negocio, cómo atraer inversores, qué documentación era necesaria y todo lo relacionado a cómo hacer crecer un emprendimiento”.

Franco posa junto al símbolo de su startup. (Foto: Bull Project)

Ese financiamiento impulsó a la empresa a abrirse al mercado latinoamericano y como Franco era el único que hablaba español y tenía experiencia en administración de proyectos le encomendaron la coordinación de un equipo de 20 colaboradores españoles que la empresa había contratado para crear y redactar los contenidos para clientes de México, Perú, Chile y Argentina. “De golpe tenía 20 personas a cargo para abrir un mercado y lo que pasaba era que esas personas tenían que trabajar para un mercado del que desconocían sus léxicos y la  idiosincrasia que necesitaban conocer para crear ese contenido, por lo que no conseguían cumplir las metas de rendimiento”, explicó Franco.

Buscando una solución le propuso a la CEO de la compañía reconfigurar el equipo de trabajo a través de la contratación de colaboradores argentinos que pudieran realizar el trabajo. Su propuesta fue aceptada y a partir de allí, en diez días se encargó del reclutamiento, la contratación y la instrumentación del pago de salarios de 27 colaboradores argentinos. Ese fue el germen de lo que muy pronto sería Bull Project.

 

La fundación de una startup a partir de la búsqueda de soluciones tecnológicas, el afán por mejorar y una gran determinación 

La experiencia y los conocimientos adquiridos por Franco mientras desarrollaba y mejoraba los procesos de reclutamiento, contratación y pagos, casi de manera artesanal, lo llevaron a identificar los problemas centrales del modelo: contratiempos con los contratos, dificultad en el control de reportes de actividad y bases de datos, exceso de facturas e inconvenientes por comisiones o inestabilidades cambiarias para los contratados a la hora de cobrar sus salarios. “Entonces dije, pará, tiene que haber una solución para ordenar todo: hay soluciones tecnológicas de recursos humanos, de contratos y de pago con criptomonedas”, y viviendo una especie de epifanía Franco pensó: “Hay que integrar todas esas soluciones en un mismo lugar”

En ese mismo momento se puso en contacto con Gustavo. “Lo llamé porque sabía que me iba a decir que sí y, después de todas las veces que él me propuso iniciar un emprendimiento, ahora era yo quien tenía una propuesta para hacerle”, contó Franco y completó: “Me dijo que sí, sin que le diera demasiados detalles sobre el proyecto y el modelo del negocio”.

Gustavo Zach, socio fundador de Bull Project, en su oficina de la ciudad de Posadas. (Foto: Bull Project)

Posteriormente, con la pandemia de COVID-19 en ciernes, Franco se dio cuenta que en cuanto consiguiera automatizar dichos procesos, su función dentro de la empresa estaría destinada a volverse obsoleta, por lo que le propuso a la CEO brindarle el servicio unificado de manera tercerizada y así convirtió a su actual empleadora en su primera empresa cliente.

“A partir de ese momento, a través de Gustavo averiguamos los requisitos para registrar la empresa en Argentina donde nos recomendaron armar una SRL (Sociedad de Responsabilidad Limitada) lo que nos demandaba contar con un tiempo que no teníamos dada la urgencia con la que necesitábamos empezar a trabajar”, explicó Franco. A su vez, Gustavo presentó la propuesta tanto en la banca pública como en la privada, pero los impuestos y costos por las transacciones resultaban demasiado onerosos. Además se sumaban las restricciones de acceso a los dólares para los contratados. “Al final registrar la empresa acá en el Reino Unido me tomó 40 minutos y abrir una cuenta bancaria comercial apenas 12 horas. Eso fue alentador”, expresó. Así fue como los jóvenes posadeños se pusieron al frente de Bull Project y comenzaron a pensar en el armado de la plataforma y en la integración de las tecnologías necesarias para automatizar los procesos al mismo tiempo que buscaban más clientes.

Transcurridos tres meses, ya contaban con un sitio web funcional y vinculándose con personas de otras empresas en el espacio de coworking elegido para establecer las primeras oficinas de Bull Project, Franco consiguió más clientes lo que les permitió comprobar el funcionamiento e ir ajustando el modelo del negocio.

El paso siguiente consistió en el armado de una plataforma modelo y el diseño de las infraestructuras informáticas. Con esa meta Franco se nutrió de las propias bases de datos de la empresa para contratar colaboradores argentinos y así encarar el desarrollo de la plataforma. “Siempre me propuse orientar las búsquedas de recursos humanos en Argentina y específicamente a zonas descentralizadas, tanto para nuestros clientes como para nosotros. Así fue como nuestros primeros colaboradores fueron un desarrollador de Corrientes y un diseñador gráfico de Posadas con quienes armamos la primera plataforma funcional pero a la que debíamos agregarle parámetros de seguridad a través de la arquitectura de software y la infraestructura cloud (en la nube), un proceso muy caro para el que íbamos a necesitar financiamiento antes de salir a vender los servicios masivamente”, aclaró Franco.

Ante esa necesidad de financiamiento para escalar el proyecto, Franco presentó Bull Project en un sinnúmero de aceleradoras e incubadoras de startups europeas. “Empezamos a aplicar en todos lados y a principios del año pasado (2023) nos empezaron a llamar porque les gustaba la idea, lográbamos pasar las distintas instancias de evaluación y llegar a las etapas finales pero no quedábamos seleccionados”, relató Franco, quien admitió sentirse desorientado ya que no le daban una devolución del porqué rechazaban el proyecto y cuáles eran las mejoras que necesitaban aplicar para resultar elegidos. “Yo les decía: a mí la plata no me sirve si no me dicen qué estamos haciendo bien y qué estamos haciendo mal, la idea es mejorar todo el tiempo”, expresó.

Franco en la sede de la aceleradora en Países Bajos. (Foto: Bull Project)

Cuando presentaron la empresa ante la aceleradora neerlandesa Startupbootcamp, pasaron los primeros filtros, quedaron en la final y volvieron a ser rechazados. Con el afán por averiguar qué era lo que les faltaba y lidiando con la frustración de haberle dedicado tiempo y trabajo a la presentación de la compañía, Franco insistió ante diferentes referentes de la incubadora para que le dieran una explicación concreta sobre los aspectos que necesitaba mejorar. Fue así como, gracias a su gran determinación, Franco accedió a diversas instancias con asesores comerciales y financieros quienes le brindaron las explicaciones que necesitaba para ajustar el modelo empresarial.

“Finalmente, en la cuarta entrevista me confesaron que eso era lo que buscaban en un emprendedor, que no bajara los brazos y que siempre mantuviera la actitud por mejorar el producto. Y ahí mismo me confirmaron que nos iban a acelerar”, relató Franco.

El próximo paso para escalar el modelo de Bull Project será el más desafiante y costoso de todos: el desarrollo de la arquitectura de software y la infraestructura de hardware que brindará trazabilidad y seguridad a todas las operaciones de la empresa pero fundamentalmente a los sistemas de pago tanto en criptomonedas estables como en las monedas de curso legal de cualquier país. Ahora tenemos dos DevOps -que son los arquitectos-, un desarrollador Front End y dos desarrolladores Full Stack, responsables del funcionamiento de la plataforma. También tenemos dos diseñadores gráficos encargados de la creación de contenidos y el marketing. Esas siete personas son argentinas. Después estamos Gustavo y yo encargados de las operaciones generales, de la parte legal y de ventas”, aclaró Franco.

El objetivo de la incubadora neerlandesa por contribuir con el crecimiento de Bull Project no es desinteresado ya que “se quedaron con el 8% de nuestra empresa a través de acciones. Su misión, en lo inmediato, es que consigamos la mayor cantidad de inversiones posibles que justifiquen su apuesta en nosotros”, explicó Franco. “Cuando la valoración de la empresa supere los 2.000.000 de dólares, la participación accionaria de la incubadora comienza a diluirse hasta alcanzar un valor del 4%. Y ahí tienen que decidir si vuelven a invertir en nuestro proyecto”, completó.

“En junio tuvimos el Demo Day, un evento masivo que se realizó en Amsterdam bajo la organización del Financial Times donde presentamos Bull Project ante inversionistas de todo el mundo, concluyó Franco.

El legado de la oveja Dolly: ¿usted clonaría a su mascota?

Por María Ximena Perez* para  AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Crece la tendencia a aplicar esta técnica en caballos, cerdos y vacas, así como también en perros y gatos de compañía. Impedimentos y potencialidades.

La clonación animal constituye uno de los campos científicos que más avanza en las últimas décadas. Este proceso utiliza el material genético de un ser vivo para crear una copia idéntica. En esencia, busca copiar algo que la naturaleza ya había creado. En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQDaniel Salamone, médico veterinario e investigador del Conicet, especialista en clonación y técnicas de reproducción asistida, lo explica así: “La clonación animal es la creación de un animal gemelo a uno preexistente, es decir, un gemelo diferido en el tiempo. Es hacer una copia idéntica, con las mismas características de un gemelo, pero muchos años después”. A diferencia de la manipulación genética, la clonación no actúa al nivel de las moléculas, sino de las células y sus partes. 

Para clonar animales, primero se extrae el ADN de una célula del animal y se introduce en un óvulo vaciado de material genético. El óvulo se incuba artificialmente en el laboratorio hasta que se implanta en el útero o matriz de una hembra sustituta que, tras el tiempo de gestación correspondiente a cada especie, da a luz.

El legado de la oveja

La oveja Dolly fue el primer mamífero concebido por clonación a partir de una célula de un animal adulto. Nació el 5 de julio de 1996 y vivió siempre en el Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia), donde fue creada por los científicos Ian Wilmut y Keith Campbell. Fue sacrificada el 14 de febrero de 2003 debido a una enfermedad pulmonar progresiva. Murió con una edad genética de seis años, la misma que tenía la oveja de la que fue clonada.

Pero la oveja no fue la primera, ni tampoco la última. En el presente, a 26 años de su nacimiento: ¿cuál es el escenario de la clonación? Cuenta Salamone que, en Argentina, “la clonación de caballos de polo es un fenómeno creciente”. Esta técnica, aplicada a la preservación de yeguas de alto valor, permite multiplicar su capacidad para producir embriones, experimentar con distintos padrillos, generar copias de caballos que perdieron su capacidad reproductiva por castración o preservar la genética de caballos ya muertos. Por otro lado, se pueden generar crías desde que inician su edad reproductiva, a los tres años, porque ya se sabe que poseen un potencial genético superlativo. Para dar cuenta de esto, Salamone destaca que “el Abierto de Polo argentino se juega con clones”. Según el especialista, en clonación y reproducción asistida “hay que hacer un gran número de intentos porque hay una parte fundamental que es la ginecología del animal que, si no hay buenos profesionales en esa área, se complica”. 

Copia fiel: el clon de las mascotas

Aunque la clonación de mascotas está rodeada de polémica, es una tendencia mundial que va en aumento. Por ejemplo, la clonación de perros entró en escena en 2005, en Corea. Pero hicieron falta 1.095 embriones para conseguir que naciera un solo perro clónico sano, lo que confirma la complejidad de la clonación de perros debido a la biología de su reproducción. Ese perro, un sabueso afgano llamado Snuppy, vivió hasta 2015 y fue clonado a partir de células adultas con la misma técnica usada para Dolly, la de transferencia nuclear.  

En ese sentido, el primer paso para clonar a un perro es preservar los genes del animal a través de la preservación genética. Esto se hace obteniendo una muestra de tejido en cualquier veterinaria y enviando la muestra al laboratorio de clonación, donde cultivarán las células y las congelarán hasta que el dueño decida iniciar el proceso de clonación, que suele durar unos 10 meses. En ese momento, según detallan los especialistas, el laboratorio debe fecundar un óvulo e implantarlo quirúrgicamente en “una madre sustituta”.

Estas perras son generalmente tratadas con hormonas para llevar los embarazos a término. Pero, sin contar a la donante original y a la madre sustituta, el proceso de clonación todavía requiere numerosos perros para producir un solo clon. Esto se debe a que muchos embarazos clonados no tienen éxito o mueren poco después del nacimiento, cómo fue el caso del gemelo de Snuppy.

Con todo, la existencia de este milagro de la ciencia lleva a que cada vez más personas, ante la pérdida de su perro o su gato, recurran a empresas de clonación para encargar una réplica del animal, como forma alternativa de sobrellevar el duelo. Y usted ¿clonaría a su mascota?

Fuente y foto: Agencia de Noticias Científicas UNQ