“El cambio climático ha llegado a tu barrio”

Por Cristina Sáez para SINC | Nota compartida en el marco del 22/4 Día Internacional de la Madre Tierra

Las consecuencias de la crisis climática para nuestra salud son reales: existe una relación directa con las pandemias y un previsible aumento de ciertos tipos de cáncer. Lo cuenta el científico Juan Fueyo y advierte que estamos ante el último desafío de la civilización para evitar el abismo del calentamiento global.

De niño, Juan Fueyo (Oviedo, 1957) recuerda cómo los ríos Caudal y Nalón de su Asturias querida bajaban negros, por el lavado del carbón. “Aquellos cauces nos pertenecían y la industria los hacía servir de alcantarilla”, recuerda. Afortunadamente, justo cuando empezaba a estudiar medicina, desmantelaron la mina en la que algunos hombres de su familia se habían dejado la salud.

El investigador Juan Fueyo trabaja en el centro MD Anderson de la Universidad de Texas (EE UU). / Foto: Juan Fueyo.

Fueyo recoge esos recuerdos de infancia y reflexiona sobre cómo los combustibles fósiles ponen en peligro la vida de todos los seres que habitan la Tierra en Blues para un planeta azul (SineQuaNon, 2022), el último libro de este científico y divulgador, en el que aborda el que quizás sea el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad: la crisis climática

Desde una perspectiva científica y humanística, en la obra desvela desde las artimañas de la industria petrolera para desviar la responsabilidad del cambio climático hacia los ciudadanos, con conceptos como la ‘huella de carbono’, hasta la estrecha relación del calentamiento global con el aumento de epidemias y pandemias. 

Tras licenciarse en la Universidad de Barcelona y especializarse en neurología, Fueyo se marchó a EE UU, donde investiga con virus oncolíticos (‘atacan’ las células cancerosas) en el MD Anderson de la Universidad de Texas, para tratar así tumores cerebrales. Vive, paradójicamente, en Houston, una de las capitales del petróleo, donde sus ciudadanos tienen la peor salud del país. 

¿Qué hace un científico como tú, que se dedica a investigar con virus, escribiendo un libro sobre cambio climático? 

Cuando escribí Viral [publicado en 2021], me adentré de lleno en el tema de las pandemias. El sida, por ejemplo, o la covid, se deben al contacto cada vez más estrecho entre los seres humanos y los animales, que está en buena medida propiciado por el cambio climático. Como dice María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, la crisis climática es la amenaza de salud global más importante para la humanidad. Y de ahí surge mi interés por este campo, la cenicienta de las ciencias, por la relación que hay con la salud humana. 

El cambio climático comienza en la Revolución industrial y ha habido científicos que durante estos siglos han alertado sobre el calentamiento global, como explicas en el libro, pero hasta muy recientemente no hemos admitido que causa muertes. 

Así es, la aceptación de que la polución causa muerte se dio hace apenas dos años: una niña de 9 años en Inglaterra padecía asma, tuvo diversos ataques repetidos, paros respiratorios, hasta que al final falleció. En el momento de su muerte, los niveles de contaminación del aire de Londres eran muy elevados, muy por encima de los límites que marca la OMS. Por ello, en su certificado de defunción los médicos hicieron constar que la pequeña murió a causa de la contaminación. La contaminación del aire provoca siete millones de muertes prematuras al año. Está vinculada al cáncer de pulmón y a enfermedad respiratoria. Las partículas de polución pequeñas, las PM2,5, provocan inflamación y enfermedad cardiovascular. 

imagen de frimufilms en Freepik.

La predicción de los expertos en epidemiología es que el cáncer se convertirá en la enfermedad más letal del siglo XXI si no detenemos esta crisis climática. 

Cuando descubrimos el agujero de la capa de ozono, nos percatamos de que este gas es como una gran crema de protección solar de la humanidad frente al sol y que, al perforarse y exponernos más a los rayos ultravioleta, habían aumentado los casos de cáncer de piel, tanto en humanos como en los animales. En Australia, donde hay mucha cultura de pasar tiempo al aire libre, el melanoma se está extendiendo por el país de manera importante.

Por no hablar de la contaminación de las aguas debida al cambio climático: los desastres asociados hacen que lleguen tóxicos de las fábricas a mares y océanos, incluidos los microplásticos, de los que se cree que aumentan la frecuencia del cáncer gastrointestinal.  Ahora son las enfermedades infecciosas y las cardiovasculares las que se cobran más vidas, pero para estas tenemos tratamiento. En cambio, para esos tipos de cáncer no, y si se desmadran y llegan a hacer metástasis, no tenemos nada. 

Has mencionado el caso de la niña fallecida por el cambio climático. Y ahora hablas de casos de cáncer vinculados al calentamiento global. Pero ¿cómo afirmar con certeza que esas enfermedades se deben al cambio climático? 

Para explicártelo, déjame que te hable de los huracanes. Al principio se creía que dos o tres tormentas se juntaban y daban lugar a una más grande y eso era un huracán. Sin embargo, los investigadores del MIT comprobaron los estudiaron y observaron que la temperatura del agua, cuando sube, genera una nube que gira y que acaba produciendo un huracán. Es decir, que su energía proviene de la temperatura del agua. También apuntaron que, con el calentamiento de mares y océanos debido al cambio climático, aumentaría su frecuencia. 

Existe una ciencia que permite atribuir que fenómenos como los huracanes están vinculados a cambio climático. Es la llamada ‘ciencia de la atribución’. Se trata de modelos matemáticos en los que se introducen todas las variables conocidas sobre el tiempo atmosférico en un momento dado. Esos modelos son capaces de predecir si, en el caso de tener condiciones normales, ese huracán se hubiera producido o no, o si se ha debido al aumento excesivo de la temperatura del agua. La primera vez que se demuestra esa relación es con el huracán Harvey, de Houston, en 2017. 

Y esa ciencia de la atribución, ¿puede también identificar si una ola de calor o una borrasca, como Filomena, se deben al cambio climático? 

La ciencia de la atribución es matemática pura y modelos informáticos, y muy exacta. Y sí, permite decir si una ola de calor que ha pasado de manera esporádica está relacionada con el cambio climático. También si un incendio es de los llamados de sexta generación, alimentados por el aumento de temperaturas y las condiciones de sequía extrema, un nuevo tipo de fuegos nunca vistos hasta ahora y que son provocados por el cambio climático. Estos incendios generan su propio tiempo atmosférico: dentro de ellos se forman nubes e incluso tornados. 

En España también hemos empezado a sufrir este tipo de incendios.

Sí, aunque lo que más nos está afectando y afectará son las olas de calor. Y se prevé que en el Mediterráneo vayan en aumento un nuevo tipo de huracanes, los medicanes, así como fenómenos como la gota fría. También será cada vez más habitual superar los 40 grados en ciudades como Madrid. El cambio climático ha llegado a tu barrio. Ya no es aquello del oso polar al que se le está acabando el hielo. 

En los últimos tres años. hemos oído a numerosos expertos alertar de que, debido al cambio climático, cada vez serán más frecuentes pandemias como la de la covid. ¿Qué relación hay? 

Diversos factores vinculan ambas cosas. Una es el avance de la humanidad, que deja sin hábitat a los animales salvajes. Al principio, las epidemias aparecían en zonas de África donde los habitantes estaban en contacto con los animales salvajes, como los monos, que cazaban. Así ocurrió, por ejemplo, con el sida y el ébola. 

La última pandemia apareció en China y tiene que ver con los murciélagos. Ahora se están siguiendo a murciélagos más grandes, los de la fruta. Cuando los bosques desparecen, los animales se mueven hacia las ciudades para encontrar alimento. En algunos municipios de Australia, como Hendra, ya se ha descubierto un virus que lleva el nombre de la ciudad, virus Hendra. Pasa de los murciélagos a los caballos y les produce una encefalitis, y de los caballos a las personas con una mortalidad del 70 %. Aún no hay transmisión persona a persona, pero cuando la haya, tendremos una pandemia. 

A eso se suma el aumento de temperaturas… 

Que favorece no solo la expansión de los mosquitos, sino que vivan más tiempo y se reproduzcan más. Se espera que haya casos de malaria y paludismo en más regiones del mundo, y que enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla u otras lleguen a zonas donde hasta ahora no eran endémicas. El aumento de temperaturas también está provocando que el permafrost y los glaciares se derritan. Cuando eso pasa, se desentierran cuerpos de animales y humanos que pueden portar virus, como el de la viruela, para el que ya no estamos vacunados y que pueden provocar una epidemia. 

La gran pandemia que esperaban los expertos era la de algún tipo de gripe. 

Es la que tenemos más establecida y sabemos cómo pasará: un ave acuática se va a infectar por un virus de la gripe, que saltará a un cerdo en un corral y se mezclará con un virus de la gripe humana en el cuidador de esos cerdos. Eso ocurrirá en Tailandia, o en China o en algún sitio con muchas granjas y entonces comenzará la pandemia. Son virus muy potentes, muy contagiosos.

De hecho no se sabe bien qué son los virus. Una teoría dice que las primeras células que murieron dejaron trozos de ADN y ARN sueltos, y de golpe, uno de ellos, probablemente de ARN, adquirió una función enzimática, que le ayudó a infectar otra célula y a multiplicarse. De manera que, incluso antes de que existieran organismos con múltiples células, ya había virus. No es de extrañar que vayamos hacia un mundo en donde los microbios tengan la última palabra y nosotros desaparezcamos y ellos sigan infectando todo lo que pillen. 

Resulta aterrador…

Yo no quiero pensar mucho en ello, porque cuando lo hago, tengo pesadillas.  

El cambio climático también tiene que ver con la pobreza, como defiendes en el libro. 

Como dice Jane Goodall, el cambio climático tiene que ver con la justicia. No solo hay que acabar con el cambio climático porque la física afecta a la Tierra, sino porque genera cada vez más inequidad. Si pensamos en las pandemias, por ejemplo, la del coronavirus, ha conseguido que los países en África que llevaban un tiempo con un producto interior bruto positivo, ahora sea negativo de nuevo. Una pandemia puede destruir una economía, sobre todo la de países en vías de desarrollo. Y luego está la regla tan curiosa del cambio climático, que consiste en que quienes menos hacen para producirlo, son los que más sufren sus consecuencias. 

En este sentido, en la última conferencia sobre cambio climático celebrada en Egipto los estados han acordado, precisamente por primera, vez un fondo europeo para sufragar las consecuencias de esa regla. 

Europa ha llegado a un acuerdo para pagar los estragos que produce el cambio climático en África y otras regiones, esperemos que los EE UU se apunten. En Pakistán, por ejemplo, más de la mitad del país está afectada por inundaciones, mientras que el país es responsable de un 1 % del cambio climático. ¿Quiénes tienen que pagar por eso? Los países productores de petróleo son los que deberían hacerlo porque son los que lo generan. Y si vamos a nivel de población, sucede lo mismo, los niños pequeños y los ancianos, quienes menos producen cambio climático, son los dos grupos de población más vulnerables a las olas de calor. 

¿Por qué hemos tardado tanto en actuar y ahora lo hacemos de puntillas? 

Es una pena que el CO2 sea un gas transparente, porque de otra forma podríamos ver el manto negro encima de nosotros y eso nos daría una idea de la magnitud del problema que tenemos. Aunque, bien mirado, si fuera de color, no podríamos ni ver a las personas que hay con nosotros en una habitación. En los años 80 se publicaron los primeros artículos científicos en la revista Science por parte de un científico de la NASA que estudiaba la atmósfera de Venus y se dio cuenta de que los cambios de temperatura que estaban ya sucediendo en la Tierra, salvando las distancias, podían ser similares a lo que ocurrió en el planeta vecino al principio y que lo convirtió en un mundo muy hostil, sin posibilidad de albergar vida.

Este científico publicó modelos matemáticos y los sacó a la calle alertando de que el cambio climático ya estaba aquí. Alcanzó la portada del New York Times, incluso le invitaron a hablar en el Congreso. Entonces la gente empezó a asustarse. Hace 40 años ya se consideraba el cambio climático un problema enorme. Pues bien, a este señor lo censuran, lo silencian, le impiden que use el nombre de la NASA cuando da sus conferencias, le amenazan de muerte, lo que también le ocurre a muchos periodistas que trabajan en temas de cambio climático en países como México, Rusia, Arabia Saudí, que son productores de petróleo. 

También Estados Unidos. 

Aquí ha ocurrido que las compañías del petróleo contrataron a las agencias de marketing de las tabacaleras para crear el mismo tipo de propaganda y sembrar duda sobre si lo que decían los científicos era o no verdad. Seguramente, uno de los mayores ataques contra la ciencia del cambio climático es decir que no hay consenso científico. En este sentido, fíjate que fueron las mismas compañías de petróleo las que inventaron el concepto ‘huella de carbono’ para hacer que los ciudadanos pensaran que tienen una responsabilidad sobre cómo mejorar el cambio climático, cuando en realidad no es así. 

¿No somos corresponsables? 

Como dice un periodista del New York Times, Thomas Friedman, “no hay que cambiar las bombillas, sino a los líderes”. Nosotros no podemos hacer nada. Si en el sur de España se alcanzan 50 grados y hay una sequía enorme, no podemos arreglarlo viajando allí con maletas cargadas de lluvia. Esto lo tienen que arreglar los gobiernos y las compañías de petróleo. 

Eres de Asturias, con tradición minera del carbón, y has pasado tu vida adulta en Houston, que una de las capitales del petróleo, donde, como cuentas en el libro, la ciudadanía tiene peor salud que en el resto de EE UU. 

Cuando llegamos a Houston, me percaté de que todos los edificios de los hospitales llevaban el nombre de donantes relacionados con el petróleo. Vivimos en una ciudad que está envuelta en el petróleo, en la que hay 13 refinerías, pozos de petróleo en la playa de Galveston, y un oleoducto une directamente Houston y Nueva York. Disfrutamos de la gasolina más barata del mundo. A cambio, aquí los casos de cáncer se disparan, igual que ocurre en el sur de Andalucía con las petroquímicas. 

El libro no es apto para ecoansiosos. No dejas ni un resquicio a la esperanza.

El último que cierre la puerta y apague la luz. 

Pero ¿podemos realmente hacer algo o hemos llegado demasiado tarde? 

Sí que podemos: yo he escrito este libro y tú ahora me estás haciendo una entrevista. Es importantísimo continuar concienciando. Para empezar, tenemos que hablar en los términos en los que lo hace Greta Thunberg: dejar de usar cambio climático, para referirnos a la situación como crisis climática, porque la palabra crisis le da un sentido de urgencia. 

Y además de la divulgación, es crucial nuestro voto. Tenemos que empezar a votar a partidos que se toman en serio dentro de sus programas la crisis climática. En Estados Unidos, los partidos, por ejemplo, le ponen barreras constantemente. Obama, sin ir más lejos, perforó la tierra buscando petróleo más que ningún otro presidente antes que él y Biden está haciendo lo mismo. América funciona por el petróleo. Votar es la única manera de cambiar eso, hay que intentar que los líderes políticos dejen de dar subsidios al petróleo y aumenten las inversiones en energías verdes. Hasta que no digamos que no queremos más petróleo y nos movamos hacia un mundo de energías más limpias y ético, no mejoraremos el problema.

Fuente: SINC.

Ciencia ciudadana en Argentina

Conocé cuáles son las iniciativas de ciencia ciudadana en nuestro país, de qué manera y en cuáles podés participar.

Son muchos los proyectos de ciencia ciudadana de los que podés participar en nuestro país. Las iniciativas en desarrollo buscan conocer y concientizar a la ciudadanía en diversas temáticas como la salud, la biodiversidad y el cuidado del ambiente. Lo mejor de todo es que para participar, en la mayoría de los casos, solo necesitás un teléfono celular. Pero antes de comenzar a explorar de qué trata cada propuesta hay que saber que hay de tres tipos. Los proyectos contributivos son aquellos diseñados por la comunidad científica y en los que los ciudadanos aportamos mediante la obtención de datos. Por su parte, en los proyectos colaborativos (o de colaboración) no solo intervenimos en la recolección de datos sino que también en su análisis. Finalmente, nos encontramos con los proyectos co-creativos en donde se involucra la participación ciudadana en todas las etapas de la iniciativa, desde su diseño, pasando por la recolección de los datos y el análisis de las muestras obtenidas, y terminando con la elaboración de conclusiones.

Participá de un proyecto de ciencia ciudadana. Foto: www.navarratelevision.es

Con los objetivos de inspirar acciones en territorio y sumar más voluntarias y voluntarios a la investigación comunitaria, desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación con la colaboración del Laboratorio de Aceleración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina, se realizó un mapeo de las iniciativas de ciencia ciudadana que tienen lugar en nuestro país

Los siguientes son los proyectos en los que podés sumarte y su temática principal. En cada link podrás acceder a la información ampliada del proyecto:

Observa-Residuos ➝ Gestión de residuos sólidos urbanos.

Cazadores de Crecidas ➝ Monitoreo de crecidas en ríos y cuencas urbanas.

Bioleft ➝ Innovación participativa en semillas.

Geckos Forasteros en tu Casa, ¿Estás Seguro? ➝ Monitoreo de poblaciones de especies exóticas de geckos presentes en Argentina.

Conservar Tiburones en Argentina ➝ Manejo y conservación de tiburones costeros.

CoAct ➝ Ciencia Ciudadana para la Justicia Ambiental en la Cuenca Matanza Riachuelo.

Proyecto Vaquitas ➝ Monitoreo de la diversidad y distribución de las Vaquitas de San Antonio (Coleoptera, Coccinellidae).

Adopto un Cuerpo de Agua como mi Mascota ➝ Monitoreo ambiental y vinculación con la comunidad.

Drenajes Pluviales Urbanos Sostenibles ➝ Relevamiento técnico y diagnóstico de inundaciones urbanas.

Tucanes en mi Jujuy ➝ Conciencia ciudadana sobre la conservación de la biodiversidad y planificación urbana sustentable ambientalmente.

El Veril del Banco de Afuera ➝ Evaluar la acidificación de los océanos en el sector costero de Mar del Plata.

Playas Sostenibles de Mar del Plata Monitoreo de playas públicas y privadas de uso turístico.

Censo Forestal Urbano ➝ Mantenimiento y conservación del arbolado urbano.

eBird Argentina ➝ Monitoreo de biodiversidad aviar y sus tendencias poblacionales.

CoSensores – Sensores Comunitarios ➝ Herramientas libres para el relevamiento socioambiental comunitario.

EcoRegistros ➝ Registro geográfico de seres vivos.

Cyano ➝ Eutrofización de cuerpos de agua y cianobacterias.

ArgentiNat.org ➝ Biodiversidad.

AppEAR ➝ Monitoreo ambiental de ecosistemas acuáticos de agua dulce.

Ballena Franca Austral ➝ Identificación fotográfica de ballenas.

Geovin ➝ Estudio de enfermedades transmitidas por vectores (animales transmisores).

Monitoreo de colonias de abejas ➝ Monitoreo ambiental.

MATTEO ➝ Monitoreo automático del tiempo en la tropósfera.

Gaviota Cangrejera ➝ Monitoreo del ecosistema marino-costero.

Vuela ➝ Ciencia abierta con drones.

Monitoreo de Calidad del Aire ➝ Evaluar la calidad de aire, humedad y temperatura en distintas ciudades de nuestro país.

Caza Mosquitos ➝ Estudio de enfermedades transmitidas por vectores (animales transmisores).

Medidores de CO2 ➝ Vinculación y transferencia tecnológica para la producción solidaria de medidores de CO2.

Bajemos los decibeles ➝ Detección de ambientes ruidosos.

Anticipando la crecida ➝ Estrategias comunitarias para la reducción de desastres e inundaciones urbanas.

Alerta Buen Aire UNGS ➝ Monitoreo ambiental, rellenos sanitarios y otras fuentes contaminantes.

ProyectoAsio ➝ Conservación del lechuzón de campo (Asio flammeus).

MASARE ➝ Monitoreo ambiental y desarrollo de herramientas de políticas públicas.

Monitoreo nacional de microplásticos costeros ➝ Monitoreo ambiental de microplásticos y reducción del uso de plástico.

Peces de la Puna Argentina ➝ Conocer peces exóticos invasores y fauna acuática nativa.

Vi un abejorro ➝ Monitoreo y conservación de abejorros nativas y exóticas.

FjordPhyto ➝ Monitoreo de fitoplancton en la Península Antártica.

Gigante de las Pampas ➝ Monitoreo del Escuerzo Pampeano.

Composta orgánicos ➝ Compostaje domiciliario y comunitario en CABA.

Restaura ➝ Restauración ecológica de bosques nativos.

Nodos ➝ Plataforma colaborativa de Artes Escénicas.

Los anfibios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ➝ Monitoreo de la anfibiofauna e Investigación biológica.

Ciudadanos por el Ambiente Costero ➝ Monitoreo ambiental costero.

Inundaciones: ¿qué podemos hacer? ➝ Gestión del riesgo de inundación y anegamiento.

Equipo Costero de Observadores de Fauna y Ambiente ➝ Monitoreo de fauna marina.

Ciencia, educación y desarrollo sostenible local ➝ Educación para el Desarrollo Sostenible.

Biocorredores ➝ Restauración Ambiental del Partido de Escobar.

Territorios en acción ➝ Mapeo colaborativo de organizaciones sociales en Argentina.

Hornero ➝ Observaciones de nidos de horneros.

¿Es Araña o Escorpión? ➝ Determinación de ejemplares de arañas y escorpiones hallados por la comunidad.

Además de estas iniciativas, se realizaron y ya se encuentran finalizadas las siguientes:

¿Qué Pasa Riachuelo? ➝ Monitoreo ambiental.

Mi Hábitat: observando con lupa mi barrio ➝ Saneamiento y gestión de residuos; enfermedades transmitidas por vectores (animales que las trasmiten).

El desafío del agua ➝ Monitoreo de la calidad del agua.

Colisiones Viales en Chacabuco ➝ Monitoreo de accidentes de tránsito.

Cosecheros de granizo Córdoba ➝ Registro de granizadas y recolección de granizos.

Accedé a más información en el sitio del Programa de Ciencia Ciudadana que administra la Dirección Nacional de Programas y Proyectos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.

Además, te invitamos a escuchar los podcast eBirdenial y Ciencia Ciudadana disponibles en nuestro portal.  

Amantes de la naturaleza serán ‘detectives’ de mamíferos en Cataluña

Por SINC

Ya cerró la segunda convocatoria de voluntarios para la elaboración del ‘Atlas de Mamíferos de Cataluña’. Serán rastreadores en Camp de Tarragona, Terres de l’Ebre, Cataluña central, Lleida, el Alt Pirineu, Arán, Empordà o el Prepirineo central. En 2022 ya se desarrolló la primera parte de este proyecto de ciencia ciudadana.

El Observatorio del Patrimonio Natural y la Biodiversidad quiere dar un nuevo impulso a la elaboración del primer Atlas de los mamíferos de Cataluña. En esta ocasión, el Museo de Ciencias Naturales de Granollers y el CREAF, con el apoyo del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Cataluña, convocaron a la ciudadanía para conseguir que, al menos, 150 personas voluntarias formen parte de la comunidad que realizará el seguimiento de los mamíferos de Cataluña, en este segundo año de toma de datos.

Estos voluntarios contribuirán a tener una imagen cada vez más completa de la presencia de los mamíferos salvajes en la región. Las zonas a cubrir se encuentran mayoritariamente en el Camp de Tarragona, las Terres de l’Ebre, Cataluña central, Lleida, el Alt Pirineu, Arán, Empordà o el Prepirineo central. 

Las voluntarias y los voluntarios son parte clave para la recolección de datos en proyectos de ciencia ciudadana. Foto/Créditos: www.lifeder.com

Durante 2022, un primer grupo de voluntarios conformó una comunidad que pilotó la primera fase del Atlas. Hoy esa comunidad quiere crecer.

El trabajo realizado durante el primer año permitió probar y afinar las metodologías que se utilizan para encontrar o detectar la presencia de mamíferos en cada zona muestreada. La exploración se centra en colocar cámaras de fototrampeo, recorrer transectos y apuntar los rastros y los animales que se ven, recoger pelos y heces, así como grabar los ultrasonidos que emiten los murciélagos.

Los datos recogidos se comunican luego a los coordinadores del proyecto, que los analizan para elaborar conclusiones. Con esta convocatoria, se pretendió encontrar a personas que cubran las zonas que todavía faltan por muestrear, a fin de conocer la distribución de los mamíferos en esta comunidad autónoma. 

Recolecciones y evidencias  

Los primeros datos (que reúnen la información de aproximadamente un 20% del territorio catalán) han permitido empezar a trazar el mapa de lo que veremos en el futuro Atlas de mamíferos. Hasta ahora, se puede decir que, entre los mamíferos de tamaño grande y mediano, el jabalí y el zorro son las especies que más se han detectado, seguidos por la garduña, el tejón y el corzo. La cabra montés, la liebre y el coipú (una especie invasora) son las que menos han aparecido.

El reconocimiento y la medición de huellas es una de las tareas que se propone a los voluntarios en rastrear la presencia de animales. Foto/Créditos: CREAF Fuente: SINC

De los mamíferos más pequeños, como roedores y musarañas, los resultados son aún preliminares, porque el método para identificarlos pasa por el análisis de pelos en el laboratorio. Lo mismo ocurre con los murciélagos porque, aunque ya se han registrado los ultrasonidos que emiten, todavía hay que analizar la forma y la frecuencia de la mayoría de grabaciones para identificarlos. 

En cuanto a especies en concreto, se puede mencionar la situación de algunas de ellas en las zonas donde se ha realizado el muestreo. Parte de esas pruebas concuerdan con los datos recogidos en otros programas de seguimiento, como son los casos de la nutria, el corzo o el ciervo.

Para las especies para las que no existen programas de seguimiento de gran alcance territorial, los datos recogidos en este primer año del Atlas permiten intuir también que algunas se encuentran bastante extendidas, como la gineta y el murciélago enano, el más pequeño de Cataluña. 

Los muestreos comenzarán a principios de la primavera. Se ratrearán tres tipos de hábitats diferentes: forestal, abierto y de ribera. 

Fuente: CREAF

Créditos: SINC