Un científico argentino recibirá el premio más importante en el campo de la conservación animal

Se trata del Indianápolis Prize 2023 que fue adjudicado al biólogo Pablo Borboroglu en reconocimiento a su labor en pos de proteger colonias de pingüinos en todo el mundo y principalmente en nuestro país.

El próximo 30 de septiembre, la Sociedad Zoológica de Indianápolis distinguirá al biólogo argentino Pablo Borboroglu con el Indianapolis Prize 2023, el premio internacional más importante en el campo de la conservación animal. Así, Borboroglu se convertirá en el primer lationamericano de la historia en recibir este galardón gracias a sus más de 30 años de trabajo dedicados a la protección de los hábitats terrestre y marino de las colonias de pingüinos. Esta distinción, considerada el “Nobel” de la conservación animal, se entrega cada dos años.

Pablo Borboroglu estudia y protege desde hace tres décadas a los pingüinos. Foto/Créditos: Indianapolis Prize

Para Rob Shumaker, presidente y CEO de la Sociedad Zoológica de Indianápolis, las contribuciones de Borboroglu tanto respecto a aspectos científicos como la comprensión de la conducta y la biología de los pingüinos como a sus logros en la preservación de millones de hectáreas de hábitats -que resultan críticos para estas aves marinas no voladoras- lo hicieron merecedor del premio.

Como investigador Borboroglu entiende que su trabajo es facilitar que la información científica llegue a las comunidades y a las autoridades encargadas de tomar decisiones. Sin embargo, sabe también que esa información tiene que servir para impulsar un cambio de conducta en la comunidad que se traduzca en acciones concretas de conservación. Para ello, en 2009, Borboroglu fundó la Global Penguin Society (GPS), una organización internacional dedicada a la conservación de las especies de pingüinos, las costas y los océanos que habitan. Desde allí, lidera la iniciativa que ya concientizó a más de 8000 niñas y niños -que participaron de visitas educativas a pingüineras-, a otros 200.000 que recibieron materiales educativos en inglés y español, y a otras audiencias a través de programas de Disney y National Geographic.

La pingüinera de Estancia San Lorenzo, en Chubut, se visita de enero a marzo. Foto/Crédito: Xavier Martin.

Luego de haber estudiado el ADN de todas las colonias los resultados indican que desde Nueva Zelanda, los pingüinos se expandieron y conquistaron el hemisferio sur. No obstante, en los últimos años, su tasa evolutiva -entendida como la velocidad de adaptación al ambiente- se vio dramáticamente ralentizada debido a que no pueden adaptarse a la gran cantidad de cambios a la que están expuestas sus poblaciones, especialmente a raíz del cambio climático. Esto hace que su protección sea fundamental ya que 9 de las 18 especies que existen están amenazadas siendo el “pingüino africano” el que más peligra. En general, las principales amenazas a las que están expuestos en el mar son la pesquería comercial, la contaminación con plástico y la explotación de petróleo, mientras que en tierra son el alto nivel de intervención humana en sus hábitats y la aparición de nuevos predadores.

En el sitio de la Global Penguin Society se puede seguir en tiempo real la migración de los pingüinos por el Mar Argentino. Imagen/Crédito: Global Penguin Society.

Dentro de lo considerado por la Sociedad Zoológica de Indianápolis para otorgarle la distinción y como fruto del arduo trabajo de su organización, se tomaron en cuenta los esfuerzos realizados por Borboroglu en pos de la creación de la Reserva de Biosfera Patagonia Azul de la UNESCO en Chubut, un área que abarca 3,1 millones de hectáreas que comprende el parque interjurisdiccional marino costero Patagonia Austral y la reserva provincial Punta Tombo -entre otras áreas- y que sirve de refugio al 40% de la población mundial de pingüinos de Magallanes. Esta es la decimoquinta reserva con más superficie de océano de la Argentina y más de 1000 especies descriptas. Además, GPS desarrolló una herramienta que permite seguir en tiempo real la migración de pingüinos de múltiples colonias. A su vez, Borboroglu coordinó desde 1998 planes de manejo de ocho áreas protegidas de Chile y Argentina, lo que también pesó en la decisión de elegirlo entre 51 conservacionistas nominados este año para recibir el galardón de US$250.000.

Pablo Borboroglu, junto a la princesa Ana del Reino Unido, al recibir el Premio Whitley en 2018.

Por si fuera poco, el biólogo argentino de 53 años, también cofundó y preside el Grupo Especialista en Pingüinos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Esta organización reunió información sobre la crianza, la alimentación y la migración de las 18 especies de pingüinos conocidas, con el fin de diseñar estrategias adecuadas de protección para las diferentes poblaciones en conjunto con las comunidades y las autoridades de cada lugar.

Borboroglu nació en la ciudad bonaerense de Mar del Plata. Estudió ciencias biológicas en la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, se doctoró en biología en la Universidad Nacional del Comahue e ingresó a la carrera de investigador del CONICET. Asimismo, es profesor asociado de la Universidad de Washington. Como antecedente, en 2018 recibió de manos de la princesa Ana del Reino Unido el Premio Whitley que entrega el Fondo Whitley para la Naturaleza por su inquebrantable compromiso y dedicación para proteger a los pingüinos.

Fuente: La Nación

Un continente de plástico en el océano pacífico: seis países son responsables de su formación y crecimiento

La cantidad de residuos que forman la mancha de basura del océano Pacífico podrían alcanzar las 80.000 toneladas.

Descubierta en 1997 por el oceanógrafo y navegante Charles J. Moore, se extiende en más de 1.600.000 kilómetros cuadrados la “mancha de basura del océano Pacífico” (Pacific Ocean Garbage Patch). Impulsada por un giro oceánico -un gran sistema de corrientes marinas rotativas producido por el movimiento de rotación terrestre- cada segundo, minuto y día que pasa, esta mancha crece más y más, incorporando desechos y conformando un verdadero continente de plástico en medio del océano Pacífico norte. Sin embargo, este continente fuera de lo común no es una masa. Es como una sopa gigante, un revoltijo de pequeños fragmentos de plástico dispersos a varias profundidades. 

“Mientras contemplaba desde la cubierta de mi barco la superficie de lo que debería ser un océano prístino, me enfrenté, hasta donde me alcanzaba la vista, con un paisaje de plástico. Parecía increíble, pero nunca encontré un lugar claro. En la semana que tardamos en cruzar el océano desde Hawaii hasta Los Ángeles, sin importar a qué hora del día mirara, los desechos de plástico flotaban por todas partes”.  Charles J. Moore.

Ante este escenario, un grupo de investigación del Ocean Cleanup Project y de la Universidad de Wageningen de los Países Bajos, realizaron un estudio y descubrieron que el 90% de los desechos plásticos de la mancha de basura del océano Pacífico provienen de solo seis países. Comenzaron su investigación analizando más de 6.000 piezas en las que buscaron palabras impresas, símbolos, logotipos o cualquier indicio de proveniencia del desecho. A pesar de que alrededor de un tercio de los residuos no arrojaron signos claros sobre su procedencia, el resto pudo clasificarse de la siguiente manera: un 33,6% provenientes de Japón, un 33,3% de China, un 9,9% de Corea del Sur, un 6,5% de Estados Unidos, un 5,6% de Taiwan y un 4,7% de Canadá. Esto significa que estos seis países podrían ser responsables de más del 93% del total identificable.

La concentración de plástico por cada kilómetro cuadrado se puede representar en 4 niveles: el primero de 100 gramos, el segundo de 1 kilo, el tercer de 10 kilos y el cuarto de 100 kilos.

Respecto a los objetos más identificados la investigación arrojó que un 26% son equipamientos de pesca comercial como boyas o flotadores de gran tamaño. El mayor problema es que estos desechos se degradan por efecto del sol y de las corrientes y de manera progresiva liberan microplásticos. Estas pequeñas partículas son confundidas por la fauna marina con el plancton que compone su dieta, por lo que al ingerirlos pueden producirles asfixia. También pueden obstruir la luz solar necesaria para que ciertas plantas marinas se desarrollen con normalidad por lo que no solo la fauna sino la flora marinas están cada vez más amenazadas.       

Fuente: Meteored

Sábado 23/9 a la medianoche | ¡Cine en el C3!

El próximo sábado 23 de septiembre celebramos una nueva edición de La Noche de los Museos y como parte de la programación especial del Centro Cultural de la Ciencia – C3 (Godoy Cruz 2270, CABA), presentaremos a la medianoche en el auditorio y en pantalla gigante -con entrada libre y gratuita– nuestro último documental coproducido junto a la Dirección de Comunicación y Prensa
del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Click acá para conocer toda la programación del C3.

Click acá para conocer más sobre el documental.