Los vikingos llegaron a América cinco siglos antes que Cristóbal Colón

Un evento de rayos cósmicos global y la madera encontrada en un asentamiento en Terranova, Canadá, ayudó a los investigadores a identificar cuándo llegaron los nórdicos por primera vez al continente americano.

Los vikingos de Groenlandia, los primeros europeos en llegar a América, vivieron hace 1.000 años en una aldea en Canadá, según una investigación publicada en Nature. Los científicos saben desde hace muchos años que los nórdicos construyeron una aldea en L’Anse aux Meadows (La Ensenada de las Medusas) en Terranova alrededor del cambio de milenio. Pero un reciente estudio es el primero en señalar con precisión la fecha de la ocupación y establecimiento de la población.

Gracias a una tormenta solar que quedó grabada en árboles y objetos de madera milenarios de todo el planeta, se ha podido determinar la fecha con exactitud de cuándo se establecieron los vikingos. Los investigadores estudiaron los anillos de la madera de varios objetos que muestran que los nórdicos se habían asentado en lo que hoy es el norte de Canadá en 1021.

Una casa comunal nórdica reconstruida junto al sitio arqueológico en L’Anse aux Meadows en Terranova, Canadá. El nuevo estudio señala que los nórdicos estuvieron allí en el año 1021 d.C. Fotografía aérea de Russ Heinl / Shutterstock

Los arqueólogos han confiado durante mucho tiempo en la datación por radiocarbono para encontrar una fecha aproximada para los materiales orgánicos como la madera, los huesos y el carbón, pero el último estudio utiliza una técnica basada en un evento de rayos cósmicos global, probablemente causado por erupciones solares masivas, para determinar una fecha exacta. Estudios previos han establecido que hubo tal evento de rayos cósmicos en el año 993 que durante unos meses causó niveles mayores de lo habitual de carbono-14 radiactivo en el dióxido de carbono de la atmósfera.

Los árboles «respiran» dióxido de carbono a medida que crecen, por lo que los investigadores utilizaron esa firma de carbono radiactivo para determinar cuál de los anillos de crecimiento anual que se ven en las secciones transversales de la madera era de 993. Luego usaron un microscopio para contar los anillos de crecimiento posteriores hasta la corteza de la madera, lo que les dio el año exacto en que el árbol dejó de crecer, en otras palabras, cuando fue talado por los nórdicos.

La palabra del equipo de investigación

Los exploradores vikingos, que pudieron ser hasta 100 personas, tanto mujeres como hombres, talaron árboles para construir una aldea y reparar sus barcos. El estudio publicado en Nature fija una fecha en la que estuvieron allí al mostrar que talaron al menos tres árboles en el año 1021, 470 años antes de que Cristóbal Colón llegara a las Bahamas en 1492. “Esta es la primera vez que se establece científicamente la fecha”, dijo la arqueóloga Margot Kuitems, investigadora de la Universidad de Groningen en los Países Bajos y autora principal del estudio. “Anteriormente, la fecha se basaba solo en sagas, historias orales que solo se escribieron en el siglo XIII, al menos 200 años después de que ocurrieran los eventos que describieron”, dijo.

Los edificios nórdicos reconstruidos en L’Anse aux Meadows se basan en excavaciones en el sitio arqueológico. Este edificio pudo haber sido una iglesia; muchos nórdicos eran cristianos en ese momento, pero quizás no exclusivamente. Fotografía de Glenn Nagel / Shutterstock

Los primeros colonos nórdicos en Groenlandia eran de Islandia y Escandinavia, y la llegada de los exploradores a Terranova marca la primera vez que la humanidad dio la vuelta al mundo entero. Pero su estancia no duró mucho. La investigación sugiere que los nórdicos vivieron en L’Anse aux Meadows durante tres a 13 años antes de abandonar el pueblo y regresar a Groenlandia. Los restos arqueológicos ahora están protegidos como un hito histórico y Parks Canada ha construido un centro de interpretación cercano. Está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La aldea fue excavada en los años sesenta y allí se encontraron pruebas de que aquellas casas habían sido levantadas por los vikingos. Una de ellas es el corte angular y preciso en las maderas, algo que solo se podría haber hecho con hachas u otras herramientas metálicas. Y los habitantes originales de la región desconocían la metalurgia.

La clave científica para la fecha exacta en que los nórdicos estuvieron allí es un pico en una forma naturalmente radiactiva de carbono detectada en antiguas piezas de madera del sitio: algunos palos desechados, parte del tronco de un árbol y lo que parece ser una pieza de un tablón. Los indígenas ocuparon L’Anse aux Meadows tanto antes como después de los nórdicos, por lo que los investigadores se aseguraron de que cada pieza tuviera marcas distintivas que mostraran que se había cortado con herramientas de metal, algo que los indígenas no tenían.

Muestra de las maderas del yacimiento vikingo analizadas en las que se aprecian tanto el corte metálico como los anillos del árbol. Crédito: M. KUITEMS/UNIVERSIDAD DE GRONINGA

Para su sorpresa, cada una de las tres piezas de madera que probaron era de un árbol talado en 1021, aunque eran de tres árboles diferentes: dos abetos y probablemente un enebro. Los investigadores no pueden decir si la fecha de 1021 fue cerca del comienzo o el final de la ocupación nórdica, pero esperan que una mayor investigación sobre otra madera del sitio amplíe el rango de fechas.

Aunque los vikingos llegaron a América casi 500 años antes que Colón, su presencia allí no fue mucho más allá de La Ensenada de las Medusas, ni siquiera en el tiempo. Lo resume el investigador holandés, Michael Dee: “Científicamente no podemos decir mucho más sobre el tiempo que estuvieron allí. Pudieron pasar un año o varias veces en estancias cortas. O quizá permanecieron algo más, puede que una década. Todas las pruebas arqueológicas sugieren que su estancia fue relativamente breve”.

Fuente: NBC News (www.nbcnews.com) y Diario El País (www.elpais.com)

La primera frase escrita de uno de los más antiguos alfabetos aparece en un peine para piojos

Por Agencia EFE para SINC

Arqueólogos de Israel han desenterrado un diminuto peine de marfil de hace 3700 años con un mensaje grabado en lengua cananea: “Que este colmillo acabe con los piojos del cabello y la barba”. Según sus descubridores, “se trata de un hito en la historia de la capacidad humana de escribir”.

Los cananeos, habitantes de la región y civilización de Canaán (localizada entre el mar Mediterráneo y el río Jordán), inventaron uno de los primeros alfabetos que se conocen hacia el 1800 a. C., pero hasta ahora no se habían descubierto inscripciones muy significativas.

El pasado noviembre, sin embargo, un grupo de arqueólogos israelíes informa en el Jerusalem Journal of Archaeology del hallazgo de un pequeño peine de marfil del 1700 a. C. donde aparece escrita la primera frase completa conocida en cananeo. Su texto hace referencia a la función del objeto: “Que este colmillo acabe con los piojos del cabello y la barba”.

Aunque este peine fue encontrado en 2017 en el yacimiento de Tel Lachish (Israel), las letras grabadas se han identificado durante un procesamiento posterior realizado este mismo año, según detalla el estudio. 

El descubrimiento lo hizo un equipo liderado desde la Universidad Hebrea de Jerusalén (HU) y el texto lo descifró el epigrafista semítico Daniel Vainstub de la Universidad Ben Gurion.

Imagen del peine de marfil con la inscripción en cananeo: “Que este colmillo acabe con los piojos del cabello y la barba”. / EFE/Dafna Gazit, Israel Antiquities Authority

La inscripción es una prueba directa del uso del alfabeto en las actividades cotidianas hace unos 3700 años y «se trata de un hito en la historia de la capacidad humana de escribir», señala otro de los firmantes, Yosef Garfinkel, de la HU.

El peine mide unos 3,5 por 2,5 centímetros y las bases de las púas son visibles en ambos extremos, pero estas se rompieron en la antigüedad. La parte central está algo erosionada, posiblemente por la presión de los dedos al sujetarlo durante el cuidado del cabello o la eliminación de los piojos de la cabeza o la barba.

17 letras y siete palabras

En este utensilio de marfil hay 17 letras cananeas, que forman siete palabras que hoy se pueden traducir con la frase «Que este colmillo acabe con los piojos del pelo y de la barba», grabadas de forma superficial y escritas en forma arcaica, de la primera etapa de la invención de la escritura alfabética.

Dibujo de la inscripción en el peine para piojos. / Daniel Vainstub et al./Jerusalem Journal of Archaeology

La habilidad del grabador para ejecutar con éxito unas letras tan diminutas (de 1 a 3 milímetros de ancho) es un hecho que, a partir de ahora, debería tenerse en cuenta en cualquier intento de resumir y sacar conclusiones sobre la alfabetización en Canaán en la Edad del Bronce, destacan los autores.

La inscripción tiene características “muy especiales, algunas de las cuales son únicas y llenan vacíos y lagunas en nuestro conocimiento de muchos aspectos de la cultura cananea”, apuntan los investigadores, y destacan que, por primera vez, se dispone de una frase verbal completa escrita en el dialecto que hablaban los habitantes cananeos de la antigua ciudad de Lachish.

Peine de 14 y 6 puas

El peine tenía en uno de sus lados seis púas gruesas para desenredar los nudos del cabello y por el otro catorce finas, que se utilizaban para eliminar piojos y liendres.

Respecto al marfil, era un material muy caro, por lo que probablemente fue un objeto de lujo importado, quizás desde el cercano Egipto, lo que indica que incluso la gente de alto nivel social sufría de piojos.

La inscripción arroja luz sobre algunos aspectos de la vida cotidiana de la época, hasta ahora poco atestiguados, y es el primer descubrimiento en la región de una inscripción que hace referencia a la finalidad del objeto en el que fue escrita, a diferencia de otras grabaciones escritas de dedicación o propiedad en los objetos.

Los investigadores también analizaron el peine para detectar la presencia de piojos y encontraron restos de 0,5 a 0,6 milímetros. Las condiciones climáticas de Lachish no permitieron conservar los insectos enteros, sino solo la membrana externa de la fase de liendre.

Yacimiento de Tel Lachish (Israel). / Oren Rozen

Fuente: SINC.

La ciencia en cuatro patas: perros protagonistas de algunos hitos y avances científicos

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

En la historia de la ciencia fueron un pilar para el desarrollo de la humanidad. La nobleza de una especie que se volvió la mejor amiga del hombre.

Un último lengüetazo de agua y la cabina se cerró. Afuera, una explosión cilíndrica iluminó el cosmos, mientras la pequeña cosmonauta ascendía más allá de la estratósfera. Se llamaba Laika y fue el primer ser vivo en orbitar la tierra y uno de los perros más famosos del mundo. 

Laika, la heroína: sentó las bases para que el ser humano también llegara al espacio. Crédito: Cuantarazon.

En la historia de la ciencia, el mejor amigo del hombre fue un pilar en los avances de la humanidad. Las razones por las que ganaron notoriedad son diversas. Algunos fueron héroes anónimos cuyas hazañas se conocieron y difundieron. Otros salvaron vidas o dieron ejemplo de gratitud y valentía. Todos demostraron una lealtad incondicional y un gran amor por los seres humanos. 

La misión espacial de Laika

Laika fue el primer ser vivo enviado al espacio, en 1957, a bordo del Sputnik 2, cuando los soviéticos la lanzaron en la cápsula espacial. Pasó de ser una perra callejera, a convertirse en una perra astronauta tras dos meses de entrenamiento. No sobrevivió, pero su sacrificio sirvió para comprobar que los soviéticos sí podían enviar seres vivientes al espacio exterior. Por eso, en 1960, el Sputnik-5 fue lanzado con una tripulación integrada por un conejo, ratones, ratas y Belka y Strelka, dos perritas, también callejeras, que regresaron sanas y salvas, no presentaron afectaciones por el viaje e incluso tuvieron descendientes. El hecho de que hayan retornado sanas sirvió para asegurar el viaje del astronauta ruso Yuri Gagarin.

Los perros de Pávlov y los reflejos condicionados

Iván Pávlov fue un científico ruso, que recibió el premio Nobel de Fisiología y Medicina a principios del siglo XX. Entre sus experimentos, realizó uno con perros como protagonistas: consistía en asociar la respuesta fisiológica de salivación, consecuencia de la presentación de un estímulo concreto (comida), a la aparición de un estímulo neutro (el sonido de una campana).

Para ello, expuso a varios perros callejeros a un plato de comida, lo que les producía la respuesta fisiológica involuntaria de salivar. Pávlov observó que estos animales salivaban al ver la comida, una reacción producida por un estímulo directo. Más tarde, llegaría a la conclusión de que los perros también salivaban simplemente al ver al asistente que normalmente les traía la comida.

Iván Pávlov fue un fisiólogo ruso, celebre por haber formulado el condicionamiento clásico. Créditos: https://puroscuentos.blog/

Se propuso, entonces, condicionar el reflejo natural de la salivación mediante la introducción de un estímulo neutro. Pavlov hacía sonar un metrónomo antes de alimentar a los perros y, después de varias repeticiones, los perros salivaban por asociación, simplemente al oír el metrónomo, sin necesidad de ofrecerles comida. Demostró, así, la existencia de los reflejos condicionados. El investigador realizó otros experimentos de psicología del comportamiento y fisiología con sus perros, lo cual le valió el premio Nobel de Medicina en 1904

Hola, Trouve

La historia del teléfono comienza con el perro de la raza Terrier perteneciente a Alexander Graham Bell. El perro de Bell respondía al nombre de Trouve y fue famoso porque ayudó al científico a desarrollar su primera “máquina de hablar” (la precursora del teléfono).

Bell entrenó a su can para apretar su mandíbula cada vez que ladraba, de tal forma que los sonidos que emitiera se confundieran con una voz humana. Con mucho trabajo de por medio, logró que el can ladrara algo parecido a las palabras «How are you, grandma?» (¿Cómo estás, abuela?). El experimento dio resultado.

Marjorie, la diabetes y la insulina

Los estudiantes de medicina Frederick Banting y Charles Best descubrieron la insulina en 1921. El 6 de agosto de ese año, fue una perra llamada Marjorie el primer animal diabético del mundo que recibió extracto de páncreas o insulina en su estado más primitivo, con alentadores resultados: su nivel de glucosa en sangre bajó, y parecía más saludable y más fuerte.

A las pocas semanas, Marjorie tuvo que ser sacrificada, debido a complicaciones relacionadas con el mal filtrado de la hasta entonces poco conocida insulina. El 11 de enero de 1922, Leonard Thompson, de 14 años y diabético desde los 12, recibió una inyección de extracto de páncreas, una versión purificada para eliminar contaminantes tóxicos, y se logró una mejoría sorprendente.

Togo y Balto, valientes y solidarios

Gracias a un largo viaje, los perros siberianos Togo y Balto lograron salvar las vidas de muchas personas. En 1925, una epidemia de difteria atacó al pueblo de Nome, en Alaska, y puso en peligro la vida de sus habitantes. Para evitar que pasara a mayores, varios grupos de 20 perros debieron recorrer, guiados por sus dueños, diferentes zonas de Alaska para irse pasando la única cura disponible y llevarla de regreso al poblado. Aunque era débil, Togo logró correr el trayecto entero.

El perro Togo junto a Leonhard Seppala, criador y entrenador estadounidense. Créditos: https://www.togoybalto.com/

Balto estuvo presente en la misma carrera que Togo, pero solo corrió el último cuarto del trayecto. Aún así, es uno de los perros más famosos de la ciencia y suele ser muy recordado por su logro, pues él llegó en el grupo final con los medicamentos.

La perra Tasha y la revolución del ADN

A principios del siglo XXI se secuenció el genoma completo de Tasha, un perro de raza bóxer, lo que supuso el primer genoma completo de la especie. Los investigadores explicaron que el perro tiene 20 mil genes, algo menos que el hombre. El equipo descifró unos 2.400 millones de nucleótidos de ADN en los 39 cromosomas de Tasha. En ese sentido, comparado con el genoma humano y otros organismos, el del perro es una gran ayuda para identificar factores genéticos para la salud del hombre.

Con todo, estos y otros tantos perros más, dejaron una huella en la humanidad que, después de muchos años, aún permanece inalterable.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ