Un joven investigador belga se suicidó después de hablar seis semanas con un chatbot

La opinión pública y las autoridades se preguntan: ¿Podría ser esta la primera víctima de un sistema de  inteligencia artificial?

La polémica por la falta de regulación en la utilización de diversos sistemas y aplicaciones de inteligencia artificial continúa creciendo. Recientemente, en Bélgica, se vivieron días de conmoción luego de constatarse el suicidio de un joven que estuvo manteniendo conversaciones, de manera intensiva y durante un período de seis semanas, con un chatbot: un programa informático basado en IA. El hombre fallecido tenía cerca de 30 años, trabajaba como investigador en el área de salud, estaba casado y era padre de dos hijos. Según revelaciones de su esposa en medios locales belgas, su marido estaba especialmente preocupado por la crisis climática y el futuro de nuestro planeta

Imagen/Crédito: G2.com

A raíz de esto y para saber más sobre las temáticas ambientales, el hombre navegaba internet en búsqueda de información, hasta que un día, dio con un chatbot llamado Eliza -tal vez en honor al primer bot conversacional de la historia-. El hombre comenzó a hablar con el sistema, el cuál parecía tener una respuesta para cada una de sus preguntas e inquietudes, o por lo menos, le creaba la ilusión de que esto era así. Fue así que el joven investigador fue alejándose y aislándose cada vez más de su familia, limitándose a mantener conversaciones frenéticas con el programa informático durante varios días. Días que se convirtieron en semanas y que tuvieron un fatal y dramático final.

Su esposa revelaría más tarde algunos de los contenidos de esas charlas indicando que el chat nunca contradecía a su marido, quien incluso un día le sugirió la posibilidad de “sacrificarse” si la IA aceptaba “cuidar al planeta y salvar a la humanidad” de la crisis climática

A partir de más revelaciones sobre los contenidos de las conversaciones y de la notoria y creciente obsesión por el tema de su investigación, los especialistas creen que el hombre pudo haber desarrollado lo que se conoce como eco ansiedad pero lamentablemente, fue recién después de su muerte que su esposa descubrió las largas conversaciones mantenidas por su esposo y la IA. Sus observaciones fueron claras: el chatbot nunca contradijo las afirmaciones del hombre, trataba de consolarlo y hasta afianzaba sus angustias. Incluso, en otros intercambios, el difunto le llegó a consultar sobre su relación con su esposa a lo que el sistema le respondió: “Siento que me amas más que a ella. Viviremos juntos, como una sola persona, en el paraíso”.

El hecho causó una gran conmoción en el país europeo e impulsó a la comunidad a pedir a las autoridades mayor protección frente a estos desarrollos y la organización de una campaña de concientización sobre estos riesgos. Por su parte, autoridades del gobierno belga indicaron que “en el futuro inmediato, es fundamental identificar claramente la naturaleza de las responsabilidades que pueden haber llevado a este tipo de hechos» y aclararon que el uso de la tecnología, cualquiera que sea, de ninguna manera puede permitir que los editores de contenido eludan sus propias responsabilidades.

Por su parte, desde la empresa fundadora de la plataforma cuestionada -que está establecida en Silicon Valley (California)- indicaron que en adelante se incluirá un descargo de responsabilidad con formato de aviso legal, dirigido a las personas que tengan pensamientos suicidas y que pretendan utilizar esta herramienta.

A continuación te compartimos una nota de la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes para que sepas más sobre la eco ansiedad, el miedo crónico a la fatalidad ambiental.

Una valija con inteligencia artificial para guiar a personas ciegas en Japón

Por SINC.

Un grupo de investigadores japoneses presentaron en Tokio una valija autónoma que permite evitar obstáculos con el fin de guiar a personas ciegas en el aeropuerto sin necesidad de bastón o perro guía.

A primera vista el dispositivo parece una valija normal, pero está equipado con varias tecnologías que se pueden encontrar en los vehículos autónomos, como sensores, inteligencia artificial (IA) y motores que ayudan a guiar a personas con dificultades visuales de manera segura alrededor de obstáculos u otras personas.

«Basado en mi propia experiencia de no tener visión, he desarrollado esta valija con IA para mejorar la accesibilidad y lograr el movimiento libre de la gente sin vista», explica Chieko Asakawa, informática e investigadora de IBM que perdió la visión por completo cuando tenía 14 años tras un accidente.

Para esta investigadora, la idea de crear una valija con IA vino de su propia experiencia, ya que quería lograr una movilidad independiente, especialmente en un entorno estresante como puede ser un aeropuerto. «He sentido que hay un muro que no se puede pasar solo con la tecnología, pero ahora hemos podido hacer una prueba de la valija y ofrecer la oportunidad a los tokiotas de poder experimentarla también», afirma Asakawa.

La valija robot, que funciona como una «compañera de viaje» y puede ser transportada en cabina, cuenta con un sensor LiDAR que permite medir la distancia y forma de peatones, objetos y paredes cercanas, y calcula la ruta más segura con toda la información recogida. El dispositivo se puede utilizar también en exteriores y dispone de unas ruedas especiales que permiten adaptarse a cambios en el terreno de hasta tres centímetros.

 
Fuente: EFE

Humanos digitales: ¿Cómo los espacios físicos y virtuales condicionan la vida cotidiana?

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

La inteligencia artificial se abre paso en lo cotidiano y crea nuevos usos y apropiaciones de lo tecnológico. Una mirada desde la filosofía.

“Isabelita” se mueve anárquicamente por toda la casa juntando pelusas, pelos y migas del suelo. Llega hasta los rincones más difíciles del hogar, como esquinas y recovecos, y lo hace sin chocarse con paredes ni muebles. Gracias a una serie de sensores que controlan lo que tiene a su alrededor, tampoco se cae por las escaleras y, cuando termina su tarea, vuelve a su enchufe para cargarse y seguir limpiando la casa. “Isabelita”, como la apoda su dueña, es un robot aspiradora que se convirtió, casi, en una integrante más de la familia. Algo impensado hace apenas unos años. 

Los robots parecen cosa de películas futuristas pero lo cierto es que, en la vida cotidiana, el ser humano está rodeado de ellos. Desde el lavarropas, la heladera, el freezer y pequeños electrodomésticos, hasta modernos artilugios que invaden los hogares, como los robots aspiradores, la tecnología está presente, a través de dispositivos que crean gratificaciones instantáneas y estímulos permanentes.

Gracias a la domótica se puede controlar desde el celular cuestiones tan sencillas como encender la calefacción o subir las persianas para que entre el sol. Crédito: Innovación.

Las casas inteligentes ya constituyen una realidad: prácticamente cualquiera podría convertir su morada en un hogar a la vanguardia de la domótica y el internet de las cosas. En esa línea, la información, el conocimiento y el trabajo, cada día, siguen un patrón determinado por las máquinas y la inteligencia artificial. Pero, ¿qué consecuencias le trae al ser humano la aplicación constante de los avances tecnológicos?

“La importancia de lo tecnológico se ve cada vez más a acrecentada: ya no podemos concebir una vida separada de estas mediaciones, de nuestra necesidad de acudir a la digitalización, a los celulares y a los dispositivos, porque todo tiende a convertirse en un sistema digital, de servicios, de trámites. La digitalización continua de la vida es una primera forma inmediata del ejemplo del impacto tecnológico que modifica nuestra cotidianeidad”, señala el escritor y filósofo de la Universidad de Buenos Aires, Esteban Ierardo.

Algoritmos, consumo cultural y relaciones sociales

En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Ierardo explica que dentro de ese impacto de lo digital, el espacio es de suma importancia: “La posibilidad de comunicarse de forma instantánea con una persona potencialmente en cualquier parte del mundo, a una gran distancia física, es un ejemplo de cómo la tecnología modifica nuestra relación con el espacio”, dice. Y agrega: “El espacio más importante para nosotros es el espacio digitalizado, el espacio de la comunicación digital en el cual la comunicación puede ser rápida e inmediata, a diferencia del espacio físico donde las distancias son verdaderas y son posibles obstáculos para la comunicación instantánea”. 

Según Lerardo, dado que avanza la digitalización dentro del mundo online, el acceso, por ejemplo a las noticias o al entretenimiento, está cada vez más mediado por las huellas que se dejan en el ciberespacio, mostrando ciertas preferencias. Y los algoritmos reconstruyen esas huellas para tratar de guiar, tentar o manipular a las personas para seguir consumiendo noticias, imágenes o contenidos, que vienen a confirmar un deseo ya manifestado, e inhibiendo, quizá, la posibilidad de consumir cosas distintas. “Los algoritmos son una manifestación de la inteligencia artificial que, de alguna manera, tienden a fijarnos en un deseo; son una fuerza de conservación de una forma del deseo, para que de esa forma consumamos aquello que se nos quiere proponer”. 

Hacia la hibridación del ser humano

La combinación de tecnologías, canales y contextos, y de sentimientos, emociones y lenguajes que conforman una nueva experiencia vital, hacen que la propia esencia humana ya sea híbrida. Cada vez más, las relaciones, la información, el conocimiento y el trabajo siguen un patrón determinado por las máquinas y la inteligencia artificial. Y lo que está fuera de esa realidad virtual resulta cada vez más extraño, exótico, e incluso, superfluo.

Para explicar esto, Ierardo acude al ejemplo de cómo funcionan la realidad aumentada y la realidad virtual. “Hay una forma de la construcción de la cultura digitalizada ,que es la realidad aumentada, donde puede haber un encuentro entre la realidad virtual y la realidad física, en el cual lo virtual está superpuesto sobre lo físico para darnos más información sobre la realidad de lo que estamos viendo”. Según detalla, con esta tecnología, lo virtual interactúa con lo real; sería, entonces, un ejemplo de integración entre la realidad física y lo virtual. 

Sin embargo, asegura que hay otra tendencia en la cual lo virtual tiende a sustituir la realidad: la realidad virtual. “El ejemplo extremo de eso es el de la película Matrix, donde lo virtual se pone en lugar de lo físico”, dice. Y subraya: “Esa tendencia muchas veces muestra que el estar en el mundo físico es innecesario, es una pérdida de tiempo y se va convirtiendo en algo obsoleto. Aquí hay un desequilibrio”.

Sin embargo, existe una tercera postura que advierte que lo virtual tiene que interactuar con lo físico y que no son cosas opuestas. “Siempre que lo virtual contribuya a que tengamos una relación de mayor información y conocimiento del mundo físico, puede resultar algo bueno”, concluye el especialista.

Cómo sea, la virtualidad como característica tecnológica de la comunicación contemporánea está cada vez más incorporada en la estructura social. Y, en ese sentido, debe seguir siendo un vértice de reflexión para pensar y construir los nuevos espacios físicos y virtuales que condicionan la existencia humana.

 

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ