El transistor cumple 75 años y su tecnología sigue siendo muy actual

Por Alejandro Muñoz para SINC

La invención de este dispositivo marcó el comienzo de la electrónica y la era de las telecomunicaciones. La revista Science repasa en un número especial la historia del transistor y los retos de su evolución tecnológica, que plantea la utilización de materiales de última generación, pero mantiene los mismos principios de funcionamiento original.

Hace 75 años comenzó la era de las tecnologías de la información. El hito estuvo marcado por la invención de un dispositivo, el transistor, que en aquel momento tenía un tamaño cercano a una naranja. En la actualidad, el pequeño chip microprocesador de un ordenador puede contener unos 700 millones de transistores y la cifra sigue aumentando cada año.

Con motivo de esta efeméride, la revista Science publica esta semana una edición especial en la que repasa la historia del transistor y los retos que afronta su evolución tecnológica en la actualidad.

“Sin transistores no habría teléfonos móviles, ordenadores portátiles o videojuegos. Además, tendríamos que volver a usar los mapas, porque la tecnología GPS utiliza satélites que transmiten señales mediante el uso de transistores. Casi toda la tecnología médica se basa en estos dispositivos, desde la toma de imágenes y la cirugía robótica hasta los instrumentos que obtienen los resultados de los análisis de sangre”, explica a SINC Phil Szuromi, editor adjunto de Science y autor del la introducción del especial.

Un microprocesador de un ordenador puede contener unos 700 millones de transistores. / NaMaKuKi (Adobe Stock)

Una revolución tecnológica de Premio Nobel

Como recuerdan Suman Datta y sus compañeros en una revisión de este especial de Science, el desarrollo tecnológico del transistor fue posible gracias a los avances en la teoría de los semiconductores de 1930 y en la purificación del germanio y el silicio, en la década de 1940.

En los Estados Unidos de los años 40, la telefonía de larga distancia tenía un problema. Para que la señal eléctrica recorriera largas distancias era necesario amplificarla y este proceso pasaba por las válvulas de vacío o triodos, unos componentes que se calentaban y eran poco fiables.

La Bell Telephone Company, compañía fundada por Alexander Graham Bell y posterior AT&T, contaba con una división de investigación a la que se le encomendó resolver este problema, los Bell Labs. En diciembre de 1947John BardeenWalter Brattain y William Shockley, de Bell Labs, desarrollaron el transistor: el primer semiconductor de estado sólido. En 1956, los tres investigadores recibieron el Premio Nobel de Física “por sus investigaciones en semiconductores y su descubrimiento del efecto transistor”.

Primer transistor de la historia: Bell Labs (1947). / Bell Labs

El transistor tomó su nombre de la función semiconductora del dispositivo: TRANsfer y reSISTOR. Aquel primer transistor de 1947 estaba hecho de láminas de oro, plástico y germanio. Posteriormente, para su comercialización se empleó el silicio, más fiable y fácil de fabricar.

La creación del transistor no solo contribuyó a la mejora de la telefonía. Permitió la computación digital y su impacto en la sociedad es “difícil de sobreestimar”, destacan los autores de la revisión.

Por citar otros ejemplos, su comercialización permitió el desarrollo de la radio de bolsillo, la creación de Silicon Valley y fue clave en el desarrollo del programa Apollo, agregan.

Nuevos transistores para nuevas necesidades

Durante décadas, la evolución tecnológica del transistor ha permitido reducir su tamaño y su consumo de energía para poder introducir millones de transistores en chips y circuitos integrados. Nuestro propio teléfono móvil funciona gracias a millones de estos semiconductores, señalan Datta y sus colegas.

La Ley de Moore, postulada casi 20 años después de la creación del transistor, vaticinaba que el número de transistores en un circuito integrado se doblaría cada 1 o 2 años. Esta premisa, que ha sido cierta en las últimas décadas, está perdiendo validez. En la actualidad, el escalado resulta mucho más complejo, entre otros motivos, por la posible aparición de pequeñas fugas eléctricas cuando el transistor está apagado, subrayan.

Los autores comentan que al igual que la necesidad de realizar llamadas de costa a costa de Estados Unidos motivó el desarrollo del transistor, las necesidades de hoy en día propician la creación de la nueva generación de transistores, de materiales que van desde los nanotubos de carbono al óxido de galio.

“La mayor necesidad es usar menos energía. Todos hemos sentido cómo se calientan nuestros regazos cuando usamos un ordenador portátil: ese calor es energía que se usa para hacer funcionar el dispositivo. Los nuevos diseños de transistores deberían usar menos energía y los nanotubos de carbono pueden reemplazar al silicio, como una forma de usar menos energía en este tipo de aplicaciones. Por otro lado, para controlar los sistemas de alta potencia en la industria también se están explorando otros semiconductores más allá del silicio, como el carburo de silicio y el óxido de galio, que disminuirán la energía desperdiciada en los sistemas de control”, comenta Szuromi a SINC.

En el caso de los transistores de nanotubos de carbono (CNT), esta tecnología propiciará multitud de nuevas aplicaciones. Por ejemplo, la creación de biosensores que podrían ser útiles para detectar el cáncer, según los expertos citados en el número especial.

Si bien los CNT podrían constituirse como una evolución tecnológica a los transistores actuales, también plantean problemas de producción. Su desarrollo se basa en procesos que no son fáciles de escalar.

Para Aaron Franklyn y otros firmantes, autores de otro de los artículos de revisión, “la realización de una tecnología de transistores CNT que cubra las necesidades del alto volumen de fabricación tiene muchos obstáculos. Se requiere un esfuerzo conjunto de la academia y la industria para superarlos”.

Las aplicaciones del futuro

Los expertos citados auguran que los próximos circuitos integrados realizarán tareas más rápido, gracias a que su diseño estará orientado a la realización de tareas específicas.

“Ya tenemos chips especializados que ejecutan los gráficos de los videojuegos; sin ellos, los juegos serían más lentos y menos realistas visualmente. Los fabricantes de automóviles diseñarán específicamente los chips que harán funcionar los automóviles autónomos, para ejecutar todas las tareas de navegación y conducción de manera rápida y eficiente”, dice Szuromi a SINC.

En su opinión, “la tecnología de transistores utilizada en tareas de detección y control, como guiar a los robots a un edificio derrumbado para buscar supervivientes, tendrá los sensores integrados en los chips, en lugar de sensores separados, y acelerará el procesamiento. Los dispositivos flexibles, como sensores portátiles y monitores en forma de parches para la piel, impulsarán la medicina personalizada”.

Con independencia de su construcción y sus aplicaciones, los principios detrás del funcionamiento del transistor siguen siendo clave para el desarrollo tecnológico, 75 años después de la creación del primer transistor. 

 

Referencia bibliográfica:

Número especial de  Science  (noviembre, 2022)

Introducción: Phil Szuromi «From one transistor…«

Perspectiva: Mark S. Lundstrom, Muhammad A. Alam. «Moore’s law: The journey ahead«; Marko J. Tadjer «Toward gallium oxide power electronics» 

Revisión: Aaron D. Franklin, Mark C. Hersam, and H.-S. Philip Wong. «Carbon nanotube transistors: Making electronics from molecules«;  

Suman Datta, Wriddhi Chakraborty, Marko Radosavljevic. «Toward attoJoule switching energy in logic transistors» 

Fuente: SINC.

Amor, sexo y tubos de ensayo: los matrimonios más famosos de la ciencia

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

La vida de personas unidas por la pasión y la historia, pero consagradas por el conocimiento. ¿Cuáles fueron las parejas que protagonizaron revoluciones científicas?

Dicen que la experiencia del amor es un patrimonio compartido por todos los seres humanos. La historia del pensamiento científico no es ajena a esta afirmación. Son varias las páginas románticas entre reconocidos protagonistas de la ciencia que ejercieron una influencia, un enriquecimiento y una motivación mutua, no solo en el plano personal sino también intelectual. Sus trabajos, realizados en equipo, resultan pilares fundamentales para la ciencia moderna.

En esta nota, desde la Agencia de noticias científicas de la UNQ, realizamos un repaso por la vida y la obra de los Curie, los Lavoisier, los Cori y los Moser: protagonistas de estas curiosas historias de amor, donde la investigación minuciosa y la documentación precisa se unen a la alcoba. Y, casi todos, con un premio nobel entre las sábanas.

El primer gran dúo surgió en pleno siglo XVIII. Fue el de Marie-Anne Pierrette y su marido Antoine Lavoisier, conocidos como los padres de la química moderna. Se casaron en 1771 y aprovecharon la dote de la muchacha, que entonces tenía 13 años, para establecer un laboratorio bien equipado donde comenzar sus estudios. Entre otras cosas, Marie-Anne trabajaba junto a su marido, anotando las observaciones y dibujando diagramas de sus diseños experimentales, algo que fue de gran utilidad para entender los métodos y resultados de Antoine.

En pleno siglo XVIII, Marie-Anne Pierrette y su marido Antoine Lavoisier rehicieron el campo de la química, que hasta ese momento estaba dominado por la idea del flogisto, proveniente de la alquimia. Crédito: Wikipedia.

Así, ambos descubrieron el papel clave del oxígeno en la combustión y en la respiración de animales y plantas. Además, con sus experimentos probaron la Ley de Conservación de la materia —según la cual la cantidad de materia siempre es la misma al final y al comienzo de una reacción— y descubrieron que el agua está compuesta de oxígeno e hidrógeno. Si en ese entonces hubiera existido el Premio Nobel, posiblemente se lo habrían ganado.   

Pierre y Marie Curie: un amor radiactivo

La pasión que unió a Pierre Curie y a la estudiante Marie Skłodowska fue la más radiactiva de la historia. Pocas veces se encuentran dos vidas tan profundamente identificadas como las de este matrimonio. La historia de los Curie lo tuvo todo: romanticismo, idealismo, sacrificio y tragedia. Cuando Marie conoció a Pierre, ya llevaba tres años viviendo en París y estudiando en la Sorbona. En 1894, cuando el investigador le pidió matrimonio, hacía más de un año que trabajaban juntos en su laboratorio de París. Se casaron en 1895 y continuaron su investigación en un cobertizo, mal ventilado, sin ser conscientes de los efectos nocivos que tendría para ellos la exposición continuada y sin protección a la radiación.

Pioneros en el campo de la radioactividad, en 1898 el matrimonio anunció el descubrimiento de dos nuevos elementos: el polonio y el radio. Credito: wikipedia.

En 1898, el matrimonio anunció el hallazgo de dos nuevos elementos radiactivos: el polonio y el radio, aunque aún tuvieron que pasar cuatro años trabajando en condiciones precarias para demostrar su existencia. Finalmente, en 1903 ganaron el Nobel de Física junto a Antoine Henri Becquerel, y Marie se convirtió en la primera mujer con este galardón.

Gerty y Carl Ferdinand Cori, unidos por el metabolismo

Ciencia, amor, sabiduría y una enorme curiosidad por el metabolismo de los carbohidratos fue lo que los unió. Gerty Theresa Radnitz y Carl Ferdinand Cori se conocieron en la Facultad de Medicina de la Universidad de Praga y se casaron 1920, cuando ella terminó sus estudios. Dos años después, se animaron a salir de una Europa destrozada por la Primera Guerra Mundial y llegaron al Roswell Park Cancer Institute, en Buffalo, Nueva York, donde pudieron especializarse en la investigación del metabolismo de los carbohidratos.

La pareja de checos estaba particularmente interesada en estudiar cómo se metaboliza la glucosa en el cuerpo humano y en las hormonas que regulan este proceso. Crédito: Wikimedia.

Esta pareja de checos estaba particularmente interesada en estudiar cómo se metaboliza la glucosa en el cuerpo humano y en las hormonas que regulan este proceso. En 1929, propusieron el ciclo de Cori con el que más tarde, en 1947, ganaron el Nobel de Medicina. Este ciclo describe el mecanismo por el cual el glucógeno —un derivado de la glucosa— se convierte en fuente de energía en el tejido muscular para luego ser resintetizado y almacenado en el cuerpo. Se trataba de un mecanismo clave para entender cómo gestiona la energía del organismo.

May-Britt y Edvard Moser: en el mismo camino

El matrimonio de noruegos May-Britt y Edvard Moser descubrieron, junto a John O’ Keefe, el “GPS interno del cerebro“ que posibilita la orientación en el espacio. Ese descubrimiento les valió para ganar, en 2014 el Nobel de Medicina. Gracias a su trabajo se puede entender el sistema por el cual el cerebro permite saber dónde se está y se dirige el ser humano, además de conocer de qué manera se almacena la información para poder recordar el mismo camino en el futuro.

La pareja descubrió el “GPS interno del cerebro“ que posibilita la orientación en el espacio. Crédito: Sinc.

Los Moser, que se conocieron cuando ambos estudiaban psicología en la Universidad de Oslo y se casaron en 1985, retomaron la investigación que O’Keefe había realizado en 1971. El neoyorkino había descubierto los primeros componentes de ese sistema de posicionamiento interno: unas células del hipocampo que permitían la memoria espacial y la orientación. Treinta años después, la pareja descubrió otro componente clave: unas células nerviosas que generaban un sistema coordinado y que permitían de forma precisa situarse en el espacio. Después de ser premiados por la Academia Sueca, ambos científicos (que tuvieron dos hijas y se divorciaron en 2016) siguieron con sus carreras por separado.

 

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ

Los vikingos llegaron a América cinco siglos antes que Cristóbal Colón

Un evento de rayos cósmicos global y la madera encontrada en un asentamiento en Terranova, Canadá, ayudó a los investigadores a identificar cuándo llegaron los nórdicos por primera vez al continente americano.

Los vikingos de Groenlandia, los primeros europeos en llegar a América, vivieron hace 1.000 años en una aldea en Canadá, según una investigación publicada en Nature. Los científicos saben desde hace muchos años que los nórdicos construyeron una aldea en L’Anse aux Meadows (La Ensenada de las Medusas) en Terranova alrededor del cambio de milenio. Pero un reciente estudio es el primero en señalar con precisión la fecha de la ocupación y establecimiento de la población.

Gracias a una tormenta solar que quedó grabada en árboles y objetos de madera milenarios de todo el planeta, se ha podido determinar la fecha con exactitud de cuándo se establecieron los vikingos. Los investigadores estudiaron los anillos de la madera de varios objetos que muestran que los nórdicos se habían asentado en lo que hoy es el norte de Canadá en 1021.

Una casa comunal nórdica reconstruida junto al sitio arqueológico en L’Anse aux Meadows en Terranova, Canadá. El nuevo estudio señala que los nórdicos estuvieron allí en el año 1021 d.C. Fotografía aérea de Russ Heinl / Shutterstock

Los arqueólogos han confiado durante mucho tiempo en la datación por radiocarbono para encontrar una fecha aproximada para los materiales orgánicos como la madera, los huesos y el carbón, pero el último estudio utiliza una técnica basada en un evento de rayos cósmicos global, probablemente causado por erupciones solares masivas, para determinar una fecha exacta. Estudios previos han establecido que hubo tal evento de rayos cósmicos en el año 993 que durante unos meses causó niveles mayores de lo habitual de carbono-14 radiactivo en el dióxido de carbono de la atmósfera.

Los árboles «respiran» dióxido de carbono a medida que crecen, por lo que los investigadores utilizaron esa firma de carbono radiactivo para determinar cuál de los anillos de crecimiento anual que se ven en las secciones transversales de la madera era de 993. Luego usaron un microscopio para contar los anillos de crecimiento posteriores hasta la corteza de la madera, lo que les dio el año exacto en que el árbol dejó de crecer, en otras palabras, cuando fue talado por los nórdicos.

La palabra del equipo de investigación

Los exploradores vikingos, que pudieron ser hasta 100 personas, tanto mujeres como hombres, talaron árboles para construir una aldea y reparar sus barcos. El estudio publicado en Nature fija una fecha en la que estuvieron allí al mostrar que talaron al menos tres árboles en el año 1021, 470 años antes de que Cristóbal Colón llegara a las Bahamas en 1492. “Esta es la primera vez que se establece científicamente la fecha”, dijo la arqueóloga Margot Kuitems, investigadora de la Universidad de Groningen en los Países Bajos y autora principal del estudio. “Anteriormente, la fecha se basaba solo en sagas, historias orales que solo se escribieron en el siglo XIII, al menos 200 años después de que ocurrieran los eventos que describieron”, dijo.

Los edificios nórdicos reconstruidos en L’Anse aux Meadows se basan en excavaciones en el sitio arqueológico. Este edificio pudo haber sido una iglesia; muchos nórdicos eran cristianos en ese momento, pero quizás no exclusivamente. Fotografía de Glenn Nagel / Shutterstock

Los primeros colonos nórdicos en Groenlandia eran de Islandia y Escandinavia, y la llegada de los exploradores a Terranova marca la primera vez que la humanidad dio la vuelta al mundo entero. Pero su estancia no duró mucho. La investigación sugiere que los nórdicos vivieron en L’Anse aux Meadows durante tres a 13 años antes de abandonar el pueblo y regresar a Groenlandia. Los restos arqueológicos ahora están protegidos como un hito histórico y Parks Canada ha construido un centro de interpretación cercano. Está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La aldea fue excavada en los años sesenta y allí se encontraron pruebas de que aquellas casas habían sido levantadas por los vikingos. Una de ellas es el corte angular y preciso en las maderas, algo que solo se podría haber hecho con hachas u otras herramientas metálicas. Y los habitantes originales de la región desconocían la metalurgia.

La clave científica para la fecha exacta en que los nórdicos estuvieron allí es un pico en una forma naturalmente radiactiva de carbono detectada en antiguas piezas de madera del sitio: algunos palos desechados, parte del tronco de un árbol y lo que parece ser una pieza de un tablón. Los indígenas ocuparon L’Anse aux Meadows tanto antes como después de los nórdicos, por lo que los investigadores se aseguraron de que cada pieza tuviera marcas distintivas que mostraran que se había cortado con herramientas de metal, algo que los indígenas no tenían.

Muestra de las maderas del yacimiento vikingo analizadas en las que se aprecian tanto el corte metálico como los anillos del árbol. Crédito: M. KUITEMS/UNIVERSIDAD DE GRONINGA

Para su sorpresa, cada una de las tres piezas de madera que probaron era de un árbol talado en 1021, aunque eran de tres árboles diferentes: dos abetos y probablemente un enebro. Los investigadores no pueden decir si la fecha de 1021 fue cerca del comienzo o el final de la ocupación nórdica, pero esperan que una mayor investigación sobre otra madera del sitio amplíe el rango de fechas.

Aunque los vikingos llegaron a América casi 500 años antes que Colón, su presencia allí no fue mucho más allá de La Ensenada de las Medusas, ni siquiera en el tiempo. Lo resume el investigador holandés, Michael Dee: “Científicamente no podemos decir mucho más sobre el tiempo que estuvieron allí. Pudieron pasar un año o varias veces en estancias cortas. O quizá permanecieron algo más, puede que una década. Todas las pruebas arqueológicas sugieren que su estancia fue relativamente breve”.

Fuente: NBC News (www.nbcnews.com) y Diario El País (www.elpais.com)