Una brecha profunda: solo el seis por ciento de los ganadores del Nobel son mujeres

POR Nicolás Retamar para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

En octubre de 2022 se entregaron los premios y la tendencia continúa. De las más de 900 personas galardonadas, la enorme mayoría son hombres.

El año pasado se anunciaron los ganadores de los Premios Nobel 2022 en seis categorías: Medicina, Física, Química, Literatura, Paz y Economía. En esta ocasión, el premio en medicina (disciplina que abre el rally de una elección por día de la semana) fue para Svante Pääbo. Desde el comité encargado de la selección, destacaron que el biólogo sueco “logró secuenciar el genoma del neandertal, un pariente extinto de los humanos actuales. Al revelar las diferencias genéticas que distinguen a todos los humanos vivos de los homínidos extintos, sus descubrimientos proporcionan la base para explorar lo que nos hace singularmente humanos”. Más allá de la importancia del descubrimiento, los Nobel continúan con otra tradición: elegir hombres, blancos y europeos.   

Entre 1901 y 2021, los Premios Nobel se otorgaron 609 veces a 975 personas y organizaciones. Sin embargo, algunos investigadores e investigadoras recibieron la distinción más de una vez. Así, 943 individuos fueron premiados en 120 años de historia. Sin embargo, la mayoría de los condecorados son hombres; la cifra indica que 58 mujeres alcanzaron el galardón más popular del campo científico.

Los ganadores del Nobel reciben esta medalla de 18 quilates de oro y 900 mil dólares de premio. Créditos: Humanidades.com

Incluso, la cifra es todavía más alarmante si se recorta la estadística a las premiaciones en física, química y medicina, las categorías con más historia y más peso dentro del Nobel. Con esta cuenta, menos del 4 por ciento de las mujeres se colgaron la medalla en el pecho. Solo 22 científicas y médicas fueron destacadas de las 631 personas premiadas. De ellas, ninguna es latinoamericana o caribeña.

Estas cifras se relacionan con desigualdades históricas y estructurales. “Las mujeres siempre hicimos ciencia y, la mayoría de las veces, nuestro trabajo fue invisibilizado por los obstáculos inherentes al patriarcado. Por este motivo, a medida que asciende el escalafón jerárquico, la participación se reduce significativamente”, señala María Eugenia Dichano, investigadora de la UNQ especialista en Géneros y Derechos Humanos, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.

Ahora que sí nos ven

De las 22 mujeres premiadas en la historia del Nobel en física, medicina y química, 12 fueron distinguidas en el siglo XXI. En 2018, Göran K. Hansson, secretario general de la Real Academia de Ciencias de Suecia (organismo designado por Alfred Nobel para elegir los premios de física y química) sugirió una mayor inclusión en el otorgamiento de los reconocimientos teniendo en cuenta el género y la nacionalidad.

“En los últimos años la agenda de género ha cobrado un gran protagonismo, recogiendo los reclamos de mujeres y disidencias, buscando igualdad de derechos. Por eso, instituciones conservadoras y tradicionalistas como estas se ven interpeladas ante estas demandas legítimas”, advierte Dichano.

Nombre y fecha

En física, de las 218 personas premiadas, solo cuatro son mujeres: Marie Curie (1903); Maria Goeppert-Mayer (1963); Donna Strickland (2018); Andrea Ghez (2020). En medicina, 12 mujeres de las 226 personas premiadas obtuvieron el reconocimiento: Gerty Theresa Cori (1947); Rosalyn Sussman Yalow (1977); Barbara McClintock (1983); Rita Levi-Montalcini (1986); Gertrude B. Elion (1988); Christiane NüssleinVolhard (1995); Linda B. Buck (2004); Françoise Barré-Sinoussi (2008); Carolyn W. Greider y Elizabeth H. Blackburn (2009); May Britt Moser (2014); Tu Youyou (2015).

Por su parte, de las 187 personas galardonadas con el Premio Nobel de Química en el lapso 1901-2021, solamente siete son mujeres: Marie Curie (1911); Irène Joliot-Curie (1935); Dorothy Crowfoot Hodgkin (1964); Ada E. Yonath (2009); Frances Arnold (2018); Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna (2020).

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ 

 

El transistor cumple 75 años y su tecnología sigue siendo muy actual

Por Alejandro Muñoz para SINC

La invención de este dispositivo marcó el comienzo de la electrónica y la era de las telecomunicaciones. La revista Science repasa en un número especial la historia del transistor y los retos de su evolución tecnológica, que plantea la utilización de materiales de última generación, pero mantiene los mismos principios de funcionamiento original.

Hace 75 años comenzó la era de las tecnologías de la información. El hito estuvo marcado por la invención de un dispositivo, el transistor, que en aquel momento tenía un tamaño cercano a una naranja. En la actualidad, el pequeño chip microprocesador de un ordenador puede contener unos 700 millones de transistores y la cifra sigue aumentando cada año.

Con motivo de esta efeméride, la revista Science publica esta semana una edición especial en la que repasa la historia del transistor y los retos que afronta su evolución tecnológica en la actualidad.

“Sin transistores no habría teléfonos móviles, ordenadores portátiles o videojuegos. Además, tendríamos que volver a usar los mapas, porque la tecnología GPS utiliza satélites que transmiten señales mediante el uso de transistores. Casi toda la tecnología médica se basa en estos dispositivos, desde la toma de imágenes y la cirugía robótica hasta los instrumentos que obtienen los resultados de los análisis de sangre”, explica a SINC Phil Szuromi, editor adjunto de Science y autor del la introducción del especial.

Un microprocesador de un ordenador puede contener unos 700 millones de transistores. / NaMaKuKi (Adobe Stock)

Una revolución tecnológica de Premio Nobel

Como recuerdan Suman Datta y sus compañeros en una revisión de este especial de Science, el desarrollo tecnológico del transistor fue posible gracias a los avances en la teoría de los semiconductores de 1930 y en la purificación del germanio y el silicio, en la década de 1940.

En los Estados Unidos de los años 40, la telefonía de larga distancia tenía un problema. Para que la señal eléctrica recorriera largas distancias era necesario amplificarla y este proceso pasaba por las válvulas de vacío o triodos, unos componentes que se calentaban y eran poco fiables.

La Bell Telephone Company, compañía fundada por Alexander Graham Bell y posterior AT&T, contaba con una división de investigación a la que se le encomendó resolver este problema, los Bell Labs. En diciembre de 1947John BardeenWalter Brattain y William Shockley, de Bell Labs, desarrollaron el transistor: el primer semiconductor de estado sólido. En 1956, los tres investigadores recibieron el Premio Nobel de Física “por sus investigaciones en semiconductores y su descubrimiento del efecto transistor”.

Primer transistor de la historia: Bell Labs (1947). / Bell Labs

El transistor tomó su nombre de la función semiconductora del dispositivo: TRANsfer y reSISTOR. Aquel primer transistor de 1947 estaba hecho de láminas de oro, plástico y germanio. Posteriormente, para su comercialización se empleó el silicio, más fiable y fácil de fabricar.

La creación del transistor no solo contribuyó a la mejora de la telefonía. Permitió la computación digital y su impacto en la sociedad es “difícil de sobreestimar”, destacan los autores de la revisión.

Por citar otros ejemplos, su comercialización permitió el desarrollo de la radio de bolsillo, la creación de Silicon Valley y fue clave en el desarrollo del programa Apollo, agregan.

Nuevos transistores para nuevas necesidades

Durante décadas, la evolución tecnológica del transistor ha permitido reducir su tamaño y su consumo de energía para poder introducir millones de transistores en chips y circuitos integrados. Nuestro propio teléfono móvil funciona gracias a millones de estos semiconductores, señalan Datta y sus colegas.

La Ley de Moore, postulada casi 20 años después de la creación del transistor, vaticinaba que el número de transistores en un circuito integrado se doblaría cada 1 o 2 años. Esta premisa, que ha sido cierta en las últimas décadas, está perdiendo validez. En la actualidad, el escalado resulta mucho más complejo, entre otros motivos, por la posible aparición de pequeñas fugas eléctricas cuando el transistor está apagado, subrayan.

Los autores comentan que al igual que la necesidad de realizar llamadas de costa a costa de Estados Unidos motivó el desarrollo del transistor, las necesidades de hoy en día propician la creación de la nueva generación de transistores, de materiales que van desde los nanotubos de carbono al óxido de galio.

“La mayor necesidad es usar menos energía. Todos hemos sentido cómo se calientan nuestros regazos cuando usamos un ordenador portátil: ese calor es energía que se usa para hacer funcionar el dispositivo. Los nuevos diseños de transistores deberían usar menos energía y los nanotubos de carbono pueden reemplazar al silicio, como una forma de usar menos energía en este tipo de aplicaciones. Por otro lado, para controlar los sistemas de alta potencia en la industria también se están explorando otros semiconductores más allá del silicio, como el carburo de silicio y el óxido de galio, que disminuirán la energía desperdiciada en los sistemas de control”, comenta Szuromi a SINC.

En el caso de los transistores de nanotubos de carbono (CNT), esta tecnología propiciará multitud de nuevas aplicaciones. Por ejemplo, la creación de biosensores que podrían ser útiles para detectar el cáncer, según los expertos citados en el número especial.

Si bien los CNT podrían constituirse como una evolución tecnológica a los transistores actuales, también plantean problemas de producción. Su desarrollo se basa en procesos que no son fáciles de escalar.

Para Aaron Franklyn y otros firmantes, autores de otro de los artículos de revisión, “la realización de una tecnología de transistores CNT que cubra las necesidades del alto volumen de fabricación tiene muchos obstáculos. Se requiere un esfuerzo conjunto de la academia y la industria para superarlos”.

Las aplicaciones del futuro

Los expertos citados auguran que los próximos circuitos integrados realizarán tareas más rápido, gracias a que su diseño estará orientado a la realización de tareas específicas.

“Ya tenemos chips especializados que ejecutan los gráficos de los videojuegos; sin ellos, los juegos serían más lentos y menos realistas visualmente. Los fabricantes de automóviles diseñarán específicamente los chips que harán funcionar los automóviles autónomos, para ejecutar todas las tareas de navegación y conducción de manera rápida y eficiente”, dice Szuromi a SINC.

En su opinión, “la tecnología de transistores utilizada en tareas de detección y control, como guiar a los robots a un edificio derrumbado para buscar supervivientes, tendrá los sensores integrados en los chips, en lugar de sensores separados, y acelerará el procesamiento. Los dispositivos flexibles, como sensores portátiles y monitores en forma de parches para la piel, impulsarán la medicina personalizada”.

Con independencia de su construcción y sus aplicaciones, los principios detrás del funcionamiento del transistor siguen siendo clave para el desarrollo tecnológico, 75 años después de la creación del primer transistor. 

 

Referencia bibliográfica:

Número especial de  Science  (noviembre, 2022)

Introducción: Phil Szuromi «From one transistor…«

Perspectiva: Mark S. Lundstrom, Muhammad A. Alam. «Moore’s law: The journey ahead«; Marko J. Tadjer «Toward gallium oxide power electronics» 

Revisión: Aaron D. Franklin, Mark C. Hersam, and H.-S. Philip Wong. «Carbon nanotube transistors: Making electronics from molecules«;  

Suman Datta, Wriddhi Chakraborty, Marko Radosavljevic. «Toward attoJoule switching energy in logic transistors» 

Fuente: SINC.

Amor, sexo y tubos de ensayo: los matrimonios más famosos de la ciencia

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

La vida de personas unidas por la pasión y la historia, pero consagradas por el conocimiento. ¿Cuáles fueron las parejas que protagonizaron revoluciones científicas?

Dicen que la experiencia del amor es un patrimonio compartido por todos los seres humanos. La historia del pensamiento científico no es ajena a esta afirmación. Son varias las páginas románticas entre reconocidos protagonistas de la ciencia que ejercieron una influencia, un enriquecimiento y una motivación mutua, no solo en el plano personal sino también intelectual. Sus trabajos, realizados en equipo, resultan pilares fundamentales para la ciencia moderna.

En esta nota, desde la Agencia de noticias científicas de la UNQ, realizamos un repaso por la vida y la obra de los Curie, los Lavoisier, los Cori y los Moser: protagonistas de estas curiosas historias de amor, donde la investigación minuciosa y la documentación precisa se unen a la alcoba. Y, casi todos, con un premio nobel entre las sábanas.

El primer gran dúo surgió en pleno siglo XVIII. Fue el de Marie-Anne Pierrette y su marido Antoine Lavoisier, conocidos como los padres de la química moderna. Se casaron en 1771 y aprovecharon la dote de la muchacha, que entonces tenía 13 años, para establecer un laboratorio bien equipado donde comenzar sus estudios. Entre otras cosas, Marie-Anne trabajaba junto a su marido, anotando las observaciones y dibujando diagramas de sus diseños experimentales, algo que fue de gran utilidad para entender los métodos y resultados de Antoine.

En pleno siglo XVIII, Marie-Anne Pierrette y su marido Antoine Lavoisier rehicieron el campo de la química, que hasta ese momento estaba dominado por la idea del flogisto, proveniente de la alquimia. Crédito: Wikipedia.

Así, ambos descubrieron el papel clave del oxígeno en la combustión y en la respiración de animales y plantas. Además, con sus experimentos probaron la Ley de Conservación de la materia —según la cual la cantidad de materia siempre es la misma al final y al comienzo de una reacción— y descubrieron que el agua está compuesta de oxígeno e hidrógeno. Si en ese entonces hubiera existido el Premio Nobel, posiblemente se lo habrían ganado.   

Pierre y Marie Curie: un amor radiactivo

La pasión que unió a Pierre Curie y a la estudiante Marie Skłodowska fue la más radiactiva de la historia. Pocas veces se encuentran dos vidas tan profundamente identificadas como las de este matrimonio. La historia de los Curie lo tuvo todo: romanticismo, idealismo, sacrificio y tragedia. Cuando Marie conoció a Pierre, ya llevaba tres años viviendo en París y estudiando en la Sorbona. En 1894, cuando el investigador le pidió matrimonio, hacía más de un año que trabajaban juntos en su laboratorio de París. Se casaron en 1895 y continuaron su investigación en un cobertizo, mal ventilado, sin ser conscientes de los efectos nocivos que tendría para ellos la exposición continuada y sin protección a la radiación.

Pioneros en el campo de la radioactividad, en 1898 el matrimonio anunció el descubrimiento de dos nuevos elementos: el polonio y el radio. Credito: wikipedia.

En 1898, el matrimonio anunció el hallazgo de dos nuevos elementos radiactivos: el polonio y el radio, aunque aún tuvieron que pasar cuatro años trabajando en condiciones precarias para demostrar su existencia. Finalmente, en 1903 ganaron el Nobel de Física junto a Antoine Henri Becquerel, y Marie se convirtió en la primera mujer con este galardón.

Gerty y Carl Ferdinand Cori, unidos por el metabolismo

Ciencia, amor, sabiduría y una enorme curiosidad por el metabolismo de los carbohidratos fue lo que los unió. Gerty Theresa Radnitz y Carl Ferdinand Cori se conocieron en la Facultad de Medicina de la Universidad de Praga y se casaron 1920, cuando ella terminó sus estudios. Dos años después, se animaron a salir de una Europa destrozada por la Primera Guerra Mundial y llegaron al Roswell Park Cancer Institute, en Buffalo, Nueva York, donde pudieron especializarse en la investigación del metabolismo de los carbohidratos.

La pareja de checos estaba particularmente interesada en estudiar cómo se metaboliza la glucosa en el cuerpo humano y en las hormonas que regulan este proceso. Crédito: Wikimedia.

Esta pareja de checos estaba particularmente interesada en estudiar cómo se metaboliza la glucosa en el cuerpo humano y en las hormonas que regulan este proceso. En 1929, propusieron el ciclo de Cori con el que más tarde, en 1947, ganaron el Nobel de Medicina. Este ciclo describe el mecanismo por el cual el glucógeno —un derivado de la glucosa— se convierte en fuente de energía en el tejido muscular para luego ser resintetizado y almacenado en el cuerpo. Se trataba de un mecanismo clave para entender cómo gestiona la energía del organismo.

May-Britt y Edvard Moser: en el mismo camino

El matrimonio de noruegos May-Britt y Edvard Moser descubrieron, junto a John O’ Keefe, el “GPS interno del cerebro“ que posibilita la orientación en el espacio. Ese descubrimiento les valió para ganar, en 2014 el Nobel de Medicina. Gracias a su trabajo se puede entender el sistema por el cual el cerebro permite saber dónde se está y se dirige el ser humano, además de conocer de qué manera se almacena la información para poder recordar el mismo camino en el futuro.

La pareja descubrió el “GPS interno del cerebro“ que posibilita la orientación en el espacio. Crédito: Sinc.

Los Moser, que se conocieron cuando ambos estudiaban psicología en la Universidad de Oslo y se casaron en 1985, retomaron la investigación que O’Keefe había realizado en 1971. El neoyorkino había descubierto los primeros componentes de ese sistema de posicionamiento interno: unas células del hipocampo que permitían la memoria espacial y la orientación. Treinta años después, la pareja descubrió otro componente clave: unas células nerviosas que generaban un sistema coordinado y que permitían de forma precisa situarse en el espacio. Después de ser premiados por la Academia Sueca, ambos científicos (que tuvieron dos hijas y se divorciaron en 2016) siguieron con sus carreras por separado.

 

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ