La ciencia ciudadana representa un abordaje participativo y colectivo capaz de proveer información y evidencia que respondan y den solución a las necesidades de la comunidad. Pero… ¿Cómo se define qué es ciencia ciudadana y qué no?
La ciencia ciudadana se define como la participación del público general en actividades de investigación científica a través de sus contribuciones de carácter intelectual, al aporte de conocimiento sobre sus entornos o a partir de la puesta a disposición de recursos y/o herramientas propias.
Si bien podríamos pensar que la ciencia ciudadana es el resultado de un enfoque moderno e innovador, en realidad no lo es tanto. En China por ejemplo, existen registros de hace 2000 años en los que consta que ante la plaga de langostas migratorias en ciertas comunidades rurales de ese país, sus eruditos y agricultores produjeron e intercambiaron conocimientos para rastrear sus movimientos y mitigar los efectos de estos insectos sobre sus cosechas. Más acá en el tiempo y como caso pionero de lo que hoy entendemos como ciencia ciudadana podemos mencionar la iniciativa impulsada en el año 1900 por el ornitólogo estadounidense Frank Chapman, a la que denominó Christmas Bird Count (en español: conteo navideño de aves). Es un proyecto en el que cada año durante la época navideña, sus voluntarias y voluntarios observan el cielo y realizan un conteo de aves de acuerdo a su ubicación geográfica y rutas migratorias predeterminadas.
A finales del siglo XX, particularmente en 1999 y gracias a la masificación de las tecnologías de la información y la comunicación, la Universidad de Berkeley (California, EE.UU.) lanzó el proyecto SETI@home cuyo objetivo era encontrar señales de civilizaciones extraterrestres a través del procesamiento de observaciones radioastronómicas realizadas por diversos telescopios instalados en varias locaciones de nuestro planeta. Se trató de una iniciativa de computación distribuida en la que voluntarias y voluntarios de todo el mundo ponían a disposición sus computadoras personales para dotar al proyecto del poder de procesamiento necesario, al convertir esa red de computadoras personales en una supercomputadora al servicio de la iniciativa. Luego de 20 años de funcionamiento -y sin haber encontrado nada- el proyecto fue puesto en “hibernación”. Sin embargo, desde entonces, otras líneas de investigación que demandan grandes capacidades de cálculo computacional, recurrieron a la comunidad aficionada a la ciencia para la utilización de sus herramientas y recursos, en lugar de afrontar los altos costos de tiempo de cálculo en supercomputadoras.
Ya en el siglo XXI y a partir de una tendencia creciente a nivel mundial, la comunidad científica abrió aún más el juego al involucrar a los ciudadanos en otros campos de la ciencia -como los estudios de la naturaleza y ambientales- en los que identificaron la necesidad de recolección de grandes cantidades de datos. Incluso, por ejemplo, para contribuir a la física de altas energías podemos convertir nuestros teléfonos celulares en detectores pasivos de rayos cósmicos.
Como los anteriores hay proyectos de ciencia ciudadana en muchas otras disciplinas. Los más extendidos son aquellos relacionados a las ciencias naturales como la ornitología, la entomología o la botánica. Desde el avistaje de aves y el monitoreo de mamíferos y otras especies, pasando por la toma de muestras de suelos y la vigilancia de inundaciones; y hasta el hallazgo de nuevas estrellas o cuerpos celestes por astrónomos aficionados, la ciencia ciudadana fue creciendo con el aporte de entusiastas científicos amateurs que llevan más de un siglo observando, organizándose en asociaciones y contribuyendo a estudios que incluso llegan a publicarse en revistas científicas.
En esta nota te compartimos las iniciativas de ciencia ciudadana de las que podés formar parte en nuestro país. ¡No te las pierdas!